«Con el entrenamiento diario del amor se contruye un mundo nuevo

lunes, 16 de junio de 2025

16/06/2025 – (Fuente: Vatican News) (Cecilia Mutual – Vatican News) En la solemnidad de la Santísima Trinidad, el Papa presidióen la Basílica de San Pedro la misa por el Jubileo del Deporte, “un precioso medio de formación humana y cristiana” porque enseña a colaborar y valora la concreción del estar juntos. El Pontífice recordó «la vida sencilla y luminosa» de Pier Giorgio Frassati, patrono de los deportistas, que será santo el 7 de septiembre, y las palabras de Pablo VI sobre la contribución del deporte a la restauración de la paz.

El valor de la colaboración, la concreción de estar juntos y la experiencia de la derrota que nos recuerda nuestra fragilidad y nos abre a la esperanza hacen del deporte un medio valioso para la formación humana y cristiana. El Papa León XIV lo subraya en la homilía de la Misa presidida esta mañana en la Basílica de San Pedro, en la que reflexiona sobre el binomio Trinidad-deporte en el día en que se celebra la solemnidad de Dios Trino, una combinación “poco habitual pero no absurda” porque de hecho “toda buena actividad humana lleva consigo un reflejo de la belleza de Dios, y sin duda el deporte es una de ellas”.

La Trinidad es una danza de amor recíproco
Al inicio de la homilía, el Papa se remite a San Agustín y subraya cómo para el teólogo Trinidad y sabiduría «están íntimamente ligadas». «La sabiduría divina -señala- se revela en la Santísima Trinidad, y la sabiduría nos conduce siempre a la verdad».

«Dios no es estático, no está cerrado en sí mismo. Es comunión, relación viva entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, que se abre a la humanidad y al mundo”. Es “una danza de amor recíproco”, afirma el Pontífice ante unos 6.500 fieles congregados en la Basílica vaticana. Y cita a dos Padre de la Iglesia, Salonio de Ginebra y san Gregorio Nacianceno que hablan de un “Deus ludens, de un Dios que se divierte”. Es de este dinamismo divino que brota la vida.

Es por eso que el deporte puede ayudarnos a encontrar a Dios Trinidad: porque requiere un movimiento del yo hacia el otro, ciertamente exterior, pero también y sobre todo interior. Sin esto, se reduce a una estéril competencia de egoísmos.

Ser deportivos es darse por los demás
León recuerda a un proverbial deportista, San Juan Pablo II que del deporte decía que era “alegría de vivir, juego, fiesta, y como tal debe valorarse mediante la recuperación de su gratuidad, de su capacidad para estrechar lazos de amistad, para favorecer el diálogo y la apertura de unos hacia otros, por encima de las duras leyes de la producción y el consumo”.

No se trata solo de dar una prestación física, quizá extraordinaria, sino de darse uno mismo, de «jugársela». Se trata de entregarse por los demás -por el propio crecimiento, por los aficionados, por los seres queridos, por los entrenadores, por los colaboradores, por el público, incluso por los adversarios – y, si se es verdaderamente deportista, esto vale independientemente del resultado.