08/01/2016 – Al desembarcar, Jesús vio una gran muchedumbre y se compadeció de ella, porque eran como ovejas sin pastor, y estuvo enseñándoles largo rato. Como se había hecho tarde, sus discípulos se acercaron y le dijeron: “Este es un lugar desierto, y ya es muy tarde. Despide a la gente, para que vaya a las poblaciones cercanas a comprar algo para comer”.
El respondió: “Denles de comer ustedes mismos”. Ellos le dijeron: “Habría que comprar pan por valor de doscientos denarios para dar de comer a todos”.
Jesús preguntó: “¿Cuántos panes tienen ustedes? Vayan a ver”. Después de averiguarlo, dijeron: “Cinco panes y dos pescados”. El les ordenó que hicieran sentar a todos en grupos, sobre la hierba verde, y la gente se sentó en grupos de cien y de cincuenta.
Entonces él tomó los cinco panes y los dos pescados, y levantando los ojos al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y los fue entregando a sus discípulos para que los distribuyeran. También repartió los dos pescados entre la gente. Todos comieron hasta saciarse, y se recogieron doce canastas llenas de sobras de pan y de restos de pescado. Los que comieron eran cinco mil hombres.
Mc 6, 34-44
En el evangelio de hoy aparece Jesús que da de comer a una multitud a partir de 5 panes y 2 pescados que le acercan. ¿Qu… Posted by Radio María Argentina on viernes, 8 de enero de 2016
En el evangelio de hoy aparece Jesús que da de comer a una multitud a partir de 5 panes y 2 pescados que le acercan. ¿Qu…
Posted by Radio María Argentina on viernes, 8 de enero de 2016
Hoy es el último día del tiempo de Navidad. Este misterio se prolonga en las distintas manifestaciones del Señor a lo largo de su vida. Por eso junto a la fiesta de la Epifanía, Reyes, el próximo domingo celebramos otra epifanía o revelación, la del Bautismo del Señor. Y dentro de dos domingos celebraremos otra manifestación que es la de las Bodas de Caná.
Ésta multiplicación de los panes también es una manifestación de la Gloria de Dios que se da casi como “entre casa”. En medio de la muchedumbre hay un diálogo doméstico entre Jesús y los discípulos. Nos revela la ternura del hijo de Dios preocupado por las necesidades de quienes lo venían escuchando hacía horas. Los hace intervenir a los discípulos “denles ustedes de comer” como para ver qué podían hacer ellos.
Los discípulos, ante el imperativo de Jesús, experimentan que no tienen nada, sólo pocos panes y apenas algunos pescados. Hubieran sido necesarios 200 denarios para comprar algo de pan para toda esa gente.
una realidad doméstica que despierta esta manifestación del Señor. Él es quien primero se hace como una espiga tierna, quizás en Belén como lugar donde se nos empieza a dar. Belén significa “casa de pan”. La providencia va preparando el corazón del mundo para reconocer a Jesús como quien viene a alimentar nuestra fe y nuestra vida. Crece esta vocación del hijo de Dios que viene a ser comida para los hambrientos. Quienes lo seguimos podemos saciarnos de Él. Comienza de modo incipiente a lo que luego será la eucaristía.
Este deseo de conocer a Dios hace que la gente llegue al extremo de olvidarse del alimento corporal. Esta ternura de Dios de misericordia que nos cuida hasta el detalle. La ternura de Dios tiene previsto en su providencia hasta los detalles que necesitamos. Por eso este texto muestra lo evidente: el Señor que se da cuenta. Jesús no realiza el milagro con panes sacados de la nada, sino con los panes de la solidaridad y reclama que los discípulos hagan algo.
Todo hombre tiene sed y hambre. En las distintas realidades del evangelio aparecerán infinitos rostros que manifiestan su hambre y sed: Nicodemo, la Samaritana, Marta y María, Zaqueo, cada uno de los apóstoles, incluso aquellos que no tienen nombre. Todo hombre tiene hambre y sed de lo que el hijo de Dios viene a traernos. Dios se da sí mismo en el pan del amor y de la amistad, hace de su cuerpo un pan regalado. Eso crea una nueva comunidad, la de los que necesitamos del alimento de los hombres peregrinos, de aquellos que nos sentimos invitados a recibir, a partir y a repartirnos, también multiplicándonos en favor de los hermanos.
Los exegetas advierten que todo este relato de la multiplicación de los panes está lleno de alusiones a los libros del Antiguo Testamento en los que se habla de la intervención de Dios a su pueblo en el desierto. San Marcos nos dice que es una gran epifanía de Jesús donde se nos muestra como libertador de los últimos tiempos.
Este hecho se da un despoblado, un lugar que recuerda al desierto donde se carece de todo recurso y es fácil perderse. Jesús reúne a numerosas ovejas perdidos en sus pasiones. Y allí enseña y consuela. Anuncia una comida mucho más grande que el maná, se dará Él mismo como comida y bebida. A la vez nos invita a nosotros hacer lo mismo, partirnos y multiplicarnos en favor de los hermanos en la multiplicidad de espacios de nuestras vidas. En todos nuestros ámbitos con gestos y palabras pueden hacer presente esto en muchos desiertos de la vida. El Señor a través nuestro puede hacer llegar el pan del alivio, el agua que sociega y calma porque Él hace presente su ternura y misericordia.
Cristo hijo de Dios hecho comida. En éste milagro de la multiplicación de los panes nos ofrece una síntesis del obrar de Dios en el antiguo testamento, de camino por el desierto bajo la guía de Moisés. Es la ternura de Dios que tiene detalles con cada uno de nosotros.
Jesús siente compasión ante el hambre y la orfandad “estaban como ovejas sin pastor”. Al encontrarnos nosotros con Jesús que multiplica los panes y manifiesta la compasión ante el hombre necesitando respondiendo a través de sus discípulos. El texto nos muestra que el pan de Jesús es para todos, no sólo para algunos privilegiados. Es abundante, pan que sobra. Así se nos anuncia la sobreabundancia del cielo donde el egoísmo humano que quiere acaparar no tendrá lugar. Dios creó pan de sobra para alimentar a todos sus hijos.
Pienso en Pablo VI cuando mirando el mundo decía que la realidad creada por Dios no es que al mundo le falte comida sino que hace falta que los hombres dispongamos de más lugares para que otros se sienten a la mesa. Esa expresión nos involucra a todos como Jesús a los apóstoles en aquella multiplicación de los panes. Dios hace lo suyo pero también nosotros, cada uno a nuestro modo, debemos poner lo nuestro. A veces creemos que el tener fe, o el camino del evangelio, es totalmente una responsabilidad de Dios donde Él tiene que hacer todo. En muchos textos como el de hoy se nos enseña que somos nosotros quienes tenemos que poner una parte. Serán 5 panes o 2 pescados, lo que tengamos. Aunque parezca poco lo que podamos dar, nadie puede poner eso que yo tengo y que es único. Cada uno sabrá qué y cómo disponer lo poquito que tenemos para que Jesús ponga el resto.
Muchas veces cuando rezamos y pedimos por cualquier necesidad debiéramos acompañar la oración diciendo “Señor, yo te pido ésto pero te ofrezco esto otro”. Entonces el pedido no es el de un “pedigüeño” sino un pedido comprometido porque también de lo mío parto, reparte y lo multiplico.
Esta realidad aparece anticipada en el eucaristía donde Jesús reparte el pan de los débiles que nos fortalece para seguir caminando y es para todos. El evangelio nos invita a mirar el corazón. Podemos advertir que quizás tengamos el corazón lleno de ídolos, de tristezas, de resentimientos, de cosas que no fueron, de recuerdos… cosas que intentamos guardar para satisfacer las necesidades hondas pero nada nos hace satisfechos. Es hora de dejar que sea Dios nuestro alimento para que nada nos pueda sacar la alegría.
Dice el Papa Francisco en el mensaje por la Jornada Mundial de oración por la paz 2016:
Conscientes de la amenaza de la globalización de la indiferencia, no podemos dejar de reconocer que, en el escenario descrito anteriormente, se dan también numerosas iniciativas y acciones positivas que testimonian la compasión, la misericordia y la solidaridad de las que el hombre es capaz. Quisiera recordar algunos ejemplos de actuaciones loables, que demuestran cómo cada uno puede vencer la indiferencia si no aparta la mirada de su prójimo, y que constituyen buenas prácticas en el camino hacia una sociedad más humana.
Conscientes de la amenaza de la globalización de la indiferencia, no podemos dejar de reconocer que, en el escenario descrito anteriormente, se dan también numerosas iniciativas y acciones positivas que testimonian la compasión, la misericordia y la solidaridad de las que el hombre es capaz.
Quisiera recordar algunos ejemplos de actuaciones loables, que demuestran cómo cada uno puede vencer la indiferencia si no aparta la mirada de su prójimo, y que constituyen buenas prácticas en el camino hacia una sociedad más humana.
Allí el Papa comienza a describir múltiples acciones en donde el pan se sigue multiplicando. Son gestos concreto que podemos hacer que multiplican la ternura y la misericordia de Dios.
La multiplicación de los panes supuso que Jesús reclame algo a los apóstoles. Lo sigue haciendo con cada uno de nosotros invitándonos a dar, a involucrarnos en favor de nuestros hermanos, sobretodo los más pobres y sufrientes.
Padre Daniel Cavallo
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