Un GPS eclesial

viernes, 8 de marzo de 2013

Por Padre Javier Soteras | Para LA NACION

Salir de la propia tierra y animarse a explorar nuevos mundos es una aventura que genera vértigo e inquieta. Nos pasa cada vez que, en la vida, nos enfrentamos a lo desconocido. El Espíritu Santo, que guía a la Iglesia, lanzó, de la mano de Juan Pablo II y Benedicto XVI, la aventura de meterse “mar adentro” en la obra de la Nueva Evangelización. La tarea supone renovación en los métodos, la expresión, las formas y el lenguaje, todo determinado por el necesario aggiornamiento de la Iglesia ante los desafíos de la cultura. Como bien nos lo muestra el Documento del Episcopado Latinoamericano en Aparecida, estamos en un “cambio de época” que hace particularmente exigente la tarea.

A esta exigencia hay que sumarle las dificultades internas de la Iglesia, a las que Benedicto XVI hace clara alusión en su homilía del último miércoles de ceniza, después de hacer pública su renuncia: “Pienso, en particular, en las culpas contra la unidad de la Iglesia, en las divisiones en el cuerpo eclesial”. Y, más adelante, agregó: “Jesús denunció la hipocresía religiosa, el comportamiento que quiere aparentar, las actitudes que buscan el aplauso y la aprobación. El verdadero discípulo no sirve a sí mismo o al “público”, sino a su Señor, en la sencillez y en la generosidad”.

Entiendo que es necesario leer estas palabras del Papa renunciante a la luz de los escándalos que él mismo enfrentó en el interior de la Iglesia, en lo referido a los casos de pedofilia y la situación financiera de IOR.

En estos complejos contextos recibimos del vocero del Vaticano, padre Federico Lombardi, los ejes de las conversaciones previas al cónclave en cinco grandes líneas:

  • La Nueva Evangelización en el horizonte de la Iglesia, su anuncio positivo de misericordia y amor y su razón de ser;
  • El lugar de los pobres, predilectos de Jesús, en la vida de la Iglesia;
  • La posición de la Iglesia frente a las injusticias en el mundo y la relación fe-ciencia, en particular la bioética;   
  • El diálogo ecuménico, que nos ponga en comunión con los cristianos, el diálogo interreligioso y el de la Santa Sede con los obispados y las conferencias episcopales;
  • Y, finalmente, el perfil del próximo Papa ante estos desafíos.


El jueves 7, por la mañana, apareció el informe financiero de la curia romana, tema no menor y en el que muchos cardenales prestaron particularmente atención debido al informe que Benedicto XVI elaboró para entregar a su sucesor.

Como decimos popularmente, es necesario poner “delante el caballo y detrás la carreta”. El orden de los temas, como aquí los compartimos, es la coordenada de un “GPS eclesial” tratado en las congregaciones  de los cardenales, como para reorientar el rumbo recalculando.  


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