En el Espíritu que resucitó a Jesús salimos, confiamos y nos valoramos

lunes, 28 de mayo de 2007
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  1. Salir a los otros es parte de nuestro ADN
 
Parte del reconocimiento de quien soy y quien estoy llamado a ser según el proyecto de Dios para mi vida, surge del encuentro con el otro, con los otros, los demás son una gracia en la que Dios completa la identidad de mi persona y yo con mi presencia y compartir colaboro por gracia de Dios a construir, a completar el ser de los demás. En el encuentro de yo-tu sale lo común, nosotros.

Esta es la gracia de la dimensión comunitaria de la persona, somos lo que estamos llamados a ser con los otros, los otros en mi yo en los demás, este es el misterio de alianza que Dios celebra con su pueblo y lo hace por la gracia del Espíritu Santo: “Los reuniré de todos los países, los llevaré a su propio suelo,… les sacaré el corazón de piedra les daré el corazón de carne, les infundiré mi Espíritu. Ez 36,26-27.

 La dimensión comunitaria de nuestro proyecto de vida es parte de nuestro ADN.

Dios  cuando nos creo proyectó su imagen y semejanza sobre nosotros: “ Dijo Dios hagamos al hombre a nuestra imagen ,según nuestra semejanza” Gen 1,26 , ser creado a imagen y semejanza de de Dios, significa que llevamos en nuestro ser el ADN divino, que somos herencia de un misterio de mutua pertenencia (hagamos al hombre) de las personas del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, ellas no se entienden uno sin el otro: “Felipe le dijo muéstranos al Padre y eso nos basta, Jesús le respondió Felipe hace tanto tiempo que estoy con ustedes y todavía no me conoces, el que me ha visto ha visto al Padre… creeme que yo estoy en el Padre y el Padre está en mi” (Jn 14 8-9.11) y mas adelante el mismo Jesús incluye en este vinculo de unidad y mutua pertenencia al Espíritu Santo: “El que me ama será fiel a mi Palabra y mi Padre lo amará iremos a él y habitaremos en él. La palabra que ustedes oyeron no es mía, sino del Padre que me envió, les digo estas cosas mientras permanezco en ustedes, pero el Paráclito, que el Padre enviará en mi nombre les enseñará todo y les recordará lo que les he dicho” Jn 14,22. 26.

 
La propuesta de ser con los otros nos mueve a salir de nosotros para que en y desde el servicio en el amor llegar a ser lo que estoy llamado a ser, para que se cumpla en mi el proyecto del Padre, este modelo de ser personal en y con los demás es un misterio de entrega y acogida en el amor al modo de Dios trinidad.

El modelo trinitario es contracultural al modelo capital individualista, donde la persona es en la medida de si misma a gusto y placer, esto es: “si te gusta, y te da placer dale para adelante”. Cuando la felicidad la determina el placer y el gusto, y esto se transforma en  criterio rector, criterio de vida no hay posibilidades de ser feliz como lo plantea le evangelio en las bienaventuranzas. En el modelo dominante del mundo de hoy el relativismo se transforma en criterio absoluto, esto es todo da lo mismo y la vida empieza a resultar de a poco de gusto insípido, es decir empalagados de hacerlo todo como solo o preponderantemente me gusta, pierdo poco a poco el sabor de la vida.

 

  1. Salir desde nuestro ADN crea comunidad
 
Para que el misterio de la trinidad sea proyecto de vida desde el principio Dios nos creo con otros: “Dijo Dios no es bueno que el hombre esté solo” Gen 2,18, y a demás Jesús explicó como debía ser el orden jerárquico en este espacio compartido donde se construye la identidad: “les he lavado los pies, ustedes también deben lavarse los pies unos a otros” Jn 13,14 y también: “el primero de ustedes hágase el servidor de todos” Mc 10,44.

En el salir a los otros, se nos invita en un proceso por etapas, a llegar a compartirlo todo: “Todos se reunían asiduamente a compartir la enseñanza de los Apóstoles y a participar en la vida en común, en la fracción del pan y en las oraciones. Un santo temor se apoderó de ellos por que los Apóstoles realizan muchos prodigios y milagro. Todos los creyentes se mantenían unidos y ponían lo suyo en común…”Hech 2,42-44. Este testimonio de amor y unidad en espíritu y bienes es el mejor anuncio de la buena noticia de Jesús de la primera comunidad, de hecho mas adelante el mismo Lucas relata: “cada día el Señor acrecentaba la comunidad con los que debían salvarse” Hech 2, 47b

Hasta llegar a esa instancia en la primera comunidad cristiana se ve claro como actúa el Espíritu Santo en este “salir” que es permanecer unidos.

Veamos el proceso en la primera comunidad. Antes de Pentecostés: “Al atardecer de ese mismo día, el primero de  la semana, estando cerradas las puertas del lugar a donde se encontraban los discípulos, por temor a los judíos…” Jn 20,19. Veamos  como estaba esta misma comunidad al momento de la espera del Paráclito: “Al llegar el día de Pentecostés estaban todos reunidos en un mismo lugar” Hech 2,1. Que pasó después de la efusión del Espíritu Santo: “Pedro poniéndose de pie con los once levantó la voz y dijo….” Entre el encierro y la actitud de Pedro y los once después de Pentecostés media la llegada del Espíritu Santo. Es el Espíritu Santo el completa el rostro de la comunidad primera poniéndola de cara a la misión.

 

  1. Mi ADN comunitario desde el servicio concreto en clave de discernimiento
 
Decimos con frecuencia y lo dicen quienes reciben y comparten con nosotros el servicio en la obra que esta obra es de Dios. ¿De que Dios hablamos? Del Dios que nos reveló Jesús. Dios Familia, Dios comunidad, Dios Trinidad, Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo. Esta obra de Dios en relación a su perdurabilidad en el tiempo está recién iniciada, es mas algunas semillas ni siquiera la hemos sembrado todavía. Algo es claro lo que tenga que crecer de los proyectos en marcha y lo que está llamado a germinar como nueva siembra perdurará, en la medida que responda al ADN comunitario reflejo del Dios Amor.

El camino comunitario es don de Dios y es tarea en la que cada uno colabora o es un obstáculo para la construcción de su plan.

El aportar o ser obstáculo está directamente vinculado a como cada uno de nosotros esta parado en el servicio y desde donde da respuesta a la llamada.

Desde el discernimiento de espíritus decimos que  en nosotros se dan básicamente tres movimientos  interiores que debemos aprender a registrar:

 a) lo que viene de Dios, el fruto es: paz, gozo, alegría, orden;
 
 b) lo que viene del mal espíritu: confusión, desorden, oscuridad, división; sentirnos alejados de Dios;
 
 c) lo que nace de nuestra naturaleza: esto puede ser bueno si no nace de nuestras heridas (lo cual no es suficiente) y lo que puede nacer de nuestras heridas personales, espirituales y sicológicas que tienen un doble efecto sobre nosotros y sobre los demás.

Si actuamos desde la herida de la bronca, la necesidad afectiva, la lastima etc. Me quedo en mi mismo ya que desde estos lugares no existen motivaciones vinculares, las heridas me dan una mirada desformada de la realidad y esto impide la cordialidad para dar y recibir, propio del estilo de salida que nos proponemos en clave comunitaria.

Si además no soy conciente de mi herida o siéndolo no tengo actitud de vigilancia sobre mi fragilidad soy un lugar débil donde el mal espíritu puede instalarse para hacerme daño atacar a otros y utilizarme para obstaculizar la obra de Dios. 

 

  1. La efusión del Espíritu Santo nos hace salir con una nueva fortaleza
 
Muchas veces presentamos un proyecto sin vida: sin la efusión del Espíritu de Dios.

El médico, ¿para qué sirve si conoce su medicina solo a nivel teórico sin ponerla en práctica para curar?

Si hacemos una hermosa reflexión teológica sobre Dios, pero expuesta de una manera fría, sin hacerlo tocar y experimentar de poco sirve esa reflexión.

Yo creo en el médico, cuando pone en práctica su medicina; la gente cree en nosotros cuando hacemos experimentar el amor de Jesús.

He aquí por qué tenemos una urgente necesidad de esta efusión, de este Pentecostés personal, que nos de entusiasmo por Jesús.