León XIV: la humildad y la honestidad son el camino hacia la gracia divina

lunes, 27 de octubre de 2025

27/10/2025 – El Papa León XIV compartió una reflexión centrada en el Evangelio del día, que narra la parábola del fariseo y el publicano, según San Lucas. El Santo Padre enfatizó que la salvación no se alcanza a través de la ostentación de los propios logros ni ocultando las faltas, sino presentándose con veracidad ante Dios y ante los demás, solicitando el perdón con confianza en la clemencia del Señor. El Pontífice analizó el comportamiento de los dos personajes evangélicos. El fariseo, arrogante, se jacta de su cumplimiento de la Ley y desprecia a los demás, denotando un rigor legalista que carece de amor y piedad.

El Pontífice contrapuso esta actitud a la del publicano. Este personaje, un recaudador de impuestos asociado al Imperio Romano y conocido por sus prácticas de especulación, tenía motivos significativos para pedir clemencia. No obstante, al término de la narración evangélica, Jesús revela que fue el publicano quien regresó a casa «justificado», es decir, perdonado y renovado por su encuentro con el Altísimo. El obispo de Roma explicó que esto se debe a que el publicano demostró el valor y la modestia de comparecer ante Dios sin ocultar su realidad. «No se encierra en su mundo, no se resigna al mal que ha hecho», destacó Su Santidad.

Para ilustrar la importancia de la transparencia y el arrepentimiento, el Papa citó a San Agustín. El antiguo Padre de la Iglesia compara al fariseo con un enfermo que, por vergüenza u orgullo, esconde sus dolencias al médico. En contraste, el publicano actúa «con humildad y sabiduría», mostrando sus heridas, por más dolorosas que sean, y pidiendo asistencia. León XIV exhortó a los fieles a replicar el proceder del publicano: «Queridos hermanos y hermanas, hagamos lo mismo. No tengamos miedo de reconocer nuestros errores, de ponerlos al descubierto asumiendo nuestra responsabilidad y confiándolos a la misericordia de Dios».

Finalmente, el Sucesor de Pedro concluyó su mensaje al afirmar que, mediante esta honestidad y humildad, es posible que «pueda crecer, en nosotros y a nuestro alrededor, su Reino, que no pertenece a los soberbios, sino a los humildes». Este Reino se cultiva en la plegaria y en la vida cotidiana a través de la rectitud, el perdón y la gratitud. Al concluir, el Papa invocó la intercesión de la Virgen María, a quien llamó «modelo de santidad», para que ayude a la comunidad de creyentes a progresar en estas virtudes esenciales.

Fuente: Vatican News.