La posada no puede esperar

jueves, 17 de diciembre de 2015

cerrojo

La posada no puede esperar, porque en sus planes no hay lugar para la espera.

La imagen contraria a lo que es una posada es el seno de una madre. En él se da lugar, y de modo privilegiado, a la espera. Es más, se deja ocupar por otra presencia. Y todo él se dispone en función de la espera que en ese lugar se gesta. Allí hay tiempo, hay calor, hay acogida y ternura, hay cuidado y alimento. En la posada, en cambio, no hay lugar ni para la vida que se gesta,ni para aquella que llega a su término.

En realidad, no hay lugar para ninguno que llegue queriendo alojar una esperanza. Allí nunca se alojó la esperanza. Allí sólo se hospeda lo calculable, y se cierra la puerta a toda sorpresa que la espera pueda traer. Por ello se violentan los tiempos: el tiempo de la espera; el tiempo que las cosas necesitan para gestarse.

Todo debe darse ya, todo tiene que ser ya. De ahí que sufra la pobreza de lo inmaduro de lo que no esperó su tiempo, o no llegó a su término.

Y es allí, a donde viene Dios a llamar. Asómate pues y verás una madre con su seno repleto de espera. Asómate y verás que puedes imitarla abriéndote a la vida. Asómate y verás fuera de tu propio cerrazón, qué poco espacio hace falta para hospedar la esperanza.

Mira, la Vida está a la puerta, y es la tuya. Un nuevo comienzo quiere ocurrir dentro de ti como otro nacimiento, si le abres un espacio. Hazle sitio. Y por más noche que parezca, la luz de un nuevo día, asomará por tu puerta.”

 

Javier Albisu