21/05/2025 – En su primera audiencia general, el Papa León XIV expresó su alegría al encontrarse con los fieles, y manifestó su deseo de continuar el ciclo de catequesis jubilares iniciado por el Papa Francisco, centrado en el tema «Jesucristo, nuestra esperanza». En esta ocasión, propuso una reflexión sobre la parábola del sembrador (Mt 13,1-17), a la que consideró una introducción clave para comprender el conjunto de parábolas de Jesús. El Papa León XIV, ha querido dirigirse a todos los presentes en la Plaza de San Pedro, en su catequesis, retomando el tema de “Jesucristo, nuestra esperanza”, que había estado realizando el Papa Francisco. Sobre todo, cuando Francisco inició el tema de las parábolas de Jesús el miércoles 16 de abril. Esta catequesis inaugural del Papa León XIV no solo da continuidad a la labor catequética de su predecesor, sino que ofrece un mensaje profundamente esperanzador: Dios no se cansa de sembrar su palabra en nuestras vidas, incluso en nuestras fragilidades. La parábola del sembrador se convierte así en una imagen luminosa del amor incondicional de Dios y del llamado a colaborar con su gracia, dejándonos transformar por la semilla del Evangelio. “Hoy seguiremos meditando sobre las parábolas de Jesús, que nos ayudan a recuperar la esperanza, porque nos muestran cómo obra Dios en la historia. Hoy me gustaría detenerme en una parábola un poco particular, porque es una especie de introducción a todas las parábolas. Me refiero a la del sembrador (cf. Mt 13,1-17). En cierto sentido, en este relato podemos reconocer la forma de comunicarse de Jesús, que tiene mucho que enseñarnos para el anuncio del Evangelio hoy”.
El Papa explicó que las parábolas no son simplemente relatos sencillos o ejemplos morales, sino que son narraciones «tomadas de la vida cotidiana con un significado más profundo”. Su finalidad no es solo enseñar, sino provocar interrogantes en el oyente, mover el corazón y la conciencia, “la parábola suscita en nosotros interrogantes, nos invita a no quedarnos en las apariencias”. El término griego “parábola” significa “lanzar hacia adelante”, es decir, lanzar una verdad que interpela directamente al oyente. Por eso, cada parábola, afirmó el Papa, nos desafía a preguntarnos: ¿qué me dice esta historia a mí? ¿Qué lugar ocupo en ella? En particular, la parábola del sembrador es reveladora de cómo actúa la Palabra de Dios en la vida humana. En esta imagen, Jesús presenta la Palabra como “una semilla”, que es sembrada abundantemente en todo tipo de terrenos. De hecho, afirmó el Papa, «cada palabra del Evangelio es como una semilla que se arroja al terreno de nuestra vida. Muchas veces Jesús utiliza la imagen de la semilla, con diferentes significados». León XIV afirmó que la palabra de Jesús fascina y despierta la curiosidad. Entre la gente hay, evidentemente, muchas situaciones diferentes. La palabra de Jesús es para todos, pero actúa en cada uno de manera diferente. Este contexto nos permite comprender mejor el sentido de la parábola. Este sembrador, aparentemente “despreocupado” por la calidad del suelo, representa a Dios mismo, que siembra generosamente su palabra en cada corazón, sin importar cuán preparado esté. Esta actitud desconcierta, ya que contrasta con la lógica humana del cálculo y la eficiencia. Pero en el Reino de Dios, lo que vale es el amor desbordante y la confianza paciente de un Dios que espera a que cada semilla germine a su debido tiempo.
«Estamos acostumbrados a calcular las cosas —y a veces es necesario—, ¡pero esto no vale en el amor! La forma en que este sembrador «derrochador» arroja la semilla es una imagen de la forma en que Dios nos ama», señaló el Papa. El Papa señaló que los diferentes tipos de terreno representan las diversas disposiciones del corazón humano: a veces somos como un camino endurecido, otras como un terreno pedregoso, o uno lleno de espinos; pero también hay momentos en los que somos un suelo fértil y disponible. “A veces somos más superficiales y distraídos, a veces nos dejamos llevar por el entusiasmo, a veces estamos agobiados por las preocupaciones de la vida, pero también hay momentos en los que estamos disponibles y acogedores” Lo importante es que, a pesar de nuestras inconsistencias, Dios no deja de sembrar. Su amor y su Palabra no se rinden ante nuestras dificultades, sino que siguen siendo ofrecidos una y otra vez. “Es cierto que el destino de la semilla depende también de la forma en que la acoge el terreno y de la situación en que se encuentra, pero ante todo, con esta parábola, Jesús nos dice que Dios arroja la semilla de su palabra sobre todo tipo de terreno, es decir, en cualquier situación en la que nos encontremos: a veces somos más superficiales y distraídos, a veces nos dejamos llevar por el entusiasmo, a veces estamos agobiados por las preocupaciones de la vida, pero también hay momentos en los que estamos disponibles y acogedores”. «Es que Dios confía y espera que tarde o temprano la semilla florezca, remarcó, Él nos ama así: no espera a que seamos el mejor terreno, siempre nos da generosamente su palabra. Quizás precisamente al ver que Él confía en nosotros, nazca en nosotros el deseo de ser un terreno mejor. Esta es la esperanza, fundada sobre la roca de la generosidad y la misericordia de Dios». De este modo, la parábola se convierte en un llamado a la esperanza: si Dios confía en nosotros al sembrar su palabra incluso cuando no somos el terreno ideal, también nosotros podemos confiar en su acción para transformarnos interiormente.
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