29/08/2025 – Una profunda crisis azota al sector metalúrgico de Villa Constitución, generando una atmósfera de incertidumbre y angustia que afecta directamente a unas 3.000 familias. La drástica caída en la actividad industrial, impulsada por el freno de la obra pública y la parálisis de la construcción privada, ha puesto en jaque la principal fuente de empleo de la región. La situación es tan crítica que, según Pablo González, de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM), la industria sigue «en caída libre» y con la desoladora sensación de que «todavía no tocamos fondo».
La raíz del problema, explica González, es una drástica caída en las ventas que desbarató por completo las proyecciones para 2025. Mientras la empresa preveía una producción de 650.000 toneladas, desde el gremio ya descreían de esa cifra ante un mercado paralizado. El dirigente sindical señala que los inversores que antes se capitalizaban en la construcción ahora buscan «la renta financiera, el carry trade», vaciando de demanda a la industria.
El impacto de esta crisis es visible en la parálisis de la producción. Actualmente, la acería de la ciudad opera a la mitad de su capacidad, con solo uno de los dos hornos en funcionamiento. De los tres trenes laminadores, uno ya fue cerrado «definitivamente», una pérdida que se mira «con nostalgia y con mucho dolor». A esto se suman paradas intempestivas que se repetirán a fin de cada mes y la suspensión de personal en la planta de reducción directa desde hace cuatro meses, pintando un panorama desolador para el corazón productivo de la zona.
Detrás de los números de producción y las paradas de planta, se encuentra el drama humano de las casi 3.000 familias cuyo sustento depende enteramente de esta actividad. La cifra se descompone entre los casi mil empleados directos de la planta principal, otros mil contratistas que prestan servicios y cerca de 900 trabajadores de los 57 talleres metalúrgicos locales, cuya inmensa mayoría depende de la actividad de la gran siderúrgica. Se trata de una simbiosis económica y social donde cada puesto de trabajo perdido repercute en toda la comunidad.
A la incertidumbre laboral se suma una situación salarial crítica. Con paritarias siderúrgicas estancadas desde hace más de un año, los trabajadores enfrentan una pérdida constante de poder adquisitivo. En localidades vecinas como San Nicolás, un salario de «$840.000 pesos en bruto, es inviable para que una familia pueda vivir». Además, González denuncia nuevas modalidades empresariales como la «dispensa» de personal, que en lugar de suspensiones formales, recorta adicionales fijos del sueldo, dejando a los compañeros en «situaciones de extrema vulnerabilidad» al trabajar solo la mitad del mes con ingresos aún más reducidos.
El conflicto trasciende lo salarial y se enmarca en una lucha por la supervivencia de la industria nacional. Desde la UOM advierten que «la amenaza de la pérdida de puesto de trabajo va a estar y va a seguir estando» en un contexto político que, según González, «niega la industria». Este escenario se agrava con las dificultades que enfrentan las obras sociales sindicales para sostener prestaciones, especialmente las destinadas a personas con discapacidad, debido a la ralentización de transferencias estatales. Para miles de familias, la realidad es un grito ahogado.
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