13/10/2015 – Compartimos las palabras del Papa Francisco en el día domingo frente a miles de peregrinos congregados en la Plaza San Pedro para rezar el Ángelus y escuchar al Santo Padre.
Queridos hermanos y hermanas, buenos días.
El evangelio de hoy, tomado del capítulo 10 de Marcos, se divide en tres escenas, articuladas por tres miradas de Jesús. La primera escena muestra el encuentro entre el Maestro y uno que – de acuerdo con el pasaje paralelo de Mateo – viene identificado como “joven”. Este corre a Jesús, se arrodilla y le llama “Maestro bueno”. Entonces le pregunta: “¿Qué debo hacer para heredar la vida eterna?” (V. 17).
“La vida eterna” no es sólo la otra vida, es la vida plena, completa, sin límites. ¿Qué debemos hacer para conseguirla? La respuesta de Jesús resume los mandamientos que se refieren al amor al prójimo. Acerca de ese joven no tiene nada que reprocharse; pero es evidente que la observancia de los preceptos no le es suficiente, no satisface su deseo de plenitud. Y Jesús comprende este deseo que el joven lleva en su corazón; por lo tanto, la respuesta se traduce en una mirada intensa llena de ternura y afecto, “fijó su mirada en él, le amó” (v. 21).
Pero también sabe cuál es el punto débil de su interlocutor, y le hace una propuesta concreta: dar todos sus bienes a los pobres y seguirlo. Pero aquel joven tiene el corazón dividido entre dos señores: Dios y el dinero, y se marcha triste. Esto demuestra que no pueden convivir la fe y el apego a las riquezas. Así que al final, el impulso de los joven se desvanece en la infelicidad de una secuela que naufraga.
En la segunda escena, el evangelista enmarca los ojos de Jesús, y esta vez se trata de una mirada reflexiva, de advertencia: “Jesús, mirando en derredor, dijo a sus discípulos: ¡Qué difícil será para los que tienen riquezas entrar en el reino de Dios!. : Ante el asombro de los discípulos, que se preguntan: “¿Quién podrá salvarse” (V. 26), Jesús responde con una mirada de aliento – es la tercera mirada – y dice que la salvación es, sí, “imposible para los hombres, pero no para Dios “(v. 27). Si confiamos en el Señor, podemos superar todos los obstáculos que nos impiden de seguirlo en el camino de la fe.
Y así llegamos a la tercera escena, la de la declaración solemne de Jesús: En verdad les digo que los que dejan todo para seguirme tendrán la vida eterna en el futuro y el ciento en el presente (cf. vv 29-30.). Este “ciento” está hecho de cosas que se poseía y luego se dejó, pero que luego se encuentran multiplicada al infinito. Se priva de los bienes y se recibe a cambio la satisfacción del bien verdadero; uno se libera de la esclavitud de las cosas y gana la libertad del servicio por amor; se renuncia a la posesión y se obtiene la alegría de dar.
El joven no se ha dejado conquistar por la mirada de amor de Jesús, por lo tanto no pudo cambiar. Sólo aceptando con humilde gratitud el amor del Señor nos liberamos de la seducción de los ídolos y de la ceguera de nuestras ilusiones. El dinero, el placer, el deslumbramiento del éxito, que luego decepcionan: prometen vida, pero procuran muerte. El Señor nos pide que de desprendernos de estas falsas riquezas para entrar en la verdadera vida, una vida plena y auténtica, brillante.
Que la Virgen María nos ayude a abrir el corazón al amor de Jesús, el único que puede saciar nuestra sed de felicidad.
Queridos hermanos y hermanas:
El próximo martes, 13 de octubre se celebra el Día Internacional para la Reducción de los Desastres Naturales. Hay que reconocer que, por desgracia, los efectos de estos desastres son a menudo agravados por la falta de cuidado del medio ambiente por parte del hombre. Me uno a todos los que de manera previsora se dedican a la protección de nuestro hogar común, para promover una cultura global y local de la reducción de desastres y una mayor resistencia a ellos, armonizando los nuevos conocimientos con los tradicionales, y con especial atención a las poblaciones más vulnerables.
Saludo con afecto a todos ustedes, peregrinos, especialmente a las familias y los grupos de la iglesia de Italia y de varias partes del mundo. En particular: los diáconos y sacerdotes del Colegio germano-húngaro que fueron ordenados ayer y les animo a emprender con alegría y confianza su servicio a la Iglesia; los nuevos seminaristas del Venerable Colegio Inglés; la Hermandad de Santa Veracruz de Calahorra.
Saludo a los fieles de la parroquia del Sagrado Corazón y Santa Teresa Margarita Redi, de Arezzo, en el 50 aniversario de la fundación; así como aquellos de Camaiore y Capua; el grupo “Jesús ama” que hicieron una semana de evangelización en el barrio de Trastevere; los niños y las niñas que han recibido recientemente la Confirmación; y, finalmente, la asociación “David Ciavattini” para el cuidado de niños con enfermedades graves de la sangre.
Les deseo a todos un buen domingo. Por favor, les pido que recen por mí. Buen almuerzo y adiós!
Fuente: Aleteia
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