“La cruz es como un libro que para conocerlo es necesario abrir y leer”

martes, 14 de septiembre de 2021
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14/09/2021 – Por primera vez, un Pontífice celebró la Divina Liturgia Bizantina de San Juan Crisóstomo en Eslovaquia. El Papa Francisco, junto con el Arzobispo Metropolita de Presov, Monseñor Ján Babjak, presidió la Liturgia ante unos 40 mil fieles en un altar provisional construido junto al centro deportivo municipal de Presov.

A lo largo de su Pontificado, el Papa celebró en tres ocasiones la Santa Misa por un rito oriental. La primera fue durante su viaje apostólico a Rumanía en junio de 2019, la segunda durante su visita a Irak el pasado mes de marzo, en que celebró según el rito caldeo, y la tercera en la Misa celebrada hoy en Eslovaquia.

La liturgia de San Juan Crisóstomo es la más empleada en la Misas de Eslovaquia. De hecho, es la liturgia habitual en las celebraciones diarias.

Una de las particularidades de la Misa celebrada según el rito bizantino es que la comunión se recibe tanto con el pan como con el vino. La forma de distribuir la comunión es, por ello, muy distinta al rito latino. El sacerdote traslada la comunión en un cáliz y, con una cucharilla, introduce el pan en la boca de cada fiel.

Dada la actual situación de pandemia causada por el COVID 19, esa forma de comulgar planteaba un problema, pues podría facilitar el contagio del coronavirus.

Para evitarlo, los organizadores de la visita papal han dispuesto 25 mil cucharillas para que cada fiel reciba la comunión con una cucharilla distinta y evitar así riesgos de contagios.

En su homilía el Papa reflexionó sobre la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, que la Iglesia celebra hoy y pidió no reducir la cruz “a un objeto de devoción, mucho menos a un símbolo político, a un signo de importancia religiosa y social” y aseguró que “la cruz es como un libro que para conocerlo es necesario abrir y leer”.

El Pontífice comentó, en concreto, el episodio evangélico en el que San Juan se sitúa al pie de la Cruz. “Contempla a Jesús, ya muerto, colgado del madero, y escribe: ‘El que lo vio da testimonio’”. Es decir, “san Juan ve y da testimonio”.

“Ante todo está el ver. Pero, ¿qué ha visto Juan al pie de la cruz?”, se preguntó el Papa. “Ciertamente lo que han visto los demás: Jesús, inocente y bueno, muere brutalmente entre dos malhechores”.

El Papa advirtió que “también nosotros corremos el riesgo de detenernos ante esta primera mirada, superficial, de no aceptar la lógica de la cruz; de no aceptar que Dios nos salve dejando que se desate sobre sí el mal del mundo”.

“No aceptar, sino sólo con palabras, al Dios débil y crucificado, es soñar con un Dios fuerte y triunfante. Es una gran tentación”.

San Juan, en cambio, “vio en la cruz la obra de Dios. Reconoció en Cristo crucificado la gloria de Dios. Vio que Él, a pesar de las apariencias, no era un fracasado, sino que era Dios que voluntariamente se ofrecía por todos los hombres”.

El Papa recordó que “algunos santos han enseñado que la cruz es como un libro que, para conocerlo, es necesario abrir y leer. No basta adquirir un libro, darle un vistazo y colocarlo en un lugar visible de la casa. Lo mismo vale para la cruz: está pintada o esculpida en cada rincón de nuestras iglesias”.

Señaló que “son incontables los crucifijos: en el cuello, en casa, en el auto, en el bolsillo. Pero no sirve de nada si no nos detenemos a mirar al Crucificado y no le abrimos el corazón, si no nos dejamos sorprender por sus llagas abiertas por nosotros, si el corazón no se llena de conmoción y no lloramos delante del Dios herido de amor por nosotros”.

 

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