El Papa Francisco abrió el Sínodo de los Obispos

lunes, 11 de octubre de 2021
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11/10/2021 – El Papa Francisco inauguró los trabajos del Sínodo de los Obispos sobre la sinodalidad con una Misa celebrada  en la Basílica de San Pedro del Vaticano en la que se refirió al proceso sinodal como un “itinerario” por el que peregrina la Iglesia.

Por ello, animó al conjunto de la comunidad cristiana a participar en el Sínodo con el saludo propio de los peregrinos: “¡Buen camino juntos!”.

El Papa deseó “que podamos ser peregrinos enamorados del Evangelio, abiertos a las sorpresas del Espíritu. No perdamos las ocasiones de gracia del encuentro, de la escucha recíproca, del discernimiento. Con la alegría de saber que, mientras buscamos al Señor, es Él quien viene primero a nuestro encuentro con su amor”.

El Santo Padre destacó que “muchas veces los Evangelios nos presentan a Jesús ‘en camino’, acompañando al hombre en su marcha y escuchando las preguntas que pueblan e inquietan su corazón”.

“De este modo, Él nos revela que Dios no habita en lugares asépticos y tranquilos, lejos de la realidad, sino que camina a nuestro lado y nos alcanza allí donde estemos, en las rutas a veces ásperas de la vida”, añadió. Explicó que “hacer sínodo significa caminar juntos en la misma dirección”.

En su homilía, el Papa se detuvo en tres verbos: Encontrar, escuchar, discernir. Primero, encontrar. “En el Evangelio abundan encuentros con Cristo que reaniman y curan. Jesús no iba con prisas. No miraba el reloj para terminar rápido el encuentro. Siempre estaba al servicio de la persona que encontraba para escucharla”.

“También nosotros, que comenzamos este camino, estamos llamados a ser expertos en el arte del encuentro. No en organizar eventos o en hacer una reflexión teórica de los problemas, sino, ante todo, en tomarnos tiempo para estar con el Señor y favorecer el encuentro entre nosotros”.

En ese sentido, el Sínodo es “un tiempo para dar espacio a la oración, a la adoración”. “Dar espacio a la adoración, a aquello que el Espíritu quiere decir a la Iglesia; para enfocarnos en el rostro y la palabra del otro, encontrarnos cara a cara, dejarnos alcanzar por las preguntas de las hermanas y los hermanos, ayudarnos para que la diversidad de los carismas, vocaciones y ministerios nos enriquezca”.

En segundo lugar, escuchar. “Un verdadero encuentro sólo nace de la escucha”. “Cuando escuchamos con el corazón sucede esto: el otro se siente acogido, no juzgado, libre para contar la propia experiencia de vida y el propio camino espiritual”.

“El Espíritu nos pide que nos pongamos a la escucha de las preguntas, de los afanes, de las esperanzas de cada Iglesia, de cada pueblo y nación. Y también a la escucha del mundo, de los desafíos y los cambios que nos pone delante. No insonoricemos el corazón, no nos blindemos dentro de nuestras certezas. Las certezas muchas veces nos cierran. Escuchémonos”.

Por último, discernir. “El encuentro y la escucha recíproca no son algo que acaba en sí mismo, que deja las cosas tal como están. Al contrario, cuando entramos en diálogo, iniciamos el debate y el camino, y al final no somos los mismos de antes, hemos cambiado”.

“El sínodo es un camino de discernimiento espiritual, de discernimiento eclesial, que se realiza en la adoración, en la oración, en contacto con la Palabra de Dios”, concluyó.