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Profetas en su Tierra
La Madre
lunes, 5 de noviembre de 2007
Madre hay una sola, que queda «cerca nuestro» y aunque no esté cerca, está dentro porque somos parte de ella.
Durante toda la vida nos hizo suyos, nos tuvo en su vientre, en su regazo, nos amó y nos alimentó. Algo más maravilloso que esto es difícil imaginar, esta figura que para siempre quedará grabada en nuestra piel, en nuestros genes, en nuestra memoria, es la madre. Aquella que supo ser madre y que estuvo o está con nosotros. Ella descubre en nosotros, los hijos, ese pedazo de ser que surge de ella, de su profundo amor. La madre es la escuela y el templo del amor. Es escuela de amor porque enseña y educa a amar y ser amados. Es templo porque su figura y su ser físico nos presenta las sensaciones más puras de la ternura y el amor entregado y donado.
La madre es gesto y caricia del amor.
Es gesto porque el recuerdo de sus buenos tratos hacia nosotros, cuando nos peinaba, cuando nos arreglaba el guardapolvo para ir a la escuela, son imágenes que nos remiten a un ser encarnado en infinitos gestos de amor. Es caricia porque estar con ella siempre es agradable, aunque no sea físico el contacto, sus palabras y su sonrisa nos ayudan a ser mejores y a sentirnos protegidos.
La madre es una mirada y una escucha.
Ella nos mira y nos ama aunque nos equivoquemos, aunque no seamos los mejores, para ella todos sus hijos son perfectos. Ella es "escucha" porque ninguna palabra que se desprenda de nuestros labios estará librada a su suerte, cada palabra que digamos tendrá su resonancia en el corazón de nuestra madre.
La madre es una lágrima y una espera.
Es una lágrima que se emocionó cuando por primera vez dijimos "mamá" y cuando logramos una meta. Ella es una espera, porque siempre que nos vamos de casa, ella está sentada cosiendo, o tomando mate o mirando por la ventana aguardando nuestra llegada. También espera nuestro arrepentimiento, nuestro cambio, nuestra retractación.
La madre es un latido y un suspiro.
Es un latido porque cuando escucha que algo nos pasó, su corazón no deja de latir. Es suspiro recién cuando sabe que estamos bien.
La madre es muchas cosas a la vez.
Es todo lo que podemos decir, y también todo lo que no podemos decir. No seremos grandes poetas o músicos, pero cualquier cosa que digamos de nuestra madre tendrá que ser una metáfora o un símbolo. Y siempre será poca cosa. Ella, nuestra madre, tiene tanto para decir que no bastaría una vida para comprenderlo y sintetizarlo.
Gracias a Dios porque yo conocí el amor de mi madre.
Tu también lo conociste y lo puedes dar a conocer. No compres sólo un regalo para tu madre. Este día de la madre regálate y regálale la felicidad de sentirte hijo amado y agradecido.
Participa
Radio María