El Pontífice iba camino de visitar una parroquia en el barrio de clase trabajadora de Tiburtina, cuando pidió a sus ayudantes que hicieran un desvío para detenerse en la población, de la cual había oído hablar.
«Salió del vehículo y la gente se sorprendió cuando le vieron frente a sus viviendas», dijo el párroco Aristide Sana, que se trasladó a toda prisa al lugar cuando se enteró a último minuto de la parada imprevista del Papa.
Sana, cuyos feligreses llevan comida y ropa al poblado, dijo que en la comunidad, compuesta por unas 150 personas, también vive gente procedente de Rusia, Eritrea, Ucrania y Polonia.
Nadie sabía de la visita. Y la sorpresa fue mayúscula, por eso, corrían así al encuentro de Francisco.
Al instante, una nube de personas rodeó a Francisco. Todos le pidieron la bendición, le tomaron de la mano y aprovecharon la ocasión para inmortalizar el momento con sus teléfonos celulares. El Papa derrochó buen humor.
«Come bien, ¿eh?”. Después, Francisco les propuso rezar juntos. «¿Cuántos hablan castellano?”preguntó, a lo que respodieron «Todos”. «Somos de Sudamérica”.
El Papa se despidió, entre aplausos, con una de sus habituales peticiones.
«Dios les bendiga, recen por mí”.
Fuentes: Infobae y Rome Reports
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