El testimonio de resiliencia de Miguel

miércoles, 7 de agosto de 2024
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07/08/2024 – Del 29 de julio al 30 de agosto estamos viviendo la campaña “La Solidaridad empieza en casa”. Un tiempo para conocer las obras de caridad y donar a favor de ellas. 

A lo largo de la programación vamos a ir conociendo testimonios de personas que forman parte de estas obras a lo largo y a lo ancho del país. En el programa “La Catequesis”, el Padre Javier entrevistó a Miguel Acevedo Rieu, hijo de Miguel Acevedo, un abuelo que estuvo en el Hogar El Buen Samaritano y falleció el 22 de mayo pasado. 

El Padre Javier comenzó la entrevista compartiendo que se encontró con Miguel (padre) un domingo por la mañana en una de las calles del microcentro de la ciudad de Córdoba. En ese momento Miguel estaba con su compañero de camino en la calle, les llevó algo para comer y les ofreció una casa para vivir, el hogar El Buen Samaritano. Miguel Ángel al otro día apareció por la radio, pidió hablar con el padre Javier y a los dos días ya estaba viviendo en el hogar El Buen Samaritano. “Y ahí nos encontramos con un bohemio, con un artista, con un hombre con un alma de una sensibilidad exquisita, con una herida profundamente, y con un deseo profundo él de vivir, con un deseo hondo por vivir y por honrar la vida. Después nosotros recibimos un día un mensaje de otro Miguel Acevedo, que eras vos, que escribía a nuestra cuenta, porque está la historia de Miguel redactada allí, como otros habitantes de la casa el Buen Samaritano, vos en Buenos Aires decidís conectarte con nosotros a nuestros teléfonos, con el presidente de la asociación, y empezamos un camino de reencuentro con tu papi, expresó el padre Javier.

Para el día del cumpleaños de Miguel, le dijeron en el hogar que venía un periodista a hacerle una nota. Esa fue la manera por la cual padre e hijo comenzaron a hablar, a encontrarse. “Los caminos y los encuentros, principalmente, y a veces antes de los caminos y los desencuentros, los pasos truncos, las caídas y el desencuentro, primeramente con la historia. A veces el ser humano carga con sus problemáticas internas, propias de su psiquis, y además a veces, lo que el contexto nos rodea. El contexto descompagina”, compartió el hijo de Miguel.

Miguel (Padre) en el Monasterio de Calmayo, Córdoba.

Miguel contó que su papá, “cuando todavía no había caído de lleno en la situación de calle, había comenzado a desarrollarse como fotógrafo documentalista, muy reconocido en los ámbito de los fotógrafos de su edad de Buenos Aires, una generación que tenía 30 años en los 70. Pero por esas cuestiones climáticas, ambientales, políticas de nuestra querida patria, a veces esas situaciones externas lo golpearon duramente. En dos ocasiones lo encarcelan, fue muy difícil, muy cruento. En la segunda desaparición, yo estuve presente en que las fuerzas militares del ejército se lo llevan de la casa donde vivíamos en Villa Devoto, expresó Miguel hijo.  

El Padre Javier compartió que estando Miguel preso en la cárcel de Devoto, veía desde la ventana de su calabozo a su madre y a su hijo Miguel. Y Miguel hijo contó que cuando era chiquito, estaba por irse al jardín, su papá le dice que le va a sacar una foto, y él le pide al papá poder sacarle una foto, que fue su primer foto instantánea de su vida, y donde cree que comenzó su legado, el traspaso de la vocación, porque actualmente Miguel (hijo) es fotógrafo de La Nación.

Luego de estar en la cárcel de Villa Devoto, debe exiliarse y se va a Brasil. “Él ya había estado en Brasil cuando tenía 21 años, fue a Río de Janeiro, y fue una gran experiencia vital para él, porque salía de la Argentina, y salía a conocer el mundo”, expresó su hijo Miguel. Cuando vuelve la democracia, Miguel regresa al país y se va con su hijo a San Pablo donde él estaba viviendo. Mientras tanto, en ese tiempo de desencuentro que fue el exilio, cada 24 de diciembre, Miguel (padre) llamaba a Delfina, su mamá para su cumpleaños. Al tiempo, Miguel regresa de Brasil a Buenos Aires: “Él regresa a la Argentina, trata e intenta llegar nuevamente a sus espacios pasados de profesión y fue un momento muy duro en esa época, como mucha gente que volvía del exilio para incorporarse, y él no pudo encontrarse porque también no encontró a muchísimas de sus afectividades, de sus querencias, desaparecidas, y eso fue un gran golpe para él”, compartió Miguel. Al tiempo comienza a frecuentar la calle y empieza una historia dolorosa.

Miguel expresó que se separaron con su papá, “porque él comienza a estar muy mal, no encuentra rumbos, por más que toda la ayuda que yo le hubiera podido dar en ese momento, que se la dí, no hubo forma de ayudarlo, se desbarrancó, tuvo grandes barranques psíquicos y anímicos, psiquiátricos, y comenzó su derrotero de mayor peregrinaje en este mundo, y termina en Córdoba, y también sabés qué no le pregunté es por qué llegó a Córdoba“, compartió Miguel. El Padre Javier le comparte: “Capaz que tampoco lo sepa él, lo que sí sabemos es donde terminó, en las manos del Buen Samaritano, de Jesús. Que yo creo que fue como me lo dijo a mí, cuando se despedía, estabas vos ahí ya reencontrándote con él, ‘que hermoso terminar mi vida así’. Había recibido todos los sacramentos, el sacramento de la unción de los enfermos, se había reconciliado con Jesús, ‘con mi hijo y con Jesús’, me dijo, que hermoso final”.

La entrevista sigue y no tiene desperdicio, te invitamos a escuchar la nota completa, una experiencia de la resiliencia del encuentro de padre e hijo, luego de 25 años el vínculo pudo darse estando Miguel padre en el hogar.