Los fariseos no son una categoría de personas. Son una posibilidad permanente de nuestro corazón
Hay palabras de Jesús que si no estarían en el Evangelio no nos animaríamos a ponerlas en boca de Jesús. Me refiero a todo el enojo que tiene con los fariseos Jesús dijo que ha venido “a salvar, y no a juzgar”. Y yo, cuando leo este texto me acuerdo de este otro texto de Mt 23, 1-33: lo que se conoce como los ‘hayes’ de Jesús. “hay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que purifican por fuera el plato y la copa pero por dentro están llenos de rapiña e intemperancia…Fariseo ciego: limpia primero por dentro la copa” “¡Hay de ustedes, sepulcros blanqueados, llenos por dentro de toda inmundicia y por fuera parecen limpios. Así también ustedes, fariseos, parecen justos ante los hombres y por dentro están llenos de hipocresía y de iniquidad” “raza de víboras…” “..cuidan la limosna, el diezmo, y descuidan lo más importante de la ley que es la misericordia, la justicia y la fe. Esto es lo que tienen que practicar, sin descuidar aquello…” “guías ciegos que cuelan el mosquito y se tragan el camello” “hay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas que cierran a los hombres el reino de los cielos. Ustedes ciertamente no entran, y a los que están tratando de entrar no los dejan entrar.” ¡Padre! ¡Si este vino a salvar, qué será el que juzgue! Antes de salvar, Jesús hace un proceso contra un enemigo muy temible ayer, hoy y siempre: el fariseísmo. Y creo que es conveniente proceder con mucha cautela, primero, a la hora de apuntar con el dedo –porque todos vamos con las manos muy cargadas de piedras: antes de tirarlas, examinémonos un poquito.Aquí hay algunos de los puntos principales con los que Jesús se puso muy duro: – dicen y no hacen: no siempre se puede hacer todo lo que se dice, sobre todo los que tenemos la labor de evangelización. Dios mío, dónde estaríamos. Yo le digo al Señor: yo anuncio el Evangelio, no mi vida. Pero yo creo que el Padre ve con claridad cuando el corazón realmente lo desea, y que cuando no puede ni sabe, quizá exige menos, porque este es el segundo punto:– atan cargas pesadas y las echa a espaldas de la gente, pero ellos ni con el dedo las tocan. Estos ‘coleccionistas de las exigencias’ de los ‘deberes ser’, de las pautas, que nos dejan la espalda doblada, nos sentimos siempre culpables, siempre afuera, que nunca llegamos– hacen obras para ser vistos: buscan los saludos en las plazas (hoy tal vez en la parroquia), los primeros puestos (hoy tal vez leer una lectura por ejemplo)
Buscar los primeros puestos: tener algún rol pastoral importante en las comunidades cristianas, en las congregaciones lo mismo, hacer carrera eclesiástica, tener el poder. Esto también se traduce en otras organizaciones: “les gusta que les llamen maestros” es decir, les gusta la honra, el prestigio, la fama ¡a quién no!, pero hay que ver el precio que estaban dispuestos a pagar por ello. “No entran en el reino, e impiden entrar a los demás”. Esto tiene que ver con ‘tragarse el mosquito y colar el camello’. Ejemplo de esto hoy: hubo quién me dijo “¿qué hizo Mercedes Sosa por erradicar la pobreza en Tucumán?”. Eso es colar el mosquito y tragar el camello: no es misión de ella erradicar la pobreza en Tucumán. ¿qué camello me estoy tragando? El de todo lo que esta mujer ha hecho en su voz, en su compromiso por buscar belleza, verdad, justicia en la voz, en el canto. A las personas hay que pasarlas por el tamiz al que han consagrado su causa. Cada uno tiene que labrar a fondo el surco de la viña en el que fue puesto. Nos sentimos todos aludidos por estas acusaciones que Jesús hace a los fariseos, y que no son solo para los que tienen la autoridad. Los fariseos no son una categoría de personas. Son una posibilidad permanente de nuestro corazón. En cada uno de nosotros hay un fariseo. Lamentablemente hay quienes le consagran la vida a ese lugar de su corazón. Se especializan en hacerse cada vez más fariseos. Pero todos tenemos esa levadura. Es un bacilo que está siempre dispuesto a infectar especialmente nuestra vida religiosa –en todas las religiones, en todas las espiritualidades-. En nuestra espiritualidad somos particularmente susceptibles a ser infectados de este virus. Es el peor de los orgullos. El fariseísmo es el vicio de los vicios. El fariseísmo infecta la virtud y produce grandes catástrofes culturales y espirituales. Los fariseos emprenden el mismo camino de Jesús, y en la mitad del camino nos convertimos en boicoteadores, en los peores adversarios, los peores enemigos, y por eso Jesús es tan duro con ellos, y tan generoso y misericordioso con las prostitutas y publicanos.Todos somos fariseos cuando anulamos la Palabra de Dios detrás de las tradiciones, cuando nos limitamos al cumplimiento, a la legalidad, cuando reducimos la religión a una cuestión de prácticas piadosas, cuando pretendemos llegar a Dios pasando por encima del otro, donde justamente Jesús dice que va a estar la prueba final: “tuve hambre y me diste de comer…” Somos fariseos cuando convertimos nuestra misión o nuestro proselitismo en una fábrica de sectarios, cuando nos preocupamos más de parecer que de ser, cuando tenemos la ambición de dominar, cuando nos consideramos mejores que los demás, cuando ponemos a la ley la “letra” de la ley en el vértice de nuestras preocupaciones. Todo esto tiene un solo nombre para Jesús: hipocresía. Para El, todo esto es ‘podredumbre’Jesús creo que no quita autoridad a las personas que lo circundaban, que tenían muchos baches, muchas incoherencias. Creo que lo que Jesús mira es el corazón ardiente y comprometido. Un corazón ardiente basta como autoridad para denunciar, pero ¿cómo? Porque hay que tener sentido común, inteligencia emocional para descubrir en qué momento el Espíritu nos pide que nosotros podamos hacer o no una denuncia. A veces no es necesario tener la posibilidad de grandes discursos. Y también me parece que primero es importante ir hacia nuestro propio campo de batalla, allí donde se va dirimiendo nuestra lucha contra estas actitudes fariseos.Algunas otras cosas del Evangelio que tal vez nos pueden dar una pista –porque los Evangelios son una caracterización muy rica del fariseo que tenemos dentro-. Mt 11, 16-19: acá nos da la pista sobre el verdadero amor: Dios aparece como un chiquito que quiere jugar. Vuelve a una comparación: “¿con quién compararé esta generación. Se parece a los chiquillos que, sentados en la plaza se gritan unos a otros diciendo ‘les tocamos la flauta y no bailaron, les tocamos canciones tristes y no lloraron’”. Son la acogida de la primera indiferencia general. Esta es una alusión a los doctores de la ley, que se han negado a entrar en el ‘juego de Dios’ y se quedan cruzados de brazos, serios, y crean un clima que ni entran ni dejan entrar, porque no acogen el mensaje de Dios, pero tampoco se van. Se quedan ahí para enmohecer el clima de fiesta o de lamentación que el Señor quiere. Frente a esta atmósfera todos nos sentimos incómodos, con miedo a decir algo que esté mal, En el Señor hay mucha tristeza en estas palabras.Los contemporáneos de Jesús desoyeron la invitación de Juan el Bautista al ayuno, a la penitencia, a la conversión. Y esta también es una señal preocupante de nuestros tiempos: cuando se habla de estas cosas aparecen esas actitudes de ¿ah! ¡esas son extravagancias! ¡no hay que tomarlas en serio!’ Resultan difíciles estas cosas, no se las puede justificar desde un punto de vista humano. Cuando huímos de esta palabra ‘penitencia’ ¿nos sentimos identificados con estas palabras: ‘nos cantaron canciones tristes y no lloramos? A veces tampoco danzamos con las canciones alegres. Es bueno pensar entonces si aceptamos o no el juego de Dios.
Antes les llamaban nazarenos, después cristianos, hoy no saben ya como llamar a cada grupo,hay tantos…Antes al mirarles se decían: "¡Ved como se aman!",hoy al contemplarlos se repiten;¡"Ved como se separan"!.¿Quién sabrá quien de ellos tienen la verdad?
Como ha conseguido el enemigo robarnos el terreno, hemos comenzado hacer murallasolvidando lo primero.Que no hay cristianismo verdadero detrás de una careta,si no reflejamos a Jesús perdemos nuestra meta.Que el que sirve a los demás es el mayor, que el sermón del monte aún esta en vigor,que aún existe el buen ejemplo y la humildad de corazón y que no hay vida ni hay iglesia si no hay perdón.
Ojalá el maestro pueda decir como dijera hace años: "No lloréis sólo duerme no esta muerta".¿Qué te pasa iglesia amada, que no reaccionas, sólo a veces te emocionas, y no acabas de cambiar?.
Antes tenían todo en común y oraban en la noche. Hoy compiten por saber quién tienemejor casa y mejor coche.Antes morian abrazados en la arena del circo romano, hoy discuten si al orar hay que alzar o no las manos.
Unos creen en profecías y otros no, unos predican la fe y otros el amor,unos hablan lenguas y otros presumen de virtud y el mundo muere, muere, muere, sin ver la luz.
Ojalá el maestro pueda decir como dijera hace años: "No lloréis sólo duerme no esta muerta".¿Qué te pasa iglesia amada, que no reaccionas, sólo a veces te emocionas, y no acabas de cambiar?
Jesús se levantó de la muerte, ¿Y acaso a ti no habrá quién te despierte?Marcos Vidal
En general me parece que se van perfilando como dos tendencias en las instituciones. Un ejemplo maravilloso que pone Jesús es el de “los dos hermanos llamados a trabajar: uno dice que sí y no va, el otro dice no, y va. En realidad hay que propender al hijo fiel, sin embargo El no lo pone como modelo. En la realidad humana crecen juntos el trigo y la cizaña, y hay que dejar que crezcan juntos. El es el hijo fiel, que dice y hace sí. Entonces pone este ejemplo que es complejo, porque nos hace optar por dos bienes menores o entre dos males menores-: el que dice no pero hace sí, y el que dice sí pero hace no. ¿Por qué Jesús hace esto? Porque en todos los grupos humanos hay como dos tendencias: una de aparente respeto, fidelidad. Se defiende la institución, o la causa, o la camiseta. Y el otro, que se basa en el movimiento. Uno que se basa en la institucionalización, en lo sólido, en lo que permanece, que insiste en el orden –que no está mal- más que en la justicia. Y esto es lo que Jesús critica en los fariseos. Jesús venía a moverles la estantería de la ley, porque El no viene a sacarle ni una coma sino a cambiar su interpretación. Ellos querían el orden y Jesús les plantea el movimiento. Su tendencia tenía más inclinación a la autoridad que a la co-responsabilidad. El empeño de esta gente es defender el honor y la dignidad de la institución a la que pertenecen, y los medios para llegar a ese honor o ese respeto, es la protección, y a veces estas Instituciones o grupos, esta Iglesia, se van cerrando: en este caso los católicos con la ‘etiqueta de católicos’, y evitar el menor contacto posible con el mundo perverso para que nadie se pierda y podamos llegar bien alineados con un cartel que diga ‘Padre, estos somos los tuyos’. En esta obra, la defensa y la construcción de los muros es un poco lo más común y lo más frecuente. Es la actitud de ‘juntar voluntarios’ para que entren, no para que vayan. Personas que se consideran como ‘guardianes de ciertos privilegios’, que defienden sus derechos dando a entender que están defendiendo los derechos de Dios. El orden, el privilegio, los títulos, presuponen algo más importante. Este es un perfil, después está el otro perfil, que vendría a representar al que dijo ‘no’ pero que hace sí. Es la mentalidad del movimiento, lo que importa es lo que presuponen, lo que está detrás de estos títulos. Y hay que desenmascarar posturas sospechosas, lo que parece pero no es, sacar el polvo sagrado que se acumula sobre nuestros hábitos religiosos y ese quietismo o esa pereza que muchas veces nos hace considerarnos intocables. Esta era y es la actitud y preocupación de Jesús en torno a los fariseos.Esta es una jnteresante pista para interpretar de una manera diferente, movilizante, el término de la obediencia, por ejemplo. ¿cuáles son, según Jesús, los hijos verdaderamente obedientes?No siempre el que adula es el que ama. Y los fariseos también usan la adulación para ponerle trampas a Jesús. “a ver, Maestro, tú que sabes tanto…”. Muchos dan un paso adelante en el acto, sin embargo cuando se encuentran fuera del alcance de la vista del superior, se retiran. Otra clave para la obediencia de esta parábola: el que tiene el sí fácil, muchas veces tiene el empeño difícil. La sonrisa ceremoniosa suele ir acompañada de una voluntad poco eficaz. Los especialistas del saludo encuentran una dificultad en tener que doblar la espalda y tomar la azada para empezar a cavar en serio. Los que se encuentran en la primera fila de las ceremonias oficiales muchas veces son los que huyen primero cuando viene la hora de la derrota.En cambio, según esta parábola, parece que algunos rebeldes son realmente los hijos más apasionados de la casa a la hora de ‘ponerse la camiseta’. El amor del rebelde es muchas veces un amor desilusionado. Por eso Jesús lo pone como ejemplo. Si son rebeldes, quizá es porque son fieles a algunos valores olvidados. Si son rebeldes es porque quizá han sido heridos. Algunos tienen como único defecto el no saber emplear la palabra, pero en realidad, el superior, quienquiera que sea, sabe que puede contar con ellos con los ojos cerrados.
ESTOY BUSCANDO UNA PALABRAen el umbral de tu misterio. ¿Quién fuera Alí Ba-ba?¿Quién fuera el mítico Simbad? ¿Quién fuera un poderoso sortilegio?¿Quién fuera encantador?
Estoy buscando una escafandra, al pie del mar de los delirios.¿Quién fuera Jacques Custeau? ¿Quién fuera Nemo el capitán?¿Quién fuera el batiscafo de tu abismo? ¿Quién fuera explorador?
Corazón oscuro, corazón con muros, corazón que se esconde,corazón que está donde, corazón en fuga, herido de dudas de amor.
Estoy buscando melodía para tener como llamarte¿Quién fuera ruiseñor? ¿Quién fuera Lennon y McCartney,Sindo Garay, Violeta, Chico Buarque? ¿Quién fuera tu trovador?
Y yo pregunto ¿quién fuera el que hizo la voluntad del Padre?
Los discriminadores: los veo, los siento, los miro y los escucho. Aquellos que andan poniendo fuertes rótulos a los que están adentro o a los que están afuera. Los que piden y exigen definiciones claras sobre su pertenencia o no pertenencia a la Iglesia. Los escucho y los conozco. Y me vuelvo a preguntar ¿cuál de los dos hizo la voluntad del Padre? Porque Jesús remarca que eso es lo importante: Hacer la voluntad del Padre. Y la voluntad del Padre es que sea labrada la viña, que venga el reino de los cielos con todas sus características, que son serias, graves y exigentes. Compromisos. No nos manda a defender la viña, sino a trabajarla: hundir las manos en la tierra. Hoy se discute mucho sobre quienes están afuera o adentro. Hay una clave: el que trabaja por el reino o por sus valores.
Las discriminaciones son muy peligrosas. Y yo creo que esta parábola trata de cortar de raíz ciertas cómodas clasificaciones como el creer que decir “si, si” es suficiente. Y también nos viene a decir que ciertos privilegios están infundados, y que ciertos privilegios que parecen adquiridos muchas veces vienen a encubrir injusticia de muchas exclusiones dentro de las comunidades cristianas. Hubiera sido más cómodo que se dijera: ‘el que contempla’ o el que ‘guarda’, o el que ‘defiende’ la verdad viene de la luz. Pero en esta parábola es más incómodo: el que ‘hace’. Es decir: hay que ser obrero de la verdad y no especialista en discursos. La verdad no nos pertenece. Jesús solo nos pide ser labradores de esa verdad, no propietarios ni guardianes. Tenemos la posibilidad de hacer de la verdad una práctica, una conducta en la realidad del mundo en el que vivimos. La levadura crece desde adentro. El hacer establece entre nosotros el verdadero parentesco. De las millones de personas que rezamos el “Padre nuestro” ¿cuáles seremos los verdaderos hijos que ‘hacen’, que ‘trabajan’ en la viña? Tal vez hay millones que ni siquiera conocen el nombre de Dios, pero están trabajando en la viña y en sus valores. Están haciendo su voluntad trabajando por la justicia, la igualdad, la libertad, por los más pequeños, es decir, por esos valores que Jesús ha dejado bien claros en las bienaventuranzas. “No todo el que me diga Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial. Porque ese día muchos van a decir ‘Señor, profetizamos en tu nombre’…y entonces les declararé ‘jamás los conocí. Apártense de mí, agentes de iniquidad” Mt 7,21-23
La confrontación de Jesús con los fariseos ocupa una gran parte de los Evangelios. Entre ellos, hoy compartiremos la parábola de Mt 21, 28-32. Allí Jesús , usando una imagen muy bonita –la de los dos hermanos- quiere advertirles a su pueblo que estas conductas que parecen muy virtuosas, elogiables, conductas de ‘buenos alumnos’, están caminando, aparentemente sin pecar, hacia una instancia de hipocresía, de endurecimiento, de inmisericordia y deshumanizándose cada vez más. Jesús pregunta en este texto a sus oyentes –en este caso nosotros-: “¿qué les parece? Un hombre tenía dos hijos. Llegó al primero y le dijo ‘vete a trabajar en la viña’ y él le respondió ‘no quiero’, pero despues se arrepintió y fue. Lo mismo dijo al segundo, yéste le contestó ‘sí, Señor’, pero no fue. ¿cuál de los dos hizo la voluntad del Padre?-¡El primero! , contestaron. Entonces les dijo: ‘en verdad les digo que los publicanos y las rameras llegarán antes que ustedes al Reino de Dios, porque vino Juan a ustedes caminando en justicia, y no creyeron en el, mientras que los publicanos y las prostitutas sí creyeron en el. Y ustedes ni viéndolos se arrepintieron después.” El texto nos plantea la imagen de dos muchachos. Uno educado, ceremonioso, irreprensible. Sabe cuál es su obligación, escucha el mandato, reconoce la ley, y reconoce lo virtuoso de su comportamiento. Dice que sí, pero es un no. En el fondo es un zángano El otro es el rebelde, el caprichoso. Le dijo ‘no voy’, pero es un sí. Tiene la cabeza rota, pero tiene un corazón de oro. Y la conclusión de Jesús es tajante, porque compara al niño caprichoso que dice que no, con los publicanos y las prostitutas –en aquel tiempo lo peor de lo peor, lo más impuro, lo más escandaloso-, los transgresores de la ley. Dios tiene motivo para fiarse del primero que dice que sí. Un escritor ruso, hace 30 años atrás, escribe “el cristianismo actual peca de buena educación, se preocupa solamente de no ensuciarse, de no mostrarse poco delicado. En el fango, la vulgaridad, la franqueza, prefiriendo una meticulosa mediocridad a todo lo demás. Un ejemplo para que veamos a lo que hemos llegado. El óleo santo se ha transformado para muchos en una melaza dulzona. Se aprietan piadosamente los labios y se espera a que el Señor nos de un 10 en conducta. Han confundido la Iglesia de Cristo como una casa de educación para niñas de bien. En una palabra, todo cuanto es vivo y brillante ha pasado a manos del vicio, y a la virtud no le queda más que suspirar y derramar alguna lagrimita. Nos hemos olvidado de los ardientes impropierios de la Biblia. El cristianismo, sin embargo, tiene que ser audaz y llamar a las cosas por su nombre. Ha llegado la hora de renunciar a los angelitos púdicamente envueltos en guirnaldas para que se conviertan en ángeles más fuertes y más exigentes que los reactores, reactores no ya para sobrevolar al mundo contemporáneo, sino para superarlo. A este paso se puede caer en la herejía, pero hoy la herejía es menos peligrosa que el que se sequen las raíces.” En definitiva, el resultado de esta parábola tendríamos que vivirla como una puesta en crisis de nuestro pedazo de buena educación, de nuestro intento de construir evangelios que no molesten. Y nos dice el Señor que acá lo importante es que ‘la viña quede bien labrada’. El sí falso del primer hijo, deja a salvo el respeto, está en regla con las buenas maneras, pero deja el Reino de Dios sin labrar.
El llanto y la risa son cosas serias para Dios, propios de un ser vivo que le sigue. El quiere seres humanos sanos en su entorno, que viven la vida con intensidad, que gustan la vida con intensidad. Y por eso pone este ejemplo del reino de Dios como niños que quieren jugar, y los hombres, especialmente los fariseos, como hombres y mujeres serios, ni lloran ni ríen. No se puede ni se debe sacar de la vida cristiana el sacrificio, la mortificación, la ascesis y hacer de la propuesta evangélica una propuesta burguesa, cómoda y fácil. Y si bien muchas veces fuimos perseguidos, y con razón, por haber hecho de la vida cristiana un luto, más un velorio que una fiesta, tampoco la vida cristiana es un jolgorio permanente. Pero después sigue la otra comparación “…pero vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y le dijeron borracho y comilón, amigo de publicanos y de pecadores…” Para Jesús, la comida tenía mucha importancia, y acá está la comparación de Jesús con los niños que quieren cantar canciones alegres.
Carl Ranner (teólogo) dice así “no existe nada tan misterioso como el alimento, la transformación de una cosa muerta en algo vivo, la metamorfosis de un cuerpo extraños en nuestra propia sustancia, la inserción de una materia que conserva su propio carácter en una realidad más elevada y completa. Cada vez que comemos, debería haber algo festivo en la misma vida cotidiana. Todos los días es fiesta. Realmente es el anuncio de la unidad en la cual cada cosa y cada hombre quieren refugiarse, en la cual todos se sienten protegidos y arrancados de su soledad. En la vulgaridad de lo cotidiano, discretamente pero con bastante claridad, se habla del festín de la vida eterna” Jesús quiere tomarse en serio el tema de la risa, y decirnos que los motivos para reírnos, están en nuestra vida cotidiana, y que solo una mirada fariseo se resiste a ver los motivos de la alegría o los motivos para danzar. Es que estamos muy acostumbrados a esta militancia robotizada, en la que de alguna manera nos hemos convertido en autómatas de las sonrisas o de las ideas. Formamos parte muchas veces de la técnica del apostolado que se limita a estas sonrisas estereotipadas, buenos modales. Pero no esa risa que sale del festejar la vida, que es cosa seria para Jesús. No es la risa de los necios, de la que El se quiere distinguir claramente. Y lo dice: “¡Ay de los que ahora ríen, porque tendrán la aflicción del llanto después.” Solo es capaz de reír el que sabe darle la medida justa a los hombres y a los acontecimientos, de no colocarse en el centro del universo. La risa tiene una función liberadora insustituible. Nos libera sobre todo de la tentación de tomarnos demasiado en serio, y de tomar en serio demasiadas cosas que muchas cosas son simplemente ridículas. La risa es una preciosa costumbre, higiénica. El terrible cotidiano va acumulando en nosotros tanto polvo, tanta telaraña en el horizonte de nuestra vida que a veces nos llega a oscurecer el sol. Y la mezquindad va formando una costra de disgusto en nuestra propia piel, y ya casi no escuchamos la música que nos hace danzar. Ni escuchamos a la melodía que nos hace llorar.
A veces nos ‘miramos con ojos de afuera’ es decir, con los ojos de quienes nos critican y nos etiquetan como fariseos, y por eso somos muy duros con nosotros mismos. Creo que más conviene llorar y llorar, y lavar el alma con nuestras lágrimas y silenciar un poquito nuestros juicios.Gabriela Lasanta
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