01/12/2016 – Todos tenemos en el corazón resistencias contra la gracia: es necesario encontrarlas y pedir ayuda al Señor, reconociéndonos pecadores. Es la exhortación del Papa en su homilía de la misa matutina celebrada el 1º de diciembre en la capilla de la Casa de Santa Marta, durante la primera semana de Adviento.
Francisco se detuvo a considerar las resistencias escondidas por las palabras vacías, justificativas o acusatorias. El Santo Padre advirtió ante el “gatopardismo espiritual”, o sea la disponibilidad a cambios de fachada, para conservar, oportunistamente intacto, el privilegio de quien dice que todo cambiará para que después no cambie nada.
“Que tu gracia venza las resistencias del pecado”. A partir de esta oración propuesta en la Colecta del día el Pontífice se refirió a las resistencias que impiden ir adelante y que siempre han existido en la vida cristiana. Francisco propuso una distinción entre los diversos tipos de resistencias. Están las “resistencias abiertas, que nacen de la buena voluntad”, como la de Saulo que se resistía a la gracia, pero “convencido de hacer la voluntad de Dios”. Es el mismo Jesús quien le dice que se detenga y Saulo se convierte. “Las resistencias abiertas – dijo el Papa – son sanas”, en el sentido de que “están abiertas a la gracia para convertirse”. Y añadió que, en efecto, todos somos pecadores.
Para el Papa Bergoglio “las resistencias escondidas” son las más peligrosas porque son las que no se dejan ver. “Cada uno de nosotros tiene su propio estilo de resistencia escondida a la gracia”. Pero es necesario encontrarla “y ponerla delante del Señor, a fin de que Él nos purifique”. Es la resistencia de la que Esteban acusaba a los Doctores de la Ley: resistir al Espíritu Santo mientras quería aparecer como si estuvieran buscando la gloria de Dios. A Esteban decir esto le costó la vida:
“Estas resistencias escondidas, que todos tenemos, ¿de qué naturaleza son? Siempre vienen para detener un proceso de conversión. ¡Siempre! Es detener, no es luchar contra. ¡No, no! Es estar detenido; sonreír, tal vez, pero tú no pasas. Resistir pasivamente, de modo escondido. Cuando hay un proceso de cambio en una institución, en una familia, escucho decir: ‘Pero, hay resistencias allí… ¡Pero gracias a Dios! Porque si no estuvieran, la cosa no sería de Dios. Cuando están estas resistencias es el diablo el que las siembra allí, para que el Señor no vaya adelante”.
El Obispo de Roma se refirió a tres tipos de resistencias escondidas. Está la resistencia de las “palabras vacías”. Y para darla a entender se remontó al Evangelio en el que Jesús afirma que no quien diga “Señor, Señor” entrará en el Reino de los cielos. Como en la Parábola de los dos hijos a los que el Padre envía a la viña: uno dice “no”, y después va, mientras el otro dice “sí”, pero no va:
“Decir sí, todo sí, muy diplomáticamente; pero es ‘no, no, no’. Tantas palabras: ‘Sí, sí, sí; ¡cambiaremos todo! ¡Sí!’, para no cambiar nada, ¿no? Allí está el ‘gatopardismo’ espiritual: aquellos que dicen a todo sí, pero que es todo no. Es la resistencia de las palabras vacías”.
Después está la resistencia “de las palabras justificativas”, es decir, cuando una persona se justifica continuamente, “siempre hay una razón para oponer”: “No, eso lo hizo aquel”. Cuando hay tantas justificaciones, “no está el buen perfume de Dios” – dijo el Papa – sino “el feo olor del diablo”. “El cristiano no tiene necesidad de justificarse”, aclaró Francisco. “Ha sido justificado por la Palabra de Dios”. Por tanto – explicó – se trata de resistencia de las palabras “que tratan de justificar mi posición para no seguir aquello que el Señor me indica”.
Y después está la resistencia “de las palabras acusatorias”: cuando se acusan a los demás para no verse a sí mismos, no se tiene necesidad de conversión y así se resiste a la gracia como evidencia la Parábola del fariseo y del publicano. Por tanto – añadió el Papa Bergoglio al concluir – cuando hay resistencias no hay que tener miedo, sino pedir ayuda al Señor reconociéndose pecadores:
“Yo les diré que no tengan miedo cuando cada uno de ustedes, cada uno de ustedes, encuentra que en su corazón hay resistencias. Pero decirlo claramente al Señor: ‘Mira, Señor, yo trato de cubrir esto, de hacer esto para no dejar entrar tu palabra’. Y decir esta palabra tan bella, ¿no? “Señor, con gran fuerza, socórreme. Que tu gracia venza las resistencias del pecado”. Las resistencias son siempre un fruto del pecado original que nosotros tenemos. ¿Es feo tener resistencias? No, ¡es bello! Lo feo es tomarlo como defensa contra la gracia del Señor. Tener resistencias es normal; es decir: ‘Soy pecador, ¡ayúdame Señor!’. Preparémonos con esta reflexión a la próxima Navidad”.
Fuente: Radio Vaticana
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