Dios nos invita a no tener miedo

martes, 30 de octubre de 2012
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Buen día a todos los amigos de Radio María, iniciamos la catequesis en este Despertar con María.

Vamos a seguir profundizando este libro del Cardenal Jorge Bergoglio “Mente abierta, corazón creyente” que nos ha acompañado durante el mes de octubre. El Cardenal al final del Libro nos propone dos modos de trabajar, de mirar mi conciencia y proyectar mi futuro. Por un lado lo que Dios le dice a la Iglesia que aparece en los primeros capítulos del Apocalipsis y de esas comunidades concretas que están sufriendo la prueba y de esas comunidades que podemos ser también nosotros porque en el dinamismo de la presencia del reino en el mundo hay situaciones que se repiten en formas distintas.

 

Ayer estuvimos viendo que decía la Iglesia de Éfeso y hoy vamos a detenernos en lo que dice a la Iglesia de Esmirna.

 

La consigna de hoy será ¿Cuáles son tus miedos, los miedos de tu comunidad? Cuáles son esos miedos que nos paralizan en estos momentos de evangelización, en estos tiempos de tantos cambios en el cual Dios nos invita a no tener miedo y a navegar mar adentro. Compartiendo los miedos podemos compartir que muchas veces lo que te pasa es lo mismo que le ha pasado a la Iglesia de los orígenes.

 

Dice Apocalipsis en el capítulo 2 versículo 8:

 

Escribe al Ángel de la Iglesia de Esmirna: «El Primero y el Ultimo, el que estuvo muerto y ha revivido, afirma:

 

«Conozco tu tribulación y tu pobreza, aunque eres rica, así como también la maledicencia de los que se llaman judíos, y no son más que una sinagoga de Satanás.

 

No temas por lo que tendrás que padecer: mira que el demonio va a arrojar en la cárcel a algunos de ustedes para que sean puestos a prueba, y tendrán que sufrir durante diez días. Sé fiel hasta la muerte y te daré la corona de la vida».

 

El que pueda entender, que entienda lo que el Espíritu dice a las Iglesias: la segunda muerte no dañará al vencedor.

 

Que interesante lo que encontramos, el libro del Apocalipsis nos invita a examinar nuestro corazón y nuestras actitudes, nos ayuda a despegar aquello que hay en el interior de nuestro corazón. Por eso te invitamos a ver cuáles son los miedos que tenemos como persona y como comunidad. No sufrimos persecuciones como en el tiempo de los romanos pero experimentamos campañas desde los medios, burlas en nuestro ambiente, un desierto de Dios – como dice Benedicto XVI – que convive con una cierta intolerancia a lo religioso.

 

Una vez el Cardenal Bergoglio dijo en Buenos Aires una frase que tuvo mucha repercusión: “el único proscripto en las escuelas es la Iglesia”.

En concreto, en la escuela estatal pública que tengo cerca de mi parroquia, yo no puedo entrar y tengo que quedarme en la puerta, y muchas seudo organizaciones que defienden cosas indefendibles, entran les prestan el espacio áulico para que hablen de sus fines y demás. La semana pasada me decía una mamá que a la escuela de su hijo habían entrado la Liga de Travestis y Lesbianos para hablar de matrimonio igualitario a chicos de 9 años. Y yo no puedo entrar a invitarlos a la catequesis y tengo que quedarme en la puerta repartiendo papelitos o poniendo pancartas para llamar la atención. Evidentemente vivimos tiempos difíciles.

Veamos entonces cuáles son los miedos, esos miedos que nos pueden paralizar, esos miedos que nos pueden hacer daño, esos miedos que en última instancia no es lo que Dios quiere regalarnos porque esta Iglesia no se ha agriado como Éfeso, ama al Señor pero le toca sufrir mucho y por eso el demonio le mete miedo, como a Pedro sobre las aguas, habiéndole sentir que el sufrimiento durará mucho, y como Pedro cuando nos entramos en el miedo nos hundimos, cuando dejamos de mirar al Maestro entramos en el pánico.

Por eso que podamos esta mañana dejarnos guiar por el texto del Apocalipsis tan rico y tan profundo y descubramos cuales son los miedos que tenemos.

 

¿Se puede no tener miedo a nada? Depende… si yo estoy con mi papá, puedo tener un miedo lógico, depende mucho de con quién estoy.

Miremos cómo empieza este texto a la Iglesia de Esmirna: Escribe al Ángel de la Iglesia de Esmirna: «El Primero y el Ultimo, el que estuvo muerto y ha revivido, afirma: El es el que se presenta y te dice “no tengas miedo”, él es el que ha luchado y vencido a la muerte, por eso es el primero y el último, alfa y omega, Señor de la historia, el que estuvo muerto y ha revivido, él tiene autoridad para decirte “no tengas miedo”, pero también es bueno ponerle nombre a nuestros miedos, porque son sentimientos, son situaciones. Ser consciente de aquello que nos atemoriza nos permite encontrar los caminos para solucionarlo.

 

El Señor consuela a la Iglesia mostrando que él está ahí, que el sufrimiento será breve (10 días) un número clave, simbólico, no será un sufrimiento eterno pero será un sufrimiento importante. El primero y último, la muerte y la vida van juntos y el tiempo intermedio pasa como un suspiro. Dios desde su eternidad se pone a darnos cuenta que lo que abruma lo que padecemos, ¿cuánto tiempo dura? A veces situaciones en nuestra vida que nos parece que no la podemos sobrellevar, después nos parece que fue un momento. Recuerdo que mi papá me dijo una vez, Alejandro, no te hagas tanto problema de cosas que después al año incluso la contarás como una anécdota.

A veces tenemos una conciencia un poco trágica y dramática por situaciones o pruebas que son reales pero que nos hace bien ponerlas en la perspectiva de la historia de Dios, de la historia de la salvación y aprender a calcular nuestro tiempo al lado de la eternidad de Dios.

Dios se presenta a esta Iglesia de Esmirna en toda su majestad, él es el primero y el último, el que estuvo muerto y revivió. La Iglesia está sufriendo tribulación y el Señor la consuela mostrándose como el que posee la vida y dispone de ella como de algo propio y esa posición señorial hace que este tiempo de prueba sea un nada en comparación con el peso de la gloria prometida. Se fiel hasta la muerte y te daré la corona de vida. Ese Dios que existía desde el principio, esa palabra que está junto a Dios, todas las cosas fueron hechas por la palabra y sin ella no se hizo nada de todo lo que existe. En ella estaba la vida pero en Cristo esa vida se manifiesta, en la encarnación los hombres comienzan a descubrir el misterio salvífico de Dios, el logo como palabra creadora está en el núcleo más íntimo de cada acontecimiento. El verbo hecho carne se hace compañero de camino para ayudarte a sobrellevarlos, por eso es que la tribulaciones no pueden amedrentar al cristiano, ni sentir que hay algo que lo supera. Es él, el hijo que los quiere, el Señor que da sentido a todas las cosas desde la eternidad, también quiso darle sentido desde adentro tomando nuestra carne y asumiendo nuestra historia. El es el sumo sacerdote, fiel y compasivo que dirigió durante su vida terrena, súplicas y plegarias con fuerte gritos y lágrimas a aquel que podía salvarlo de la muerte y fue escuchado por su humilde sumisión y aunque era hijo de Dios aprendió por medio de sus propios sufrimientos lo que significa obedecer y de este modo alcanzó la perfección y llegó a ser causa de salvación eterna para todos los que lo obedecen.

 

Ese Dios es el sumo sacerdote fiel y compasivo, el que fue escuchado pero no por eso librado de la prueba es el que quiere consolar a la Iglesia de Esmirna y el que quiere consolar a cada uno de nosotros, es el que conoce lo que estamos sufriendo a causa del enemigo que busca y quiere hacernos desfallecer pero el Señor nos dice: No temas, conozco tus tribulaciones y sufrimientos, no temas por lo que tendrás que padecer, no temas, tus miedos están en mi corazón y yo te voy a acompañar.

 

Este tema del miedo es recurrente, es un tema que hace al ser humano, por eso al caminar sin miedo tenemos que tener la presencia de ese Dios que nos acompaña, el miedo equilibra, el miedo se naturaliza, se ordena y se armoniza con la presencia de un Dios que es el Emanuel.

En el evangelio aparece muchas veces la palabra “miedo”, desde Nazaret, no temas María el Señor está contigo, el Espíritu Santo te cubrirá con su sombra, te mostrará el camino por donde ir. Vayamos también en Nazaret a ese santo hombre que es José, no tengas miedo de recibir a María como esposa, aunque no termines de entender, quédate tranquilo, está Dios metido en esta historia. Vamos a Belén, a esos sencillos pastores, no tengan miedo hoy les anunciamos una buena noticia, así va aconteciendo. También hay otros miedos, miedos que no son “santos miedos”. Herodes tuvo miedo de perder poder, hoy te invito a que hagas memoria en tantos textos del evangelio en que aparece la palabra miedo.

El miedo es un sentimiento lógico ante un peligro, pero puede transformarse en pánico, nos puede paralizar, encerrar, les cuento una historia del pueblo sufí que

 

Cuentan que un día un peregrino se encontró con la Peste y le preguntó

adónde iba:

– A Bagdad – le contestó ésta – a matar cinco mil personas.

Pasó una semana y cuando el peregrino se volvió a encontrar con la Peste que

regresaba de su viaje la interpeló indignado:

– ¡Me dijiste que ibas a matar a cinco mil personas, y mataste a cincuenta

mil!

– No – respondió la Peste. – Yo sólo maté a cinco mil, el resto se murió de

miedo.

 

A veces pasa esto, una situación objetiva que nosotros la empezamos a agrandar. Muchas veces pasa que el pánico es más rápido que el virus, por eso es que hay que controlar el pánico (esto con motivo de la gripe A).

 

Volviendo al texto del Cardenal Bergoglio, es bueno tomar conciencia de que la situación de Esmirna no es fácil, para los ojos humanos es un desastre, viven en la pobreza, hay calumnias, encumbramiento de una sinagoga de Satanás y cárcel para los que son fieles. Sin embargo esta situación tan mala, a los ojos del Señor, la ve como una Iglesia inmensamente rica, porque se mantiene la verdad en medio de las calumnias, y todas esas pruebas las van purificando y tienen resistencia frente a las tentaciones y tribulaciones.

 

Esto es importante porque de alguna manera el miedo no las vence y pueden ser fieles hasta la muerte y entonces así van a participar de la corona de la vida.

 

El miedo nos obliga a reconocer que somos vulnerables, si tenemos el complejo de Dios omnipotente y nos creemos que todo lo podemos, entonces tapamos el miedo nos confundimos porque ponemos nuestra seguridad en nosotros y no en Dios, y queremos afrontar situaciones que nos superan, De ahí la invitación que hace el Apocalipsis, se fiel hasta la muerte y te daré la corona de la vida. Se fiel hasta la muerte de tu orgullo, de tu ego, se fiel hasta la muerte de creerte que vos solo podés, se fiel hasta la muerte de tu omnipotencia. Esa corona de vida es aquella que habla Pablo en la primera carta a los Corintios capítulo 9, nos dice:

 

Los atletas se privan de todo, y lo hacen para obtener una corona que se marchita; nosotros, en cambio, por una corona incorruptible.

Así, yo corro, pero no sin saber adónde; peleo, no como el que da golpes en el aire.

Al contrario, castigo mi cuerpo y lo tengo sometido, no sea que, después de haber predicado a los demás, yo mismo quede descalificado.

 

Que interesante es descubrir que nosotros corremos tras una corona que no se marchita. El Papa Benedicto XVI nos está proponiendo que ahondemos en el tema de la fe, dice,

 

Hoy, junto a muchos signos buenos, crece a nuestro alrededor también un cierto desierto espiritual”, señaló el Papa. “A pesar de la grandeza de los descubrimientos de la ciencia y de los éxitos de la tecnología, el hombre hoy no parece ser verdaderamente más libre, más humano; todavía permanecen muchas formas de explotación, de manipulación, de violencia, de opresión, de injusticia… Además, un cierto tipo de cultura ha educado a moverse solo en el horizonte de las cosas, de lo posible, a creer solo en lo que vemos y tocamos con las manos. Por otro lado, sin embargo, crece el número de personas que se sienten desorientados y, al tratar de ir más allá de una visión puramente horizontal de la realidad, se predisponen a creer en todo y su contrario. En este contexto, surgen algunas preguntas fundamentales, que son mucho más concretas de lo que parecen a primera vista: ¿Qué sentido tiene vivir? ¿Hay un futuro para el hombre, para nosotros y para las generaciones futuras? ¿En qué dirección orientar las decisiones de nuestra libertad en pos de un resultado bueno y feliz de la vida? ¿Qué nos espera más allá del umbral de la muerte? ”

Ante todas estas inquietudes, el Papa explicó la necesidad de la fe: “Nosotros necesitamos no solo el pan material, necesitamos amor, sentido y esperanza, un fundamento seguro, un terreno sólido que nos ayude a vivir con un sentido auténtico, incluso en la crisis, en la oscuridad, en las dificultades y en los problemas cotidianos. La fe nos da esto: se trata de una confianza plena en un ‘Tú’, que es Dios, el cual me da una seguridad diferente, pero no menos sólida que la que proviene del cálculo exacto o de la ciencia”. “La fe –añadió el Papa– no es un mero asentimiento intelectual del hombre a las verdades particulares sobre Dios; es un acto por el cual me confío libremente a un Dios que es Padre y me ama; es la adhesión a un ‘Tú’ que me da esperanza y confianza. Ciertamente que esta adhesión a Dios no carece de contenido: con ella sabemos que Dios se ha revelado a nosotros en Cristo, hizo ver su rostro y se ha vuelto cercano a cada uno de nosotros. En efecto, Dios ha revelado que su amor por el hombre, por cada uno de nosotros, es sin medida: en la cruz, Jesús de Nazaret, el Hijo de Dios hecho hombre, nos muestra del modo más luminoso a qué grado llega este amor, hasta darse a sí mismo, hasta el sacrificio total… La fe es creer en este amor de Dios, que no disminuye ante la maldad de los hombres, ante el mal y la muerte, sino que es capaz de transformar todas las formas de esclavitud, dando la posibilidad de la salvación. Tener fe, entonces, es encontrar ese ‘Tú’, Dios, que me sostiene y me concede la promesa de un amor indestructible, que no solo aspira a la eternidad, sino que la dona; es confiar en Dios con la actitud del niño, el cual sabe que todas sus dificultades, todos sus problemas están a salvo en el ‘tú’ de la madre. Y esta posibilidad de salvación a través de la fe es un don que Dios ofrece a todos los hombres”

Que interesante sería vivir así la confianza, esa confianza que llevo al Apóstol cuando tuvo que echar las redes donde no había peces. Esa confianza que llevó a los apóstoles a no tener miedo cuando Jesús les mandó que le dieran a comer a 5000 personas teniendo solo cinco panes. Esa confianza de Pedro que lo llevó a bajarse de una barca para andar donde no se hace pie. Esa confianza que llevó a los servidores de la boda de Caná a llenar con 600 litros de agua cuando lo que faltaba era vino. Esa confianza que llevó al ciego a llenarse de barro los ojos, al leproso a ponerse en camino a la casa del sacerdote, a Marta y María a abrir el sepulcro de Lázaro. Aún cuando parezca que todo está perdido, aún cuando el miedo nos atribula, el Señor nos invita: se fiel hasta la muerte y te daré la corona de vida, confía en mí, deja que yo sea tu baluarte y tu refugio, y eso en la historia lo han vivido muchos hombres del pasado y del presente.

El Cardenal Bergoglio termina su reflexión con una advertencia que tenemos que escuchar con mucha atención y dice lo siguiente: en los que sufren tribulación juntamente con el miedo está también la tentación del cansancio. La persistencia del mal hace que uno pierda la noción del tiempo y se vaya cansando, poniéndose irritable. Es frecuente cuando una persecución dura mucho que uno se vaya mimetizando con el enemigo…

El cansancio puede hacer que me despiste, que me desubique y empiezo a ver enemigo y ocasionales contrincantes, uno termina maltratando a la gente y termina pegando a gente que no tiene nada que ver y empiezo a ver todo negro, al día lo transformo en pesadilla, por eso que admirable el Cardenal Van Thuan, un hombre de Dios, ese hombre que estuvo preso en Vietnam, incluso 9 años aislado en una cárcel, no deja de ser un profeta de esperanza. Escribió algunas cosas desde la cárcel: si espero el momento oportuno de hacer algo verdaderamente grande, ¿cuántas veces en mi vida se me presentarán ocasiones semejantes?, prefiero aprovechar esta para hacerla grande. Jesús no esperaré, vivo el momento presente colmándolo de amor, la línea recta está formada por millones de puntitos unidos entre sí. También mi vida está integrada por millones de segundos y de minutos unidos entre sí, dispongo perfectamente de cada punto y mi línea será recta, vivo con perfección cada minuto y la vida será santa. Puedo estar preso pero yo dispongo de esos millones de puntitos para ser feliz y hacer feliz a los demás.

Que mensaje extraordinario, a este hombre el sufrimiento no le quebró el corazón, recuerdo en un encuentro del Cardenal con Juan Pablo II, dos hombres marcados por la persecución y el sufrimiento pero ambos se dejaron consolar por el Señor y fueron fieles y hoy desde el cielo estarán gozando de la corona de vida.

Terminamos nuestra catequesis, Dios mediante nos encontramos el lunes próximo, Dios quiera que en nuestra comunidad este domingo haya fiesta porque Jesús venció a la muerte y quita todos nuestros miedos.