La grandeza de Dios nos hace humildemente alegres

lunes, 18 de noviembre de 2019

20/11/2019 – En nuestro camino de Consagración a María, compartimos el la 9na reflexión:

“Dios miro la humildad de su servidora desde ahora todas las naciones me llamarán feliz”

                                                                                                                                                   Lc 1,46 ss.

 

La humildad, dice Anselm Grün, es consecuencia de la manifestación de la grandeza de Dios. Que hace que el corazón se ubique en su verdadera dimensión de pequeñez, sin sentirse para nada minusvalorado

Una persona humilde es una persona ubicada. Y delante de Dios la ubicuidad viene de la mano de la manifestación de la grandeza de Dios.

La humildad manifiesta genera como consecuencia la revelación de la pobreza de la persona. La grandeza de Su amor, nos muestra nuestra condición humilde. Cuando es Dios el que nos muestra quiénes somos y cómo somos, nos alienta. Nos invita a crecer, a dar pasos para madurar.

La verdadera humildad, lejos de ponernos en condición de minusvaloración, nos hace querer bien. Nos hace amarnos bien. Porque es Dios quien regala esta condición. Es sabido que cuando Dios se manifiesta, lejos está Su presencia de generar desprecio por nosotros. Al contrario, su amor, mostrándonos lo peor que puede haber en nosotros, se hace caricia que nos invita a ir hacia delante.

En el AT nadie trata con Dios, como Moisés, porque Dios habla con Moisés cara a cara, en la carpa del encuentro. Y al mismo tiempo la Palabra dice, era la persona más humilde que había sobre la tierra. Acá se ve bien claro que lo que genera la verdadera humildad es el encuentro con Dios. Ex 33,9.

Dice el Papa Francisco:

 

“A veces, pensamos que la humildad es ir tranquilos, ir con la cabeza baja mirando al suelo… pero también los cerdos caminan con la cabeza baja: esto no es humildad. Esta es esa humildad fingida, que no salva ni custodia el corazón. Es bueno que pensemos esto: no hay verdadera humildad sin humillación, y si tu no eres capaz de tolerar, de llevar en los hombros una humillación, tu no eres humilde: finges, pero no lo eres.”

 1 Homilía en Santa Marta 29 de Enero de 2018