La alegría de ser de Cristo “no se puede ocultar”

jueves, 14 de julio de 2022
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14/07/2022 – En la mañana de este jueves 14 de julio, el Papa Francisco aseguró que la alegría que viene de Dios “no se puede ocultar, ¡brilla! Y es contagiosa”.

Estas fueron las palabras que el Santo Padre dirigió a los participantes de los Capítulos Generales de la Orden de la Madre de Dios, de la Orden Basiliana de San Josafat y de la Congregación de la Misión, reunidos este jueves en el Vaticano.

En su discurso, el Papa Francisco explicó que el Capítulo General “es el momento del discernimiento comunitario: con la ayuda del Espíritu Santo tratamos de ver si hemos sido fieles al carisma y en qué medida, en lo que el Espíritu nos impulsa a seguir adelante y en lo que, en cambio, nos pide que cambiemos”.

“Esta es una de las experiencias más bellas y más fuertemente ‘eclesiales’ que se nos da: escuchar juntos al Espíritu, presentándole situaciones concretas, cuestiones, problemas…”, aseguró a continuación el Santo Padre.

A continuación, destacó el carisma evangelizador y la importancia de que cada Orden oriente su actividad según el testimonio y anuncio del Evangelio: “La vocación de la Iglesia es evangelizar, la alegría de la Iglesia es evangelizar”, expresó.

“Pero una cosa es cierta: los carismas, como enseña San Pablo, son todos para la edificación de la Iglesia, y como la Iglesia no es un fin en sí misma, sino que su finalidad es evangelizar, se deduce que todo carisma, sin excepción, puede y debe cooperar en la evangelización. Y esto hay que tenerlo bien presente a la hora de discernir”, aseguró.

Además, explicó a los presentes que “como religiosos, estáis llamados a evangelizar no sólo a nivel personal, como todo bautizado, sino también en forma comunitaria, con vida fraterna”.

Para el Papa Francisco, esto “requiere una actitud diaria de conversión, requiere voluntad de cuestionarse, vigilancia sobre la rigidez, así como de una tolerancia excesiva y ‘cómoda’. Sobre todo, requiere humildad y sencillez de corazón, que nunca debemos dejar de pedir a Dios, porque vienen de Él”.

Asimismo, subrayó que es en las relaciones “donde se tamizan nuestros corazones y donde, con el compromiso de cada uno, puede tomar forma un hermoso testimonio de hermanos”.

“No una cursilería, no una concordia de fachada, no una homogeneidad aplanada por la personalidad del superior o de algún líder. No. Una fraternidad libre, con gusto por la diversidad y en busca de una armonía cada vez más evangélica”.

Más tarde, el Pontífice ejemplificó esta idea y aseguró que es “como en una orquesta con muchos instrumentos, donde lo esencial no es la habilidad de los solistas, sino la capacidad de cada uno de ellos de escuchar a todos los demás para crear la mejor armonía posible”.

También invitó a los presentes a preguntarse si son alegres en su vocación, “una alegría real, no formal, no esa alegría con la sonrisa que no dice nada, la sonrisa artificial, ‘hermano, hermano’ y luego el puñal por detrás. Sucede, sucede, lo sabemos”, lamentó.

“La alegría no formal, no la sonrisa artificial. La alegría de ser de Cristo y estar juntos, con nuestras limitaciones y nuestros pecados. La alegría de ser perdonados por Dios y de compartir este perdón con nuestros hermanos y hermanas. Esta alegría no se puede ocultar, ¡brilla! Y es contagiosa”, defendió a continuación.

Por último, destacó la importancia de “la humildad y sencillez de corazón y alegría. Este es el camino de una fraternidad evangelizadora. Imposible para los hombres, pero no para Dios”.