“De pronto, se les apareció el Ángel del Señor y la gloria del Señor los envolvió con su luz. Ellos sintieron un gran temor, pero el Ángel les dijo: «No teman, porque les traigo una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo: Hoy, en la ciudad de David, les ha nacido un Salvador, que es el Mesías, el Señor. Y esto les servirá de señal: encontrarán a un niño recién nacido envuelto en pañales y acostado en un pesebre». Y junto con el Ángel, apareció de pronto una multitud del ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo: ¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra, paz a los hombres amados por él». Después que los ángeles volvieron al cielo, los pastores se decían unos a otros: «Vayamos a Belén, y veamos lo que ha sucedido y que el Señor nos ha anunciado». Fueron rápidamente y encontraron a María, a José, y al recién nacido acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que habían oído decir sobre este niño, y todos los que los escuchaban quedaron admirados de que decían los pastores. Mientras tanto, María conservaba estas cosas y las meditaba en su corazón. Y los pastores volvieron, alabando y glorificando a Dios por todo lo que habían visto y oído, conforme al anuncio que habían recibido”. Lc 2,9-20
Una primera aproximación del texto podríamos hacerla desde un paralelo con el relato de la Anunciación a Zacarías, en Lucas 1, 11 o a María, en Lucas 1,26 o con muchos pasajes del Antiguo Testamento, como la anunciación a Abraham, a Moisés, a Gedeón, el anuncio del nacimiento de Sansón. En todos estos anuncios hay como alguna estructura común, elementos que constituyen un género literario de anunciación.
Lo primero que aparece en la construcción de este modo de presentación de “Anuncio”, es el sujeto que va a recibir el mensaje, en este caso los pastores. La aparición de un Ángel, que viene con un mensaje: La turbación que experimenta quien va a recibir o recibe el mensaje. El mensaje comunicado por el Ángel, en este caso: Una gran noticia les traigo, ha nacido un Salvador, Cristo”. La pregunta que expresa una duda, un signo dado en respuesta y la partida del Ángel.
En el caso de la aparición del Ángel a los pastores, parece que se dieran éstos elementos pero falta el elemento quinto, y entre el quinto y el sexto, se inserta una secuencia con la aparición del ejército celestial de los ángeles. Elemento quinto decíamos es la pregunta que expresa una duda, como María, “Cómo puede ser esto si yo no convivo con varón”. Sigue dice, el elemento sexto una respuesta, pero entre el quinto y el sexto, que no está presente el quinto digamos aquí, aparece un elemento que es diverso al modo de construcción de este género literario, que es un coro celestial de ángeles y un himno angélico que resulta heterogéneo con el género literario del Anuncio angelical, y que trae consigo una modificación también en el elemento séptimo, la partida del ángel, aquí los ángeles.
Por lo tanto nosotros podríamos contemplar esta escena evangélica teniendo en cuenta sobre todo las características de la misma, que no se da en otras anunciaciones, sea del Antiguo como del Nuevo Testamento en el sentido que la contemplación que hacemos nos lleva a alguna particularidad.
Los signos que Dios muestra tienen que ver con lo interior y con lo exterior. Siempre el signo exterior confirma el interior. ¿Cómo lo transferimos esto al anuncio del Ángel a los pastores? Interiormente la experiencia de ellos es celestial, es el cielo que se acerca a ese lugar suyo, de estar velando por su rebaño. Estos muchachos tampoco eran muchachos muy buenos que digamos, dicho sea de paso, Jesús cuando habla del Buen Pastor, es porque había pastores y esto particularmente, que no eran tan bueno, medio cuatreros, medio malandras. ¿Qué sienten estos pastores?, sienten un llamado interior muy fuerte, pero al mismo tiempo Dios se encarga de mostrarles un signo exterior que confirma el interior, que confirma la revelación hecha, y le dice: “Van a encontrar un signo, el signo es muy sencillo, un niño envuelto en pañales”.
La pregunta es ¿Cuáles son los signos con los que Dios a la interior llamada que te ha hecho a lo largo de tu vida, acompañó tu camino?, ¿Cómo Dios se hizo presente en signos externos con los que confirmó la interioridad de su llamada?
Esto va para todas las llamadas que Dios nos hace en distintos momentos y etapas de la vida. Llamada a convertirnos, llamada a renovar nuestra fe, llamada a reavivar un camino de reconciliación, llamada a transformar nuestra vida, a insistir en el camino de la oración. Llamada que Dios a lo largo del camino nos hizo y signos con los cuales Dios se comunicó con nosotros, sencillos, simples y contundentes.
¿A través de qué signos concretos y sencillos, Dios te manifestó su presencia y te indicó el camino a recorrer detrás de su voluntad?
En el centro del mensaje del texto de Lucas aparece esto: “Van a encontrar a un niño recién nacido acostado en un pesebre envuelto en un pañal” Este es el signo de la obra grande que Dios está haciendo. Jesús nace Señor y sin duda esta idea es la que lleva a Lucas a tomar por un momento el estilo de los anuncios del nacimiento de los reyes, pero sobre todo lo que ha querido mostrar es que ya desde el nacimiento de Jesús, el evangelio o la Buena Nueva Pascual, había sido anunciado con pobreza, con sencillez, con simpleza. Los dos elementos más simples que aparecen hablando del Señor, en el evangelio, son los más contundentes y los centrales, El Nacimiento y su Ofrenda de la Vida. El Pesebre y la Cruz, esconden el misterio, los dos están marcados por el silencio.
En los dos Cristo aparece envuelto en pañales, sin elocuencias, sin grandes manifestaciones, con pobreza, sencillez, con lo cual hay todo un mensaje que el Señor nos está regalando. Es curioso que este signo sea que los pastores van a encontrar un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre, con la advertencia explícita de que esto les va a servir de señal, de que hoy les ha nacido en la ciudad de David el Salvador. Estamos acostumbrados a otros tipos de signos o señal, por ejemplo el que le da el Ángel a la Virgen para confirmarle de que lo que acaba de decir es verdad, el Espíritu Santo vendrá sobre ti, mira a Isabel tu parienta, ha concebido un niño, porque ninguna cosa es invisible para Dios, es evidente de que esto es extraordinario, este “Ya es el sexto mes” de aquella que llamaban estéril. Y vale como signo señal de lo anterior. “Vas a concebir, vas a dar a luz un hijo, vos como ella, sólo que además en el caso tuyo como virgen”. Esta acción y este signo responde a una pregunta, “¿Cómo puede ser esto si yo no convivo con varón?” El signo o señal que reciben los pastores, se parece a los que acompañan la misión de los apóstoles después de la resurrección y Pentecostés, mencionado en el Libro de los Hechos, también por Lucas. Éste es el signo, “Un niño envuelto en pañales acostado en un pesebre”. Sencillo, pobre y contundente.
Los signos aparecen también en nuestra vida para confirmar el camino y básicamente, en un proceso de discernimiento personal y comunitario, es lo que hay que esperar al sentir interior o a la moción interior para no ser confundidos, engañados, esto es que al sentir, que a la inspiración supuesta, a la moción que estaríamos recibiendo esperar a que Dios lo confirme en los signos externos que hablan en una manera correlativa a lo inspirado interiormente. Por eso es que hay que estar atentos en la vida, del camino de seguimiento discipular del Señor en el encuentro con Él, a lo que nos suscita en el corazón, con humildad y sencillez, esperar que si aquello que nos suscita a lo que nos invita, a la hora que nos llama, viene acompañado por una señal que lo confirma, entonces dejarse conducir, llevar.
Uno de los aliados en el proceso de discernimiento, a las mociones interiores, es el tiempo. Muchas de las cosas que Dios puede estar revelándonos en el corazón, no es que no haya que darle crédito porque aquí ahora no ocurra, sino hay que dejar que maduren en el tiempo para lo que Dios nos revela, nos hace sentir como moción para el corazón en el tiempo puede haberse realizado, puede haberse significativamente cumplido. Esto de los signos que aparecen en el tiempo sirve también para leer los signos del tiempo que muestran en el camino no solamente personal, sino también comunitario. Justamente la Iglesia nos invita desde su llamada a la nueva evangelización a ser capaces de ser lectores de los signos del tiempo, es decir cuáles son las huellas que el Señor ha dejado en el tiempo como Señor de la historia que nos muestra un camino hacia adelante. Dios más allá de la iglesia nos pone señales del reino en medio del mundo y entonces aprender a leer el paso de Dios, entre tantas realidades diversas del humano, como una salida llena de esperanza a los tiempos nuevos con los que Dios quiere, sosteniendo su proyecto, no abandonando la obra de sus manos. En este sentido, la tarea profética de la Iglesia es denunciar el primer movimiento que hace el profetismo confrontando la propia cosmovisión del mundo con cosmovisiones que son reductivas de lo humano y al mismo tiempo anunciar que básicamente consiste en detectar las señales del paso de Dios que invita a la plenitud en el aquí y en el ahora, aun cuando esto aparezca en ciernes, aparezca como una pequeña semilla, no se muestre tanto como una gran respuesta.
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