Soy una misión

miércoles, 27 de noviembre de 2019

29/11/2019 – Compartimos la reflexión nro 16 de nuestro camino de Consagración a María:

 

“Me llegó una palabra de Yahvé:  «Antes de formarte en el seno de tu madre, ya te conocía; antes de que tú nacieras, yo te consagré, y te destiné a ser profeta de las naciones.»”

                                                                                                                                               Jerermisa 1, 4-5

 

Hay que reconocer que detrás de la propia vida y detrás de la propia misión hay un llamado de Dios que le da origen. En realidad, se trata del único llamado del Dios amante, que al mismo tiempo que me da la vida, me otorga una misión singular. No es una misión que tengo, sino que soy. No es una parte de mi vida o un adorno que me puedo quitar; no es un apéndice o un momento más de mi existencia. Es algo que yo no puedo arrancar de mi ser si no quiero destruirme a mí mismo. Yo soy una misión en esta tierra y para eso estoy en este mundo. Esa misión tiene que ver con el lugar único e irrepetible que ocupo en la historia y, al cumplirla, voy respondiendo al llamado lleno de amor que el Padre me hizo y me hace. Sólo así me voy construyendo como persona y alcanzando mi identidad plena. Sólo así descubro para qué vivo y quién soy yo en realidad.

Dice el Papa Francisco:

“Cuando se asume un objetivo pastoral y un estilo misionero, que realmente llegue a todos sin excepciones ni exclusiones, el anuncio se concentra en lo esencial, que es lo más bello, lo más grande, lo más atractivo y al mismo tiempo lo más necesario.”