Primera Misa del Año: “María enséñanos a encontrar tiempo para Dios y los demás”

viernes, 1 de enero de 2021

01/01/2021 – En el día de hoy, 1 de enero de 2021, con ocasión de la solemnidad de Santa María Madre de Dios y Jornada Mundial de la Paz; el cardenal Secretario de Estado, Pietro Parolin, fue el encargado de presidir la Santa Misa en la Basílica Vaticana a las 10 de la mañana hora local de Roma, sustituyendo al Papa Francisco quien no pudo participar debido a unas molestias de ciática.

El cardenal Parolin leyó la homilía del Pontífice que subraya tres verbos destacados en las lecturas del día y que se cumplen en la Madre de Dios: bendecir, nacer y encontrar.

Bendecir
En cuando al primer verbo, bendecir, el purpurado indicó que hoy celebramos al Hijo de Dios, el Bendito por naturaleza, “que viene a nosotros a través de la Madre, la bendita por gracia”:

“María nos trae de ese modo la bendición de Dios. Donde está ella llega Jesús. Por eso necesitamos acogerla, como santa Isabel, que la hizo entrar en su casa, inmediatamente reconoció la bendición y dijo: «¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre!» (Lc 1,42), que son las palabras que repetimos en el Avemaría”

En este sentido, el cardenal explicó que también nosotros estamos llamados a bendecir, “a decir bien en nombre de Dios”.

“El mundo está gravemente contaminado por el decir mal y por el pensar mal de los demás, de la sociedad, de sí mismos. Pero la maldición corrompe, hace que todo degenere, mientras que la bendición regenera, da fuerza para comenzar de nuevo. Pidamos a la Madre de Dios la gracia de ser para los demás portadores gozosos de la bendición de Dios, como ella lo es para nosotros”

Nacer
El segundo verbo destacado en la homilía es nacer.

“San Pablo remarca que el Hijo de Dios ha «nacido de una mujer» (Gal 4,4). En pocas palabras nos dice una cosa maravillosa: que el Señor nació como nosotros. No apareció ya adulto, sino niño; no vino al mundo él solo, sino de una mujer, después de nueve meses en el seno de la Madre, a quien dejó que formara su propia humanidad. El corazón del Señor comenzó a latir en María, el Dios de la vida tomó el oxígeno de ella. Desde entonces María nos une a Dios, porque en ella Dios se unió a nuestra carne para siempre. María —le gustaba decir a san Francisco— «ha convertido en hermano nuestro al Señor de la majestad» (San Buenaventura, Legenda major, 9,3)”

En este sentido, Parolin puntualizó que a través de María encontramos a Dios como Él quiere: “en la ternura, en la intimidad, en la carne. Sí, porque Jesús no es una idea abstracta, es concreto, encarnado, nació de mujer y creció pacientemente”. Asimismo, la Santa Madre de Dios nos enseña que el primer paso para dar vida a lo que nos rodea es amarlo en nuestro interior:

“Este año, mientras esperamos una recuperación y nuevos tratamientos, no dejemos de lado el cuidado. Porque, además de la vacuna para el cuerpo se necesita la vacuna para el corazón, que es el cuidado. Será un buen año si cuidamos a los otros, como hace la Virgen con nosotros”

Encontrar
El tercer verbo es encontrar.

 Al igual que los pastores encontraron al Hijo de Dios recién nacido porque fueron llamados por un ángel, también nosotros podemos encontrar a Dios porque hemos sido llamados por su gracia.

En este punto, el cardenal Secretario de Estado hizo hincapié en que aunque hayamos ya encontrado a Dios, no debemos perderlo de vista: “El Señor, de hecho, no se encuentra una vez para siempre: hemos de encontrarlo cada día”.

Antes de finalizar, el purpurado lanzó una cuestión sobre la cual reflexionar…Y nosotros ¿qué debemos encontrar al inicio de este año?

“Sería hermoso encontrar tiempo para alguien”, aseveró Parolin, indicando que el tiempo es una riqueza que todos tenemos, pero de la que somos celosos, porque queremos usarla sólo para nosotros.

“Hemos de pedir la gracia de encontrar tiempo para Dios y para el prójimo: para el que está solo, para el que sufre, para el que necesita ser escuchado y cuidado. Si encontramos tiempo para regalar, nos sorprenderemos y seremos felices, como los pastores”, concluyó el purpurado, pidiendo a la Virgen, (que ha llevado a Dios en el tiempo), que nos ayude ser más generosos y consagrando a Ella el nuevo año: “Tú, que sabes custodiar en el corazón, cuídanos”.