18/04/2022 – Antes de impartir la bendición Urbi et Orbi del Domingo de Resurrección, el Papa Francisco destacó en su Mensaje de Pascua que “necesitamos al Crucificado Resucitado para creer en la victoria del amor, para esperar en la reconciliación” y alentó a dejar entrar “la paz de Cristo en nuestras vidas, en nuestras casas y en nuestros países”.
Según las cifras de las autoridades italianas, alrededor de 100 mil personas acudieron a las cercanías del Vaticano este Domingo de Pascua para la bendición Urbi et Orbi con el Papa Francisco.
Tras reflexionar brevemente en el relato del Evangelio sobre la Resurrección de Jesucristo, el Santo Padre indicó que “no es una ilusión” sino que “hoy más que nunca resuena el anuncio pascual tan querido para el Oriente cristiano”.
“¡Cristo ha resucitado! ¡Verdaderamente ha resucitado! Hoy más que nunca tenemos necesidad de Él, al final de una Cuaresma que parece no querer terminar. Hemos pasado dos años de pandemia, que han dejado marcas profundas. Parecía que había llegado el momento de salir juntos del túnel, tomados de la mano, reuniendo fuerzas y recursos. Y en cambio, estamos demostrando que no tenemos todavía en nosotros el espíritu de Jesús, sino que tenemos todavía el espíritu Caín, que mira a Abel no como a un hermano, sino como a un rival, y piensa en cómo eliminarlo”, advirtió el Papa.
Por ello, el Papa dijo que “necesitamos al Crucificado Resucitado para creer en la victoria del amor, para esperar en la reconciliación. Hoy más que nunca lo necesitamos a Él, para que poniéndose en medio de nosotros nos vuelva a decir: ¡La paz esté con ustedes!”.
“Solo Él puede hacerlo. Solo Él tiene hoy el derecho de anunciarnos la paz. Solo Jesús, porque lleva las heridas, nuestras heridas. Esas heridas suyas son doblemente nuestras: nuestras porque nosotros se las causamos a Él, con nuestros pecados, con nuestra dureza de corazón, con el odio fratricida; y nuestras porque Él las lleva por nosotros, no las ha borrado de su Cuerpo glorioso, ha querido conservarlas, llevarlas consigo para siempre”, indicó el Santo Padre.
En esta línea, el Papa explicó que “las heridas en el Cuerpo de Jesús resucitado son el signo de la lucha que Él combatió y venció por nosotros con las armas del amor, para que nosotros pudiéramos tener paz, estar en paz, vivir en paz”.
Paz en el mundo A continuación, el Santo Padre lanzó un llamado a la paz en diferentes regiones del mundo. En primer lugar, recordó “la martirizada Ucrania, tan duramente probada por la violencia y la destrucción de la guerra cruel e insensata a la que ha sido arrastrada”.
Luego, el Santo Padre recordó “otras situaciones de tensión, sufrimiento y dolor que afectan a demasiadas regiones del mundo y que no podemos ni debemos olvidar”.
“En este día glorioso pidamos paz para Jerusalén y paz para aquellos que la aman, cristianos, judíos y musulmanes. Que los israelíes, los palestinos y todos los habitantes de la Ciudad Santa, junto con los peregrinos, puedan experimentar la belleza de la paz, vivir en fraternidad y acceder con libertad a los Santos Lugares, respetando mutuamente los derechos de cada uno”, pidió el Papa.
Además, el Santo Padre solicitó la “paz y reconciliación en los pueblos del Líbano, de Siria y de Irak, y particularmente en todas las comunidades cristianas que viven en Oriente Medio”.
Asimismo, el Papa lanzó un llamado a la paz en Libia “para que encuentre estabilidad después de años de tensiones”; en Yemen que “sufre por un conflicto olvidado por todos con incesantes víctimas, pueda la tregua firmada en los últimos días devolverle la esperanza a la población”; por la reconciliación en Myanmar “donde perdura un dramático escenario de odio y de violencia”; por Afganistán “donde no se consiguen calmar las peligrosas tensiones sociales, y una dramática crisis humanitaria está atormentando a la población”.
También, el Pontífice solicitó “paz en todo el continente africano, para que acabe la explotación de la que es víctima y la hemorragia causada por los ataques terroristas -especialmente en la zona del Sahel-, y que encuentre ayuda concreta en la fraternidad de los pueblos” entre ellos, Etiopía, “afligida por una grave crisis humanitaria, vuelva a encontrar el camino del diálogo y la reconciliación”; en la República Democrática del Congo para que se “ponga fin a la violencia”; así como por los afectados en la parte oriental de Sudáfrica afectados por graves inundaciones.
Asimismo, el Santo Padre rezó a Cristo resucitado asista “a los pueblos de América Latina que, en estos difíciles tiempos de pandemia, han visto empeorar, en algunos casos, sus condiciones sociales, agravadas también por casos de criminalidad, violencia, corrupción y narcotráfico”.
Finalmente, el Papa rezó para “que el Señor Resucitado que acompañe el camino de reconciliación que está siguiendo la Iglesia Católica canadiense con los pueblos indígenas”. En concreto, para que “el Espíritu de Cristo Resucitado sane las heridas del pasado y disponga los corazones en la búsqueda de la verdad y la fraternidad”.
“Ante los signos persistentes de la guerra, como en las muchas y dolorosas derrotas de la vida, Cristo, vencedor del pecado, del miedo y de la muerte, nos exhorta a no rendirnos frente al mal y a la violencia. ¡Dejémonos vencer por la paz de Cristo! ¡La paz es posible, la paz es necesaria, la paz es la principal responsabilidad de todos!”, concluyó el Papa.
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