Que mueve Dios en nosotros cuando le decimos “Padre”

viernes, 8 de julio de 2016
image_pdfimage_print

664357_201512102256460000002

08/07/2016 – “Ustedes son la sal de la tierra, pero si se pierde su sabor ¿como podrá recobrarlo? Ya no sirve para nada más que para ser tirada afuera y pisoteada por los hombres”. Mateo 5, 13-14.

Cuando nosotros perdemos contacto con el Señor a través de la oración, la vida se va haciendo sosa, va perdiendo su gusto, como la sal. Una sal sosa ha perdido su condición de dar vida, ha perdido su sabor. Es posible conservar lo genuino, lo auténtico de las realidades de todos los días (que hacen a nuestra identidad) y al mismo tiempo renovarlas, si estamos unidos a Dios. A esto se refiere la Palabra del Evangelio de Mateo. La sal tiene esa doble propiedad: la de conservar lo genuino de las realidades, para que las propiedades de algunos objetos permanezcan en su esencia, pero al mismo tiempo de renovar. Por otra parte la sal le da un sabor distinto. Digamoslo así, la sal tiene la capacidad de hacer que las cosas permanezcan en el su estado y al mismo tiempo las cambia. ¿Es posible eso? ¿Que las cosas permanezcan de la misma forma pero transformadas? Sí, y en la vida nuestra también.

Si buscamos una foto de la familia de unos años atrás, al mirarla solemos decir “¡Que distintos que estabamos!”; no  decimos “Quiénes son esos que están ahí. Porque la vida se conserva en su identidad, pero por su dinámica se muestra distinta,

Si hay algo que en este tiempo de Bicentenecario se nos invita a pensar es “Bueno, ¿qué de nuestro país en el presente vemos que se expresa su identidad, en su esencia, y qué de nuestro país se muestra mutando a los desafíos nuevos que nos muestran los tiempos que vienen por delante?

Tal vez a nuestra Nación lo que le haya faltado en sus comienzos haya sido entender que en el crisol de conciencias y perspectivas, en un territorio tan vasto, estaba su identidad. Ya en el comienzo mismo de la configuración del territorio amplio y vasto de la república fue bien diverso. Este es un crisol de razas. Es identidad en la diversidad, no falta de identidad. En un mundo que lejos de integrar expulsa donde muestra que descartables hay por todas partes, en donde se ha perdido la conciencia de diversidad, nosotros, como argentinos, tenemos para aportar ésta condición, ésta identidad que nació desde la diversidad.

¿Qué permanece y qué cambia? Tal vez permanezca esa diversidad y haya cambiado el escenario en el que vivimos hoy. Tal vez en algún momento fue darle lugar a los refugiados de una guerra y hoy a nuestros hermanos sirios. Tal vez ésta sea una señal que nos haga respirar el saber que estamos en los orígenes cuando le damos la bienvenida a lo diverso. La identidad está en la diversidad. Si ser diversos es estar en la grieta “bendigo la grieta”; no hay grieta, esta aparece cuando un pensamiento único quiere definir la identidad.

Cuando decimos Padre, Patria decimos hermanos

Cuando decimos Padre siguiendo la perspectiva de Teresa, en la celebración del Bicentenario estamos diciendo hermanos. Cuando vos decís Padre a qué hermano sentís que tenés que integrar, porque la grieta lo ha dejado afuera.

Un camino a través del cual permanecemos en Dios genuinamente y a la vez nos transformamos, es el camino de la oración. Precisamente Teresa nos muestra que en la oración vocal está la posibilidad que Dios nos ponga en contacto con ésta gracia de la contemplación donde Él nos renueva, como la sal renueva las propiedades de algunos objetos y da un sabor distinto. “La oración vocal, es muy valiosa a los ojos de Dios cuando se hace bien. Ha sucedido que rezando el ´Padrenuestro`, u otra oración, el Señor levante el alma a la contemplación perfecta. Es la manera que tiene el Señor de mostrar que oye nuestros rezos”. Es decir, en un momento determinado de la oración vocal y de manera consiente no repetitiva, nos metemos en Dios.

“A veces el Señor me ha detenido en una expresión de la oración vocal y me ha regalado una imagen o en una palabra, me ha detenido para que guste de ella. Se da cuenta el alma que sin ruido de palabras le está enseñando el Maestro y por eso le suspende sus capacidades anímicas, que en éstas circunstancias sería más estorbo que ayuda”. ¿Cómo es esto? Puede ocurrir que estás rezando el Padrenuestro, como todos los días, y de repente cuando decís “Padre” dentro tuyo hay un sentimiento que te pone en sintonía con la expresión “Padre”. En ese momento, más allá de lo que sale de tu boca como palabra articulada en sentido mecánico, entra una presencia de paternidad divina en tu corazón que te acompaña en el resto de la oración. No es que la oración no siga su curso, sino que es como que toda tu persona ha quedado suspendida en aquella expresión donde el Señor te puso en sintonía con una gracia particular para renovar el don de la paternidad en tu condición de hijo o hija. Lo mejor para esta circunstancia es quedarte ahí gustando (como diría San Ignacio de Loyola) porque esa sola expresión es suficiente para percibir la presencia del Padre que lo puede todo. Mas que una palabra pronunciada es una presencia para un encuentro y cuando eso ocurre, el alma queda suspendida en la gracia que Dios regala.

“En la oración vocal lo primero es examinar la propia conciencia, para lo cual ayuda imaginar al Señor junto a nosotros”. En relación a esto podemos ayudarnos en la oración, representando mentalmente una buena imagen paterna, independientemente de cómo haya sido nuestra relación con nuestro padre de la tierra. A veces las experiencias han sido muy malas, y sin embargo alguien ha venido a ocupar ese lugar que representa la figura de Dios como Padre más allá del hecho biológico de quien nos engendró. Pero otras coincide quien nos ha engendrado en la vida biológica con quien ha sido la figura representativa de esta imagen grande de Dios como Padre. “Aunque aparentemente parezca una ficción, en realidad Él está junto a nosotros ansioso por enseñarnos”.

Santa Teresa de Jesús (que vivió en la época en que se produjo la Reforma Protestante, encabezadas por Martín Lutero y Juan Calvino) afirma que es recomendable el uso de imágenes, para que la imaginación no se pierda por allí en un andar sin sentido. Teresa sugiere poner en la mente algunas imágenes que nos den orientación en la oración. Por ejemplo, cuando el orante dice “Padre” en el Padrenuestro debe tener en cuenta que Dios siempre vela por nosotros de forma paternal. “La verdad supera en mucho la ficción que nos podamos crear del divino Maestro junto a nosotros. Este recurso, fantasioso pero real, se lo recomiendo a todos pero en especial, a los que les cuesta la reflexión y la concentración”. Es muy saludable hacer oración vocal con imágenes que nos ayuden a la representación de lo que estamos diciendo porque eso nos vincula con lo trascendente y nos muestra que Dios está muy cerca de nosotros, mostrándonos el camino que nos lleva a realizar los sueños que Él tiene por nuestra existencia.

A veces la imagen puede jugarnos una mala pasada, si hemos tenido, sobre todo una mala imagen de Padre. Lo ideal es referirlo a alguna figura que venga en imagen a sanar esa herida de orfandad que tenemos. Ciertamente en estos días la imagen paterna de Francisco nos permite tener una imagen de representación interior que nos puede ayudar a arraigar en el alma este deseo grande de sanidad.

¿Cómo decir Padre hoy? En el mundo y en la Argentina particularmente. Tal vez hoy en la Patria para ubicarnos lejos de la grieta, cuando digamos Padre referidos a Dios, por supuesto, nos venga bien este centro que Dios nos ha tirado, este regalo grande que Dios nos hace en la persona de Francisco.

No se puede uno referir al cielo si no utiliza las imágenes que nos refieren a él. Por esos Jesús ha usado tanto las imágenes, ejemplo de eso son las parábolas.

Hoy nosotros al decir Patria, que es una forma de decir Padre, queremos pedirle a Dios que nos regale la gracia de la fraternidad.

 

Miguel de Unamuno, filósofo existencialista español, decía de Santa Teresa de Jesús que era como un “padrazo”, un gran padre, y lo decía mostrando este rasgo fuerte de la espiritualidad teresiana, que consiste en mostrar el rostro de Dios como Padre celestial. En su Autobiografía, Teresa explica cómo era su vínculo con su padre terrenal. Cuando muere la mamá de Teresa, ella empieza a tener un vínculo fuerte con la figura de María en su propia vida, y también un vínculo muy fuerte con la figura de su padre. Y éste, Don Alonso de Cepeda, comienza a marcar el modo y el estilo de espiritualidad teresiana. La espiritualidad siempre está arraigada en los rasgos de nuestra humanidad, en todas sus riquezas y las necesidades que tenemos de ser transformados en lo más genuino de nuestra humanidad.

Lo peor que nos puede faltar en la vida es sentir la orfandad, cuando esto sucede nuestra vida pierde eje, centralidad. En este sentido se juega una parte importante el discurso del mercado que deja de lado, desplaza la figura paterna.

El mercado cuando roba la imagen del padre del centro se instala él mismo como el centro. La autoridad de la figura del padre, autoridad que no es autoritarismo, es una referencia clave que ayuda a encontrar desde los valorico las referencias que nos muestran un norte.

Dos imágenes de autoridad que nos pueden ayudar son las siguientes: La primera una que regala  de Antoine de Saint-Exupéry que compartía la imagen de su padre, un gobernador, decía Exupéry “Mi papá no gobernaba, mi papá gravitaba”. Gravitar quiere decir, tener peso. La otra, de Santo Tomás de Aquino quien decía “Si uno en la multitud quiere encontrar un horizonte, tiene que subirse a los hombres de un gigante”. Éstas dos imágenes nos llevan directamente a el Papa Francisco. Que bueno poder encontrar en este “padrazo” a un padre de la Patria de ahora, de estos tiempos.

Padre Javier Soteras