La oración pequeña que conmueve a Dios

jueves, 16 de enero de 2020
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16/01/2020 – Durante la Misa celebrada este jueves 16 de enero en la Casa Santa Marta, el Papa Francisco invitó a realizar estas dos oraciones que, según afirmó, son “milagrosas” y conmueven a Dios: “Señor, si quieres puedes curarme; si quieres puedes perdonarme; si quieres puedes ayudarme”. “Señor, soy pecador, ten piedad de mí, ten compasión de mí”.

Son dos oraciones que ha sugerido a partir del fragmento del Evangelio de San Marcos leído en la Misa en el que se narra cómo Jesús sana a un leproso.  “Si quieres, puedes limpiarme”, le dice el leproso a Jesús, y Jesús lo cura.

Francisco destacó que ese “si quieres” es la oración que “llama la atención de Dios”. “Es un desafío, pero también un acto de fe. Sé que Él puede y por eso me fío de Él”.

El Papa explicó que la compasión de Jesús no es pena. “La compasión implica, proviene del corazón y te implica, te hace actuar. La compasión es sufrir con esa persona, asumir el sufrimiento del otro para tratar de resolverla, de sanarla. Y esa es la misión de Jesús. Jesús no vino para predicar la ley y luego marcharse. Jesús vino con compasión, es decir, a sufrir con y por nosotros, y a ofrecer su propia vida. Es tan grande el amor de Jesús que la compasión lo ha llevado a la Cruz, a dar la vida”.

“Jesús es capaz de implicarse en el dolor, en los problemas de los demás, porque vino para eso, no para lavarse las manos y hacer tres o cuatro prédicas y marcharse”.

A partir de las palabras del leproso, Francisco sugirió esas oraciones: “Señor, si quieres puedes curarme; si quieres puedes perdonarme; si quieres puedes ayudarme”. O también: “Señor, soy pecador, ten piedad de mí, ten compasión de mí”.

Son oraciones sencillas “que mucha gente puede decir cada día: ‘Señor, yo pecador te pido ten piedad de mí’. Muchas veces al día, en el corazón, interiormente, sin decirlo en voz alta: ‘Señor, si quieres, puedes; si quieres puedes. Ten compasión de mí’”.

En opinión del Papa, se trata de una oración milagrosa, y así lo demostró el leproso del Evangelio, al que Jesús mira con compasión, sin avergonzarse de su enfermedad ni de sus pecados. “Él no se avergüenza de nosotros”.

“Él vino precisamente por nosotros pecadores, y cuanto más pecador seas, el Señor estará más cercano a ti, porque vino por ti, por el pecador más grande, por mí, por todos nosotros”, concluyó el Papa Francisco