Miércoles de Ceniza

martes, 1 de marzo de 2022
image_pdfimage_print

Hoy es Miércoles de Ceniza y junto a toda la Iglesia Católica comenzamos a transitar el tiempo litúrgico de la Cuaresma.

La imposición de las cenizas nos recuerda que nuestra vida en la tierra es pasajera y que nuestra vida definitiva se encuentra en el Cielo. La Cuaresma comienza con el Miércoles de Ceniza y es un tiempo de oración, penitencia y ayuno. Cuarenta días para la conversión del corazón.

Este día se bendice e impone la ceniza hecha de los ramos de olivo bendecidos en el Domingo de Ramos del año anterior.

¿Cómo nace la tradición de imponer las cenizas?

La tradición de imponer la ceniza se remonta a la Iglesia primitiva. Por aquel entonces las personas se colocaban la ceniza en la cabeza y se presentaban ante la comunidad con un “hábito penitencial” para recibir el Sacramento de la Reconciliación el Jueves Santo.

La Cuaresma adquirió un sentido penitencial para todos los cristianos casi 400 años D.C. y a partir del siglo XI la Iglesia de Roma impone las cenizas al inicio de este tiempo.

La ceniza es un símbolo. Su función está descrita, más precisamente en el artículo 125 del Directorio sobre la piedad popular y la liturgia:
El comienzo de los cuarenta días de penitencia, en el Rito romano, se caracteriza por el austero símbolo de las Cenizas, que distingue la Liturgia del Miércoles de Ceniza. Propio de los antiguos ritos con los que los pecadores convertidos se sometían a la penitencia canónica, el gesto de cubrirse con ceniza tiene el sentido de reconocer la propia fragilidad y mortalidad, que necesita ser redimida por la misericordia de Dios“.

¿Qué simbolizan y qué recuerdan las cenizas?

Las cenizas son impuestas en la frente, haciendo la señal de la cruz con ellas mientras el ministro dice las palabras bíblicas:  «Conviértete y cree en el Evangelio» (Mc. 1,14)  ó «Acuérdate que eres polvo y en polvo te convertirás» (Gén, 3, 19).

La palabra ceniza, que proviene del latín “cinis”, representa el producto de la combustión de algo por el fuego. Ésta adoptó tempranamente un sentido simbólico de muerte, caducidad, pero también de humildad y penitencia.

La ceniza, como signo de humildad, le recuerda al cristiano su origen y su fin: “Dios formó al hombre con polvo de la tierra” (Gn 2,7); “hasta que vuelvas a la tierra, pues de ella fuiste hecho” (Gn 3,19).