“Hay tanta necesidad de cristianos que testimonien con alegría el Evangelio”

lunes, 4 de julio de 2016

PapaFranciscoAngelus2014

04/06/2016 – El Papa Francisco recordó que «Jesús ha «acercado» a Dios a nosotros; en Jesús, Dios reina en medio de nosotros, su amor misericordioso vence el pecado y la miseria humana». El Obispo de Roma reiteró la misión de los cristianos en el mundo, que es la de llevar a todos la Buena Noticia, como nos pide Jesús, que es «un mensaje de esperanza y de consolación, de paz y de caridad».

«Queridos hermanos y hermanas ¡buenos días!

La página evangélica de hoy, tomada del décimo capítulo del Evangelio de Lucas (1-12 17-20), nos hace comprender cuán necesario es invocar a Dios «el Señor de la mies, para que envíe obreros para su mies» (2). Los ‘obreros’ de los que habla Jesús son los misioneros del Reino de Dios, a los que Él mismo llamaba y enviaba «de dos en dos para que lo precedieran en todas las ciudades y sitios adonde Él debía ir». (1) Su tarea es anunciar un mensaje de salvación dirigido a todos los misioneros, que anuncian siempre un mensaje de salvación a todos, no sólo a los misioneros que van lejos, también nosotros misioneros cristianos que decimos una palabra buena de salvación. Y éste es el don que nos da Jesús con el Espíritu Santo. Y este anuncio es el de decir: «El Reino de Dios está cerca de ustedes». (9). En efecto, Jesús ha «acercado» a Dios a nosotros; en Jesús, Dios reina en medio de nosotros, su amor misericordioso vence el pecado y la miseria humana.

Y ésta es la Buena Noticia que los «obreros» deben llevar a todos: un mensaje de esperanza y de consolación, de paz y de caridad. Jesús, cuando envía a sus discípulos para que lo precedan en las aldeas, les recomienda: «Digan primero: «¡Que descienda la paz sobre esta casa!»… «Curen a sus enfermos» (5 y 9) Todo ello quiere decir que el Reino de Dios se construye día a día y ofrece ya en esta tierra sus frutos de conversión, de purificación, de amor y de consolación entre los hombres. Es una cosa linda ¡eh! Construir día tras día este Reino de Dios que se va haciendo. No destruir, construir.

¿Con qué espíritu el discípulo de Jesús deberá desarrollar esta misión? Ante todo, deberá tener conciencia de la realidad difícil y a veces hostil que le espera. Pero Jesús no ahorra palabras sobre esto ¡eh!  Jesús dice: «Yo los envío como a ovejas en medio de lobos» (3), clarísimo. La hostilidad que está desde siempre, desde el comienzo de las persecuciones de los cristianos, porque Jesús sabe que la misión está obstaculizada por la obra del maligno. Por ello, el obrero del Evangelio se esforzará en estar libre de condicionamientos humanos de todo tipo, no llevando ni dinero, ni alforja, ni calzado (cfr 4), como ha recomendado Jesús, para confiar sólo en el poder de la Cruz de Cristo. Ello significa abandonar todo motivo de vanagloria personal, de arribismo, de fama,  de poder, y ser instrumentos humildes de la salvación obrada por el sacrificio de Jesús, muerto y resucitado por nosotros».

La misión del cristiano en el mundo es una misión estupenda, es una misión destinada a todos, una misión de servicio sin excluir a nadie; requiere tanta generosidad y sobre todo elevar la mirada y el corazón, para invocar la ayuda del Señor. Hay tanta necesidad de cristianos que testimonien con alegría el Evangelio en la vida de cada día. Los discípulos enviados por Jesús «volvieron llenos de alegría (17). Cuando hacemos esto, el corazón se llena de alegría. Y esta expresión me hace pensar en cómo se alegra la Iglesia, se alegra cuando sus hijos reciben la Buena Noticia gracias a la dedicación de tantos hombres y mujeres que cotidianamente anuncian el Evangelio: sacerdotes, esos párrocos buenos que todos conocemos, religiosas, consagradas, misioneras, misioneros, y me pregunto, escuchen la pregunta: ¿cuántos de ustedes jóvenes, que ahora están presentes, hoy, en la plaza, perciben la llamada del Señor a seguirlo?  ¡No tengan miedo! Sean valientes y lleven a los otros esta antorcha del celo apostólico que nos ha sido dada por estos ejemplares discípulos.

Roguemos al Señor, por intercesión de la Virgen María, para que no falten nunca a la Iglesia corazones generosos, que trabajen para llevar a todos el amor y la ternura del Padre celeste».

Después del rezo del Ángelus, Francisco expresó su cercanía a las víctimas de los atentados sucedidos en Bagdad y Dacca y pidió a los fieles que rezaran juntos por los difuntos y para “convertir el corazón de los violentos cegados por el odio”.

Palabras de Papa Francisco:

Queridos hermanos y hermanas,

Expreso mi cercanía a los familiares de las víctimas y de los heridos del atentado sucedido ayer en Dacca y también del sucedido en Bagdad. Recemos juntos. Recemos juntos por ellos, por los difuntos y pidamos al Señor para convertir el corazón de los violentos cegados por el odio. (Ave María…)

Les saludo a todos ustedes, fieles de Roma y peregrinos llegados desde Italia y desde diversos países. En particular al grupo de Bérgamo (Italia) guiado por el Obispo. Los bergamascos no han escatimado en la pancarta, ¿eh? ¡Se ve bien! A aquellos de Braganza- Miranda (Portugal); las Hermanas Misioneras del Sagrado Corazón que vienen desde Corea con algunos fieles; los jóvenes de Ibiza que se preparan para la confirmación; y el grupo de peregrinos venezolanos. También querría saludar a mis connacionales de La Rioja, del Chilecito: se ve bien la bandera ahí, ¡eh!

Saludo a algunas peregrinaciones especiales, bajo el amparo de la Misericordia: a los fieles de Ascoli Piceno, llegados a pie por la vía Salaria antigua; a los socios de la Federación Italiana de Turismo Ecuestre, llegados a caballo, algunos incluso desde Cracovia; y aquel en bicicleta y motocicleta desde Cardito (Nápoles).

Saludo finalmente a la Asociación “Migas de esperanza de Carla Zichetti”, la Familia Camiliana Laica, la Escuela materna de Verdellino, y los muchachos de Albino y Desenzano, y aquellos de Sassari.

En el Año Santo de la Misericordia me agrada recordar que el próximo miércoles celebraremos la memoria de santa María Goretti, la muchacha mártir que antes de morir perdonó a su asesino. Esta valiente muchacha merece un aplauso de toda la plaza, ¡eh!

Y a todos les deseo un buen domingo. Por favor, no se olviden de rezar por mí.

¡Buen almuerzo y hasta la vista!

 

Fuente: Radio Vaticana