11/04/2025 – Éste es el testimonio del padre Tomás, misionero argentino en la diócesis de Vanimo, donde los fieles invocan y rezan a Peter To Rot, pronto proclamado santo. “El pontificado del Papa Francisco está dejando, sin duda, una huella muy profunda en el corazón de todos en Papúa Nueva Guinea. Una huella que será imposible de olvidar y que pasará a la historia como una de las páginas más hermosas de la Iglesia en esta joven nación, que en septiembre cumplirá apenas 50 años de vida”, dijo a los medios vaticanos el padre Tomás Ravaioli, sacerdote de 43 años. Argentino de Buenos Aires y misionero en Papúa Nueva Guinea desde hace casi dieciséis años, Tomás se ha implicado personalmente en el proceso de canonización del catequista papú Peter To Rot, asesinado en 1945 por haber continuado su apostolado a pesar de la prohibición impuesta por los japoneses. “To Rot murió por defender los valores tradicionales de la familia. Tenía tres hijos y una esposa, estaba en contra de la poligamia y la condenaba enérgicamente. En Papúa Nueva Guinea lo invocan, le rezan y están muy contentos y entusiasmados de que pronto se convierta en santo”.
Aquí hay muy poco: escuelas, institutos, dispensarios, pequeños hospitales y centros asistenciales funcionan gracias a nuestro trabajo, apoyado por los laicos. Papúa Nueva Guinea es un país fascinante, rico en historia, cultura y tradiciones únicas. Es el país con mayor número de lenguas del mundo. Se hablan más de 800 lenguas diferentes, lo que representa alrededor del 12% de las lenguas del planeta. La cultura es muy diversa, con cientos de grupos étnicos y tribales. Cada tribu tiene sus propias costumbres, vestimentas, rituales y arte. Su geografía también es impresionante, llena de montañas, volcanes activos y hermosas playas. Antes de la llegada del cristianismo, las tribus y comunidades de Papúa Nueva Guinea practicaban religiones tradicionales, centradas en creencias animistas y espirituales. Algunas creencias indígenas aún persisten en ciertas zonas, sobre todo en las áreas rurales y remotas. Hoy, sin embargo, la mayoría de los habitantes son cristianos. El cristianismo fue introducido por misioneros británicos, alemanes y australianos durante el siglo XIX. Las principales ramas del cristianismo en Papúa Nueva Guinea son el catolicismo y varias denominaciones protestantes, incluidas las iglesias evangélica y anglicana.
La misión aquí es realmente fascinante. Por un lado, porque es un país donde el Evangelio llegó hace poco tiempo y, por lo tanto, aún queda mucho por hacer. Hay lugares incontaminados, aldeas o tribus remotas en medio de la selva que todavía no han oído hablar de Jesús o lo han hecho hace pocos años. Los sacerdotes no podemos aburrirnos porque tenemos mucho trabajo que hacer. Pero también es fascinante, no sólo porque es una aventura, sino también por la respuesta que recibimos de la gente. A menudo ocurre que sacerdotes o misioneros de otros lugares vienen a visitarnos aquí, a Papúa, y cuando ven nuestras iglesias tan repletas, se quejan bromeando y dicen: «Ojalá tuviéramos las iglesias tan llenas como ustedes».
Se trata de una fe muy, muy viva. Las iglesias están llenas de niños, de jóvenes que vienen, pero no sólo a la mesa, sino que también vienen a la adoración eucarística, vienen a confesarse cada semana. Así que es una fe muy, muy viva y para nosotros los sacerdotes, que somos pocos, tenemos por tanto mucho trabajo que hacer. En realidad, nunca he conocido a ningún sacerdote misionero que se haya quejado o haya querido volver a su país, sino todo lo contrario. Cuando sucede que un sacerdote, ya sea por razones de salud, o tal vez porque se ha hecho viejo, debe regresar a su patria, lo hace llorando, porque es una misión que verdaderamente te roba el corazón.
Hay muchas cosas que podríamos decir sobre los gestos y la delicadeza del Papa hacia esta nación, pero me gustaría enumerar sólo tres. En primer lugar, los misioneros del Instituto del Verbo Encarnado que trabajamos en la diócesis de Vanimo desde hace casi 30 años nos hemos sentido especialmente cuidados y protegidos por su amor paternal. Todo comenzó en 2019, cuando un grupo de nuestra parroquia viajó a Roma para una peregrinación a la tumba de los apóstoles. En aquella ocasión, el Santo Padre los recibió en audiencia privada y les prometió que algún día les devolvería la visita, viniendo él mismo a la remota aldea de Vanimo para visitarlos. Desde entonces, el Papa ha mantenido una comunicación constante con los misioneros de aquella zona, preocupándose no sólo de las necesidades espirituales de los fieles, sino también de las necesidades materiales de la misión.
Nuestra misión tenía dos escuelas primarias para los niños de nuestras cinco aldeas, pero no teníamos ninguna escuela secundaria para que continuaran sus estudios. Esto nos partía el corazón, porque era triste ver cómo la mayoría de esos niños se quedaban sin futuro una vez terminada la primaria, a los 14 o 15 años. Pero nos resultaba humanamente imposible construir una escuela que pudiera acoger a tantos miles de niños, así que sólo era un sueño. Sin embargo, el sueño se hizo realidad cuando el Papa Francisco se dio cuenta de la situación y quiso ocuparse personalmente de la construcción de esa escuela, encontrando benefactores para nosotros. Esa escuela ya está en marcha y los niños, que durante años estuvieron sin futuro, tienen ahora una nueva luz de esperanza gracias a la generosidad del Papa.
En segundo lugar, es necesario recordar el viaje apostólico que Francisco realizó a nuestro país. No sólo porque una visita del sucesor de Pedro es siempre un paso importante en la vida de un país, sino también porque él mismo pidió visitar la remota aldea de Vanimo. Y en medio de sus miles de actividades y responsabilidades, dedicó una tarde entera a visitarla. Nada más bajar del avión, le dijo al sacerdote misionero que había ido con los peregrinos en 2019: “¿Ves? He cumplido mi promesa. Estoy aquí, visitándolos”. Por último, el tercer gesto del Papa Francisco hacia nosotros tuvo lugar hace unos días. El 31 de marzo, el mundo entero se alegró con la noticia de que canonizaría al primer santo de Papúa Nueva Guinea. Todavía no sabemos la fecha de la canonización de Peter To Rot, pero lo que sí sabemos es que será, una vez más, un hito en la historia de este país y una muestra más del amor y la predilección del Santo Padre por nosotros.
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