Cada 8 de Septiembre celebramos el nacimiento de María, la madre de Jesús. La Natividad de la Santísima Virgen es una de las fiestas marianas más antiguas. Se cree que su origen está ligado a la fiesta de la dedicación, en el siglo IV, de una antigua basílica mariana de Jerusalén, sobre cuyas ruinas fue construida en el s. XII la actual iglesia de Santa Ana.
La tradición dice que en este lugar estuvo la casa de los padres de María, Joaquín y Ana, donde nació la Virgen.
En la fiesta de la Natividad de la Bienaventurada Virgen María recordamos lo que el Papa Francisco dijo un día como el de hoy, pero del año 2014, en que dedicó su homilía de la Misa matutina celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta a la figura elegida para ser la madre de Dios:
“Podemos mirar a la Virgen, pequeñita, santa, sin pecado, pura, elegida para ser la madre de Dios, y también mirar la historia que está detrás, tan larga, de siglos. María, la madre que cuidó a Jesús, también cuida con afecto y dolor materno este mundo herido”
Bendita… porque creíste en la Palabra del Señor, porque esperaste en sus promesas, porque fuiste perfecta en el amor.
Bendita por tu caridad premurosa con Isabel, por tu bondad materna en Belén, por tu fortaleza en la persecución, por tu perseverancia en la búsqueda de Jesús en el templo, por tu vida sencilla en Nazaret, por tu intercesión en Cana, por tu presencia maternal junto a la cruz, por tu fidelidad en la espera de la resurrección, por tu oración asidua en Pentecostés.
Bendita eres por la gloria de tu Asunción a los cielos, por tu maternal protección sobre la Iglesia, por tu constante intercesión por toda la humanidad.
(San Juan Pablo II)