Las escaleras: la subida hacia las cosas de arriba

martes, 16 de octubre de 2012
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Las escaleras tienen una doble simbología, unida a la imagen de subir o de bajar.

En cuanto a la escalera descendente, simboliza bajar a la oscuridad y al inframundo.

La escalera ascendente está ligada a la idea de ascensión, y simboliza la superación y el triunfo humano sobre lo arduo y trabajoso. En el plano religioso, la escalera ascendente es símbolo de comunicación con las divinidades del plano superior. Numerosos templos cuentan con una gran escalinata para acceder al altar, o son directamente construidos como una escalera; tal es el caso de algunos tipos de pirámides.

 

Para los egipcios, la ascensión consistía en un pasaje por distintos niveles de verticalidad, y podía asumir un carácter literal y material, como así también simbólico y metafórico; en este caso, la escalera es imagen de ascensión espiritual.

 

La escalera caracol, especialmente si su extremo superior queda oculto, es símbolo de misterio.

 

LA ESCALERA QUE VIO JACOB: Gén 28,10-22

 

10 Jacob partió de Berseba y se dirigió hacia Jarán. 11 De pronto llegó a un lugar, y se detuvo en él para pasar la noche, porque ya se había puesto el sol. Tomó una de las piedras del lugar, se la puso como almohada y se acostó allí. 12 Entonces tuvo un sueño: vio una escalinata que estaba apoyada sobre la tierra, y cuyo extremo superior tocaba el cielo. Por ella subían y bajaban ángeles de Dios. 13 Y el Señor, de pie junto a él, le decía: “Yo soy el Señor, el Dios de Abraham, tu padre, y el Dios de Isaac. A ti y a tu descendencia les daré la tierra donde estás acostado. 14 Tu descendencia será numerosa como el polvo de la tierra; te extenderás hacia el este y el oeste, el norte y el sur; y por ti y tu descendencia, se bendecirán todas las familias de la tierra. 15 Yo estoy contigo: te protegeré dondequiera que vayas, y te haré volver a esta tierra. No te abandonaré hasta haber cumplido todo lo que te prometo”.

16 Jacob se despertó de su sueño y exclamó: “¡Verdaderamente el Señor está en este lugar, y yo no lo sabía!”. 17 Y lleno de temor, añadió: “¡Qué temible es este lugar! Es nada menos que la casa de Dios y la puerta del cielo”. 18 A la madrugada del día siguiente, Jacob tomó la piedra que le había servido de almohada, la erigió como piedra conmemorativa, y derramó aceite sobre ella. 19 Y a ese lugar, que antes se llamaba Luz, lo llamó Betel, que significa “Casa de Dios”. 20 Luego Jacob hizo este voto: “Si Dios me acompaña y me protege durante el viaje que estoy realizando, si me da pan para comer y ropa para vestirme, 21 y si puedo regresar sano y salvo a la casa de mi padre, el Señor será mi Dios. 22 Y esta piedra conmemorativa que acabo de erigir, será la casa de Dios. Además, le pagaré el diezmo de todo lo que me dé”.

 

 

“Jacob, en viaje hacia la tierra de Aram, se detuvo a dormir en un lugar y durante la noche tuvo un sueño.Dios está de pie, como el rey o el juez que pronuncia una sentencia, porque se dispone a hacer una promesa solemne referida a Jacob y a toda su descendencia. Entonces Jacob reconoce que ese lugar es la casa de Dios y la puerta del cielo, un lugar sagrado, un santuario. En este texto se supone que esa escalera es una construcción, como la que puede haber en la entrada de un palacio o un templo. Aparece aquí como un símbolo para indicar que ese lugar es un punto de contacto entre el cielo y la tierra, el punto de encuentro entre Dios y los seres humanos, el lugar donde la revelación misericordiosa de Dios desciende hasta sus criaturas, y desde donde ascienden las oraciones.” Luis Rivas, Diccionario de Símbolos y Figuras de la Biblia, Ed. A.Mi.Co.

 

LOS CUATRO PELDAÑOS DE LA LECTIO DIVINA

 

La Lectio Divina o Lectura Orante es el ejercicio ordenado de la escucha personal o comunitaria de la Palabra de Dios. Coinciden los estudiosos en atribuir a Guigo, un monje cartujo del s. XII, la sistematización de la lectio divina en cuatro peldaños. Este monje utilizó la imagen de la escalera para indicar el ascenso desde la letra del texto hasta llegar a Dios, que es quien nos habla en el texto. Estos peldaños son:

1. Lectura

2. Meditación

3. Oración

4. Contemplación

1. Lectura

Es la lectura atenta y pausada del texto para captar su sentido literal, simplemente lo que dice allí. Es el momento que me obliga a ver lo que dice la Biblia, y no lo que yo creo que dice.

 Una forma sencilla de hacer este primer momento de la lectura es con la pregunta: ¿Qué dice el texto?

2. Meditación

Luego de ese primer momento en que comprendí lo que dice el texto, llega el momento de aplicarlo a mi vida. Porque creo que Dios me habla en la Biblia, no busco en ella sólo una bella obra literaria, sino una palabra que tiene algo para decirme en mi realidad y en mi situación concreta.

Para resumirlo en una pregunta, este paso nos plantea: ¿Qué me dice el texto a mí?. O, si leemos en grupo: ¿Qué nos dice a nosotros, a nuestra comunidad?

3. Oración

Dios me habló en el texto. ¿Y ahora yo qué le digo? Una vez que he confrontado mi vida con la Palabra de Dios, desde mi propia experiencia, la oración surgirá de diversas maneras. Los maestros espirituales recomiendan aprovechar los salmos o las palabras que el mismo texto nos brinda para rezar.

Este paso se nos presenta con la pregunta: ¿Qué le digo a Dios? O, si leemos en grupo: ¿Qué le decimos a Dios?

4. Contemplación

Llegamos hasta este último peldaño, y ahora el esfuerzo humano ya no cuenta. La contemplación es regalo de Dios. Es su Espíritu que pone en nosotros el conocimiento sabroso de Dios. Es cierto que Dios regala estos dones cuando quiere y donde quiere, con o sin lectio divina previa. Pero también es cierto que el encuentro con la Palabra de Dios es un camino cierto para el encuentro con Dios mismo.

LA LECTURA ORANTE Y LOS MÉTODOS ACTUALES

Los autores modernos agregan por lo menos dos pasos a estos cuatro peldaños desarrollados por el monje Guigo. Uno al principio y otro al final.

El primero, antes de la lectura, es la oración. Invocamos al Espíritu Santo como guía y maestro en la lectura de la Biblia.

El último paso, luego de la meditación, es la acción. Es "bajar" de ese Tabor para transformar el mundo con el amor que Dios nos ha comunicado.

Los métodos modernos de estudios bíblicos

Los actuales estudios científicos y académicos de la Biblia nos brindan un excelente auxilio para la práctica de la lectura orante. Los maestros espirituales insisten en que la lectura orante no es un momento de estudio sino de oración. Sin embargo, se podrá aprovechar mejor el paso de la lectura, el momento objetivo de encuentro con el texto, si tengo elementos que me permitan entenderlo mejor.

La Pontificia Comisión Bíblica publicó en el año 1993 un precioso documento llamado "La Interpretación de la Biblia en la Iglesia". Allí hace una presentación y evaluación de los distintos métodos que se utilizan en el ámbito académico y en otros ámbitos eclesiales.

Es pertinente tener en cuenta la definición que el documento nos da sobre los actuales métodos de estudio.

Por método exegético comprendemos un conjunto de procedimientos científicos puestos en acción para explicar los textos. Hablamos de "acercamiento" cuando se trata de una búsqueda orientada según un punto de vista particular. (La Interpretación de la Biblia en la Iglesia, nota a la Introducción)

Vemos aquí reflejados los dos primeros pasos de la lectio divina. El método exegético corresponde al primer peldaño, la lectura, el momento objetivo. El acercamiento contribuye a subir el segundo peldaño, la meditación, el momento subjetivo, el punto de vista particular de la persona o comunidad que lee.

 

La lectura sin la meditación es árida. La meditación sin la lectura va sujeta a errores. La oración sin la meditación es tibia. La meditación sin la oración no da frutos. La oración, hecha con fervor, permite alcanzar la contemplación. Alcanzar la contemplación, sin la oración, es algo raro o milagroso. Monje Guigo, Carta al hermano Gervasio sobre “la escalera de los monjes”.