22/09/2015 – Después de bendecir la ciudad de Holguín el Santo Padre tomó el avión que lo llevó a la última etapa de su estadía en Cuba en la ciudad de Santiago de Cuba. Junto a los Obispos y el Séquito Papal se dirigió a la Basílica menor del Santuario de la Virgen de la Caridad del Cobre, para rezarle juntos a la Madre venerada y amada por los cubanos dentro y fuera del país, que fuera proclamada Patrona de Cuba por Benedicto XV en 1916.
Oración:
¡Virgen de la Caridad del Cobre, Patrona de Cuba! ¡Dios te salve, María, llena de gracia! Tú eres la Hija amada del Padre, la Madre de Cristo, nuestro Dios, el Templo vivo del Espíritu Santo. Llevas en tu nombre, Virgen de la Caridad, la memoria del Dios que es Amor, el recuerdo del mandamiento nuevo de Jesús, la evocación del Espíritu Santo: amor derramado en nuestros corazones, fuego de caridad enviado en Pentecostés sobre la Iglesia, don de la plena libertad de los hijos de Dios. ¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre, Jesús! Has venido a visitar nuestro pueblo y has querido quedarte con nosotros como Madre y Señora de Cuba, a lo largo de su peregrinar por los caminos de la historia. Tu nombre y tu imagen están esculpidos en la mente y en el corazón de todos los cubanos, dentro y fuera de la Patria, como signo de esperanza y centro de comunión fraterna. ¡Santa María, Madre de Dios y Madre nuestra! Ruega por nosotros ante tu Hijo Jesucristo, intercede por nosotros con tu corazón maternal, inundado de la caridad del Espíritu. Acrecienta nuestra fe, aviva la esperanza, aumenta y fortalece en nosotros el amor. Ampara nuestras familias, protege a los jóvenes y a los niños, consuela a los que sufren. Sé Madre de los fieles y de los pastores de la Iglesia, modelo y estrella de la nueva evangelización. ¡Madre de la reconciliación! Reúne a tu pueblo disperso por el mundo. Haz de la nación cubana un hogar de hermanos y hermanas para que este pueblo abra de par en par su mente, su corazón y su vida a Cristo, único Salvador y Redentor, que vive y reina con el Padre y el Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amén.
Quédate Señor con la comunidad de tus discípulos. Renueva en nosotros el don de tu amor. Anímanos y consérvanos en la fidelidad, para que anunciemos a todos con alegría, que tú nos has resucitado Y que nos has dado la misión de ser tus testigos. Que María de la Caridad, discípula y misionera, Madre de todos, nos acompañe y proteja. Amén.
Quédate con nosotros Señor, acompáñanos aunque no siempre hayamos sabido reconocerte. Quédate con nosotros porque tú eres el Camino, la Verdad y la Vida. Quédate en nuestras familias, ilumínalas y sostenlas en las dificultades Quédate con nuestros niños y nuestros jóvenes, En ellos está la esperanza y la riqueza de nuestra Patria. Quédate con los que sufren, confórtalos y protégelos. Quédate con nosotros Señor, cuando surge la duda, el cansancio o la dificultad; ilumina nuestras mentes con tu Palabra; aliméntanos con el Pan de Vida que nos ofreces en cada Eucaristía; ayúdanos a sentir el gozo de creer en ti.
Fuente: Radio Vaticano
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