El Papa recibe a Zelensky: de regalo un cuadro sobre la masacre de Bucha

viernes, 11 de octubre de 2024
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11/10/2024 – (Fuente: Vatican News) El presidente ucraniano visitó por tercera vez el Palacio Apostólico para la audiencia con Francisco. Los días pasados estuvo en Londres y París, por la tarde estará en Berlín, el líder de Kiev llegó un poco tarde al Vaticano escoltado por una larga caravana en una Roma blindada. Más de media hora de diálogo privado con el Pontífice y luego conversaciones en la Secretaría de Estado.

El horror de Bucha visto a través de los ojos de Marichka, una niña imaginaria frente a la cual los soldados rusos torturaron y mataron a su padre, su madre y su abuela. La masacre de hace dos años de más de 630 civiles en una ciudad situada a pocos kilómetros al norte de Kiev, lo que las autoridades ucranianas definen como un “genocidio” para el cual han solicitado investigaciones en profundidad a la Corte Penal Internacional, salió a la luz en la audiencia de esta mañana, 11 de octubre, del Papa Francisco a Volodymyr Zelensky.

El presidente ucraniano, tras una conversación privada de unos 35 minutos en la sala de la biblioteca, entregó al Papa un óleo de una niña, Marichka, que, con sus ojos apagados, su pañuelo y su abrigo marrón representa a todos los habitantes de Bucha que tuvieron que presenciar secuestros, torturas, saqueos, violaciones, incluso de menores de edad. Un folleto adjunto a la obra reconstruye los hechos detalladamente. Zelensky quería entregar este regalo al Papa para llamar una vez más la atención del mundo sobre las atrocidades vividas por su pueblo. Personas que esperan desde hace más de dos años y medio una paz que “es una flor frágil”, como reza el escrito en la pieza de bronce donada por Francisco al líder ucraniano.

Que las diferencias no sean motivo de conflicto
“Promover la armonía religiosa para el bien de la humanidad”, el título de la Declaración conjunta, sirve al Pontífice para reiterar la necesidad de asumir con responsabilidad las grandes, y algunas veces, dramáticas crisis que amenazan el futuro de la humanidad, particularmente las guerras y conflictos, desafortunadamente alimentados también por las instrumentalizaciones religiosas; pero también la crisis medioambiental, que se ha convertido en un obstáculo para el crecimiento y la convivencia de los pueblos. Ante este escenario, Francisco los animó a reforzar los valores comunes a todas las tradiciones religiosas, ayudando a la sociedad a «erradicar la cultura de la violencia y de la indiferencia»

La mina de oro de la unidad en la diversidad
El Santo Padre se despidió agradeciendo el camino común emprendido y exhortándolos a custodiar el mosaico de culturas, etnias y tradiciones religiosas; “una riquísima diversidad que se refleja también en la variedad del ecosistema y del ambiente circundante”.

“Y si es cierto que poseen la mina de oro más grande del mundo, sepan que el tesoro más valioso es la voluntad de que las diferencias no sean motivo de conflicto, sino que se encuentren armónicamente en la concordia y el respeto recíproco. No pierdan este don”, concluyó Francisco.