“Nadie instrumentalice la violencia en el nombre de Dios”

martes, 27 de mayo de 2014
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26/05/2014 – Con algunos minutos de anticipación sobre el programa, hacia las 8 horas de la mañana, el Papa Francisco inició su último día de peregrinación en Tierra Santa visitando la Mezquita de la Roca, aquella con la cúpula dorada que es muy famosa en las fotos de Jerusalén.

Al ingreso, se quitó los zapatos como indica la tradición musulmana para poder visitar este lugar de culto. Con él estaba también el exponente musulmán de argentina, el jeque Omar Ahmed Abboud, amigo del Papa. En el viaje le acompañó tambien el rabino Abrahán Skorka; ellos trabajaron con él en Argentina favoreciendo el diálogo ecuménico y demostrando que la amistad entre personas de diversas religiones se mantiene en el tiempo y se incrementa.

Recibido en el interior del edificio del Gran Consejo, ubicado en la explanada de las mezquitas, en el discurso de bienvenida el gran muffí musulmán expuso sus dificultades, y reivindicó sus derechos especialmente ante sus vecinos de Israel. “Pedimos a su santidad con su autoridad moral interceda para que se ponga termino a estas prácticas violentas e injustas contra los musulmanes”, concluyó.

Una segunda autoridad, del consejo supremo musulmán, responsable de la custodia de esta mezquita que según la tradición fue el lugar en que Mahoma fue llevado al cielo, tras darle la bienvenido en nombre de todos, reiteró que sufren persecución por parte de extremistas de Israel, y de los palestinos presos. Y concluyó que la paz no llegará si no se produce el final de la ocupación.

El discurso era en idioma árabe y un sacerdote franciscano, Silvio de la Fuente, compatriota del Papa, le traducía simultáneamente.

Este es el discurso del Santo Padre:

"Excelencia, Queridos amigos Musulmanes: me complace poder encontrarme con ustedes en este lugar sagrado. Les agradezco de corazón la cortés invitación que me han dirigido y, en particular, le doy las gracia a Usted, Excelencia, y al Presidente del Consejo Supremo Musulmán.

Siguiendo las huellas de mis Predecesores y, sobre todo, la luminosa estela dejada por el viaje de Pablo VI, hace ya cincuenta años –el primer viaje de un Papa a Tierra Santa–, he tenido mucho interés en venir como peregrino a visitar los lugares que han visto la presencia terrena de Jesucristo. Pero mi peregrinación no sería completa si no incluyese también el encuentro con las personas y comunidades que viven en esta Tierra, y por eso, me alegro de poder estar con Ustedes, Amigos Musulmanes.

En este momento me viene a la mente la figura de Abrahan, que vivió como peregrino en estas tierras. Musulmanes, cristianos y judíos reconocen a Abrahan, si bien cada uno de manera diferente, como padre en la fe y un gran ejemplo a imitar. Él se hizo peregrino, dejando a su gente, su casa, para emprender la aventura espiritual a la que Dios lo llamaba.

Un peregrino es una persona que se hace pobre, que se pone en camino, que persigue una meta grande apasionadamente, que vive de la esperanza de una promesa recibida (cf.Hb11,8- 19). Así era Abrahán, y ésa debería ser también nuestra actitud espiritual. Nunca podemos considerarnos autosuficientes, dueños de nuestra vida; no podemos limitarnos a quedarnos encerrados, seguros de nuestras convicciones. Ante el misterio de Dios, todos somos pobres, sentimos que tenemos que estar siempre dispuestos a salir de nosotros mismos, dóciles a la llamada que Dios nos hace, abiertos al futuro que Él quiere construir para nosotros.

En nuestra peregrinación terrena no estamos solos: nos encontramos con otros hermanos, a veces compartimos con ellos un tramo del camino, otras veces hacemos juntos una pausa reparadora. Así es el encuentro de hoy, y lo vivo con particular gratitud: se trata de un agradable descanso juntos, que ha sido posible gracias a su hospitalidad, en esa peregrinación que es nuestra vida y la de nuestras comunidades. Vivimos una comunicación y un intercambio fraterno que pueden reponernos y darnos nuevas fuerzas para afrontar los retos comunes que se nos plantean.

De hecho, no podemos olvidar que la peregrinación de Abrahán ha sido también una llamada a la justicia: Dios ha querido que sea testigo de su actuación e imitador suyo. También nosotros quisiéramos ser testigos de la acción de Dios en el mundo y por eso, precisamente en este encuentro, oímos resonar intensamente la llamada a ser agentes de paz y de justicia, a implorar en la oración estos dones y a aprender de lo alto la misericordia, la grandeza de ánimo, la compasión.

Queridos amigos, desde este lugar santo lanzo un vehemente llamamiento a todas las personas y comunidades que se reconocen en Abrahán:

Respetémonos y amémonos los unos a los otros como hermanos y hermanas. Aprendamos a comprender el dolor del otro. Que nadie instrumentalice el nombre de Dios para la violencia. Trabajemos juntos por la justicia y por la paz. ¡Salam!".

"El conocimiento reci´proco de nuestro patrimonio espiritual, la valoracio´n de lo que tenemos en comu´n y el respeto en lo que nos separa, podra´n marcar la pauta para el futuro desarrollo de nuestras relaciones, que ponemos en las manos de Dios". Son palabras del Santo Padre en el Centro "Heichal Shlomo", Sede del Gran Rabinato de Israel. Hasta allí se ha dirigido para la visita de cortesía a los Grandes Rabinos de Israel, el Gran Rabino Askenazi David Lau y el Gran Rabino Sefardita Yitzhak Yosef.

Francisco fue recibido por el director general del Centro y acompañado hasta la sala donde ha tenido lugar el encuentro con los dos Grandes Rabinos y han compartido unos instantes de charla. Francisco ha aprovechado para recordar que "este camino de amistad representa uno de los frutos del Concilio Vaticano II". Y ha afirmado estar "convencido de que cuanto ha sucedido en los u´ltimos decenios en las relaciones entre judi´os y cato´licos ha sido un aute´ntico don de Dios, una de las maravillas que E´l ha realizado, y por las cuales estamos llamados a bendecir su nombre".

Un don de Dios -ha especificado- que "no hubiera podido manifestarse sin el esfuerzo de muchi´simas personas entusiastas y generosas, tanto judi´os como cristianos". A propósito ha querido mencionar el diálogo entre el Gran Rabinato de Israel y la Comisio´n de la Santa Sede para las relaciones religiosas con el Judai´smo. Un dia´logo comenzó en el 2002 inspirado por la visita del santo Papa Juan Pablo II a Tierra Santa. El Papa se ha mostrado confiado en que este diálogo pueda continuar y tenga un futuro luminoso por delante.

Francisco ha indicado que "estamos llamados, como cristianos y como judi´os, a profundizar en el significado espiritual del vi´nculo que nos une". Explicando que "se trata de un vi´nculo que viene de lo alto, que sobrepasa nuestra voluntad y que mantiene su integridad, a pesar de las dificultades en las relaciones experimentadas en la historia".

Por parte cato´lica -ha subrayado el Papa- "tenemos la intencio´n de valorar plenamente el sentido de las rai´ces judi´as de nuestra fe". Pero, también ha mostrado su confianza en que "tambie´n por parte judi´a se mantenga y, si es posible, aumente el intere´s por el conocimiento del cristianismo, tambie´n en esta bendita tierra en la que reconoce sus ori´genes y especialmente entre las jo´venes generaciones".

Finalmente, el Papa ha señalado que "juntos podremos dar un gran impulso a la causa de la paz; juntos podremos dar testimonio, en un mundo en ra´pida transformacio´n, del significado perenne del plan divino de la creacio´n; juntos podremos afrontar con firmeza toda forma de antisemitismo y cualquier otra forma de discriminacio´n".

Francisco también rezó ante el Muro de las Lamentaciones, una tradición para la religión judía.

 

Zenit / Rome Reports