29/08/2016 – Seguimos compartiendo junto a la hermana Silvia, de la congregación Esclavas el Corazón de Jesús, cartas que nos acercan a Brochero; que refleja, este camino epistolar entre santos y nos muestra costados tan humanos y tan ciertos que dejan a la vista que el camino de la santidad es obra del Señor.
El Cura Brochero es un un santo cercano, imitable, una persona que como dice Menapace le creyó a Dios la misión; pero eso no le impidió que viviera y pasara por todos los estados de ánimo posibles en un ser humano: alegría, enojo, frustración, etc.
La primera carta es de la hermana Carmen Cabanillas, donde cuenta lo precario del lugar en donde desarrollaban su misión (Traslasierras)
La segunda carta es del Cura Brochero a su amigo Miguel Juárez Celman, Gobernador de Córdoba, fechada el 15 de diciembre 1883 en donde vemos a un Brochero atribulado, desolado, expresando un claro deseo de muerte llegando a utilizar la expresión “Y que se jodan nuestros sudores”.
5 de enero de 1884, otra carta de las hermanas, escrita a Madre Catalina, expresa sus atribulaciones “El cura esta tan triste y tan tibio que no quiere dar Ejercios”.
José Gabriel iba seguido a hablar con Madre Catalina y ella lo aconsejaba. Y probablemente ella lo animaba.
Vemos un santo que, no solo se atribula, sino que también tiene buen humor. La imagen del cura como un ser , allá, antes del concilio Vaticano II, con toda esta teología de distancia, un varonismo, clericalismo, Brochero aparece como un sacerdote bien cercano, bien humano. Pastor con olor a ovejas, herido como sus ovejas pero también robusto como ellas.
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