“Chino” junto a su familia
07/04/2020 – Fue una infancia violenta. Muchas veces no había qué comer, se respiraba pobreza porque no alcanzaba. Mi papá era muy violento, nos pegaba. Yo me escondía debajo de la cama a llorar. Mi papá nunca nos dio un abrazo, no nos dijo que nos quería. En cambio, mi mamá era todo lo contrario. Ella falleció cuando yo tenía 16 años. Empecé a delinquir, a los 18 años empecé a pasar por el infierno de la cárcel. Así comienza la historia del “Chino”, una historia de resiliencia y perdón que te invitamos a volver a escuchar.
Viaje al infierno “Seguí robando, pasó el tiempo y caí preso a los 18 años. Hacía entraderas a casas. Me agarraron. Seis años de condena. Pasé por varios penales que me dejaron marcas para toda la vida. Como los ocho meses que estuve en la cárcel de Rawson, me pegaron tanto que tenía hasta las uñas moradas. A mí no me mataron porque estuvieron Dios y Coco (Fundador de los Espartanos) en el momento justo. Los ocho meses en Chubut fueron un infierno, pero creo que tuve que pasar por ahí, para arrepentirme de muchas cosas”.
El Rosario, y la Palabra de Dios “El primer día que recé el Rosario en el penal de San Martín, uno de los chicos tomó la Biblia y empezó a leer: «Señor, si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces lo tengo que perdonar? ¿Hasta siete veces? Jesús le contesta: No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete». Me puse a pensar durante toda la noche en mi celda cómo sería eso, porque yo no podía perdonar ni una sola vez. Después durante los demás Rosarios comencé a experimentar la necesidad de cambiar, de perdonar. De perdonarme a mí mismo y después sacar lo feo que tenía en mi corazón. Un día uno de los voluntarios de la Fundación llevó a su hijo a la cárcel para que lo conozcamos. A mí se me despertó el deseo de volver a ver a mi papá y pedirle perdón por el rencor que tenía hacia él. Así este voluntario pudo contactar a mi papá y arreglo una visita. Después de 5 años volvería a verlo”.
Pude experimentar el perdón “Era el día de mi cumpleaños, día que vería a mi viejo. Mi papá entró temblando al pabellón. Lo llevé a mi celda y entonces le dije: Pá, estoy experimentado muchas cosas que me cambiaron mi manera de pensar. Lo primero que te quiero decir es que te extrañé un montón y lo segundo es que quiero pedirte perdón porque quizás no fui el hijo que vos querías. Y lo primero que hizo al escuchar que le pedía perdón fue arrodillarse y ponerse a llorar “Hijo, perdóname vos”, me dijo. El mismo que nunca me dijo que me amaba, me estaba pidiendo perdón de rodillas. Lloramos los dos juntos abrazado en una celda.”
“Todos estamos pasando por una etapa muy difícil, pero esta batalla la ganamos doblando las rodillas y buscando la presencia de Dios.”
No te pierdas de escuchar el testimonio completo en la barra de audio debajo del título.
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