La leche

martes, 14 de agosto de 2012
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La cría de animales para obtener leche comenzó en Medio Oriente 11.000 años a.C. Dado que no se conocían formas de conservarla, se desarrollaron diversos subproductos como cuajada, quesos, etc. (1 Sam 17,18 y 2 Sam 17,29).

En la religión cananea se realizaban rituales con leche. La Biblia prohíbe expresamente este tipo de rituales: Llevarás a la Casa del Señor, tu Dios, lo mejor de los primeros frutos de tu suelo. No harás cocer un cabrito en la leche de su madre (Ex 23,19).

 

La leche, sobre todo la de la madre, es símbolo de pureza, por su color blanco y por ser un alimento que no está contaminado.

“Más limpios que la nieve sus consagrados,
más blancos que la leche”
(Lam 4,7).

 

“La tierra que mana leche y miel”

 

 El Señor dijo: “Yo he visto la opresión de mi pueblo, que está en Egipto, y he oído los gritos de dolor, provocados por sus capataces. Sí, conozco muy bien sus sufrimientos. Por eso he bajado a librarlo del poder de los egipcios y a hacerlo subir, desde aquel país, a una tierra fértil y espaciosa, a una tierra que mana leche y miel (Ex 3,7-8).

 

La promesa de Dios habla de una tierra que da buenos frutos, en oposición a Egipto, que fue el lugar de la amargura.

La Biblia recuerda que los israelitas se vieron tentados de preferir la amargura de Egipto a la dulzura y bondad de “la tierra que mana leche y miel”:

 

25 Al cabo de cuarenta días volvieron de explorar el país. 26 Entonces fueron a ver a Moisés, a Aarón y a toda la comunidad de los israelitas en Cades, en el desierto de Parán, y les presentaron su informe, al mismo tiempo que les mostraban los frutos del país. 27 Les contaron lo siguiente: “Fuimos al país donde ustedes nos enviaron; es realmente un país que mana leche y miel, y estos son sus frutos. 28 Pero, ¡qué poderosa es la gente que ocupa el país! Sus ciudades están fortificadas y son muy grandes. Además, vimos allí a los anaquitas. 29 Los amalecitas habitan en la región del Négueb; los hititas, los jebuseos y los amorreos ocupan la región montañosa; y los cananeos viven junto al mar y a lo largo del Jordán”.

30 Caleb trató de animar al pueblo que estaba junto a Moisés, diciéndole: “Subamos en seguida y conquistemos el país, porque ciertamente podremos contra él”. 31 Pero los hombres que habían subido con él replicaron: “No podemos atacar a esa gente, porque es más fuerte que nosotros”. 32 Y divulgaron entre los israelitas falsos rumores acerca del país que habían explorado, diciendo: “La tierra que recorrimos y exploramos devora a sus propios habitantes. Toda la gente que vimos allí es muy alta. 33 Vimos a los gigantes –los anaquitas son raza de gigantes–. Nosotros nos sentíamos como langostas delante de ellos, y esa es la impresión que debimos darles”. (Núm 13,27-33)

 

“¿Qué es lo que vieron esos exploradores? La moderna arqueología nos da algunas claves. La mayoría de los antiguos habitantes de Canaán vivían en los valles y planicies con abundancia de agua y ricos suelos. Allí, la agricultura extensiva se desarrollaba fácilmente.

En contraste con estos valles, muchos montes y pendientes, cubiertos con matorrales y rústicas espesuras, estaban inhabitados. Las cabras salvajes buscaban allí su alimento, y eran las que proveían el “manantial de leche”. (La leche de cabra era muy usada en los tiempos bíblicos). Estos matorrales y arbustos producían variedad de flores, en las cuales las abejas silvestres libaban para producir “corrientes de miel”. Lo que vieron los exploradores fue realmente una tierra “que mana leche y miel”, precisamente porque era una tierra inhóspita, habitada por cabras y abejas que se adentraban en la espesura rústica y salvaje.” (N. Haureuveni, Ecology, P.II)

 

Textos que mencionan “la tierra que mana leche y miel”:

Ex 3,8; 3,17; 13,5; 33,3

Lv 20,24

Nm 13,28; 14,8; 16,13

Dt 6,3; 11,9; 26,9; 26,15; 27,3; 31,20

Jos 5,6

Jer 11,5; 32,22

Ez 20,6; 20,15

 

 

El profeta Joel (cap 3,18) anuncia que en los tiempos mesiánicos habrá abundancia de vino y de leche:

 

Aquel día,

las montañas destilarán vino nuevo

y manará leche de las colinas;

por todos los torrentes de Judá

correrán las aguas,

y brotará un manantial

de la Casa del Señor,

que regará el valle de las Acacias.

 

 

El alimento espiritual

 

22 Por su obediencia a la verdad, ustedes se han purificado para amarse sinceramente como hermanos. Ámense constantemente los unos a los otros con un corazón puro, 23 como quienes han sido engendrados de nuevo, no por un germen corruptible, sino incorruptible: la Palabra de Dios, viva y eterna. 24 Porque toda carne es como hierba y toda su gloria como flor del campo: la hierba se seca y su flor se marchita, 25 pero la Palabra del Señor permanece para siempre. Esta es la Palabra que les ha sido anunciada, la Buena Noticia.

1 Renuncien a toda maldad y a todo engaño, a la hipocresía, a la envidia y a toda clase de maledicencia. 2 Como niños recién nacidos, deseen la leche pura de la Palabra, que los hará crecer para la salvación, 3 ya que han gustado qué bueno es el Señor. (1 Ped 1,22 – 2,3).

 

Se habla de gustar el alimento espiritual como los niños gustan la leche. Todo está en un contexto que tiene que ver con distinguir lo puro y genuino de lo adulterado, lo "trucho", diríamos nosotros. La leche de la madre como leche pura es símbolo del alimento espiritual.