Dos millones de peregrinos colapsaron Roma por la beatificación

lunes, 2 de mayo de 2011
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Artículo publicado el viernes 29 de abril de 2011 por el Padre Javier Soteras, enviado especial de Radio María Argentina, en el diario "La Voz del Interior" de la ciudad de Córdoba.

Cuando Enrico me recogió en el aeropuerto de Fiumicino el martes a la tarde, le pregunté cuántas personas vivían en su ciudad y me respondió: “Unos tres millones”.

A ese número y a los que permanentemente visitan los pagos de mi amigo, hay agregarles algunos más, en cantidad y distinción.

Esto es, dos millones de peregrinos venidos de los cinco continentes, los cardenales de la Iglesia Católica, más de mil obispos y cinco mil sacerdotes, numerosos presidentes y delegaciones de representación gubernativa, todo el cuerpo diplomático del Vaticano y parte importante de la realeza europea.

Por si fueran pocos, se agregan 2.400 periodistas acreditados oficialmente, quienes por diversos medios –televisivos, radiales y gráficos– nos permitirán estar el domingo 1° de mayo celebrando la plenitud de vida de Karol Wojtyla en la Plaza de San Pedro en Roma.

Aquí todo es colorido y fiesta. Por acá siempre es difícil moverse, el tránsito en esta ciudad no es lo más bello que tiene para ofrecer.

Hoy estuve esperando el colectivo más de una hora; se entiende, se han comenzado a cerrar calles de la zona cercana al Vaticano y en el centro de la ciudad por seguridad.

Esta, tal vez la ciudad más cosmopolita del mundo, se encuentra como nunca llena de rostros diversos que representan a una única humanidad necesitada como nunca de las enseñanzas y orientaciones de Juan Pablo II, que desde siempre se mostró queriendo superar distancias geográficas, ideológicas y religiosas para que el mundo se reconociera como artífice común de un tiempo nuevo que vendrá.

Al final de su vida y con el peso de los años en los hombros, casi sin poder hablar, Juan Pablo II invitaba desde su impotencia física y desde su altura moral a entrar en el tercer milenio con determinación.

Las fotos y filmaciones que se conservan de él regalan una mirada que se mostraba profunda, lejana y desafiante al cambio de época en el que se encuentra la humanidad.

Es esa perspectiva la que, en sus 26 años de pontificado, lo hicieron un líder natural de los mas jóvenes. Ellos, el 2 de mayo de 2005, lo lloraron como se llora a quien les enseñó a soñar, despertando lo mejor que tenían dentro.

A esos jóvenes se lo ve arribar hoy por acá para celebrar con su Pastor amigo la plenitud de su vida; eso es ser santo.

Por estos días, se ha escuchado a muchos en Argentina y también aquí decir: “A mi verlo me conmovía”; “yo no creo, pero este Papa me podía”; “este iba para adelante en serio”.

El chofer que me llevo gratis esta tarde en un tramo de camino rumbo al Vaticano tenía su imagen en una foto, ya venerándolo como que Juan Pablo es para él ya un testimonio y ejemplo, y decidió no esperar hasta el domingo.

El Papa de mayor presencia publica de la modernidad está no sólo en el auto de mi amigo taxista, está en toda Roma y, por la maravilla de la tecnología y la comunicación, estará en miles de millones de oídos y retinas en todo el mundo cuando Benedicto XVI lo beatifique

¿Cómo estará la capital de Italia el fin de semana? Tan 
o más colapsada que lo habitual. Esa sin duda no será la 
noticia.

Después de que este acontecimiento multitudinario haya pasado, la noticia que seguramente no aparecerá reflejada en nuestros medios será que Roma, gracias a un hijo adoptivo suyo, la lleva al cielo en sus entrañas para hacerla más eterna que nunca.