La revolución sin nombre

lunes, 19 de noviembre de 2007
image_pdfimage_print
Marcos Camacho está en la cárcel en San Pablo, Brasil. Él dirige allí el Comando de la Capital que es un cartel de narcotráfico. Se le hizo una entrevista y habla de la droga.

A mí, particularmente, el discurso que se ha construido en torno de la droga me preocupa mucho porque me da la impresión de que no está llegando a quienes realmente tiene que llegar.

Me da la impresión de que resbala en la mente de los chicos en la hora concreta.

De todas maneras, no tenía respuesta a estas preguntas. Quien habla o comparte con jóvenes, se da cuenta que no estamos dando en el blanco a la hora de hablar sobre droga.

Miren lo que dice Marcos Camacho, capaz que nos aporte algunos datos importantes.

 

“La droga es una señal de estos tiempos, yo era pobre e invisible, ustedes nunca me miraron durante épocas y antiguamente era fácil resolver el tema de la miseria.

El diagnóstico era obvio, migración rural, desnivel de renta, pocas villas miserias, discretas periferias. ¿Y que hicieron?. Nada.

¿Alguna vez el gobierno reservó algún presupuesto para nosotros?

Nosotros sólo éramos noticia en los derrumbes de las villas en las montañas o en la música romántica de la belleza de esas montañas al amanecer.

Ahora estamos ricos, con la multinacional de la droga y ustedes se están muriendo de miedo.

Nosotros somos el inicio tardío de nuestra conciencia social, yo soy el culto, en la prisión leo a Dante.

¿Solución? No hay solución hermano, la propia idea de solución ya es un error. ¿Ya vio el tamaño de las 560 villas miseria de Río? ¿Ya anduvo en helicóptero sobre la periferia de San Pablo? ¿Solución? ¿Cómo?

Sólo la habría con muchos millones de dólares gastados organizadamente con un gobernante de alto nivel, con una inmensa voluntad política, con una revolución en la educación, urbanización general y todo tendría que ser bajo la batuta de casi una tiranía esclarecida que saltase por sobre la parálisis burocrática secular, que pasase por encima de todos los cuerpos oficiales.

¿O ustedes creen que los chupa sangre no van a actuar?

Si se descuidan van a robar hasta el producto bruto interno y el judicial que impide puniciones, tendría que haber una reforma radical del proceso penal en los países, tendría que haber comunicaciones e inteligencia entre policías municipales, provinciales, federales.

Todo esto costaría billones de dólares, implicaría una mudanza psicosocial profunda, osea, es imposible, no hay solución.

¿Usted no tiene miedo a morir? Le pregunta O Globo,

No, los que tienen miedo a morir son ustedes, no yo. Mejor dicho, aquí en la cárcel ustedes no puede entrar y matarme, y yo puedo mandar a matarlos a ustedes allí afuera.

Nosotros somos hombres bombas, en las villas miserias hay miles de hombres bombas, estamos en el centro de la insoluble miseria.

Ustedes en el bien y el mal y en el medio la frontera de la muerte, la única frontera.

Nosotros somos una nueva especia, ya somos otros bichos diferentes a ustedes. La muerte para ustedes es un drama en una cama por un ataque al corazón, para nosotros la muerte es comida diaria, tirados en una fosa común.

Ustedes intelectuales no hablan de lucha de clases, de ser marginal, de ser héroe ¿no? entonces llegamos nosotros.

Ya leo mucho, leí 3000 libros y leo a Dante pero mis soldados son anomalías del desarrollo torcido de América Latina.

No hay más proletarios o infelices, explotados, hay una tercera cosa creciendo ahí afuera, cultivado en el barro, educándose en el más absoluto analfabetismo, diplomándose en cárceles, es como un monstruo escondido en los rincones de la ciudad.

Ya surgió un nuevo lenguaje ¿ustedes no escuchan las grabaciones hechas con autorización de la justicia? ¿No se dan cuenta que eso es otra lengua?

Están delante de una especie de post miseria. Eso, la post miseria genera una cultura asesina, ayudada por la tecnología, satélites, celulares, internet, armas modernas. Mis comandantes son una mutación de la especie social, son hongos de un gran error sucio.

Les voy a dar una idea aunque sea en contra mío. Agarren a los varones del polvo, polvo es la cocaína, hay diputados, senadores, generales, ex presidentes en medio de la cocaína y de las armas.

¿Pero, quién va a hacer esto? ¿Quién los agarra? ¿El ejército? ¿Con qué plata? Si no tienen plata ni para comida de los reclutas, el país está quebrado sustentando un estado muerto con intereses del 20% al año.

¿El ejército irá en contra de los narcotraficantes?

Estoy leyendo sobre la guerra de Calusewitz, no hay perspectiva de éxito, nosotros somos hormigas devorándonos, escondidas en los rincones, tenemos hasta misiles antitanques.

Sin embargo van a salir unos stingers para acabar con nosotros. Solamente una bomba atómica en las villas miserias.

¿Lo pensó bien?”

 
Este cuadro es escalofriante, lo peor de todo es que es real.
Quienes han entrado en el sub mundo de la droga, de la post miseria, como dice este narcotraficante, saben que esto da cuenta al menos de la realidad.

Daría la impresión de que no hay salida.

Creemos que así como estos hombres hormigas que son como un ejército asesino como él dice, fruto también de una injusticia social, hay otra clase de hormiguero que va llevando adelante una revolución sin nombre.

Y de eso vamos a hablar con Sebastián Bertucelli y con diferentes invitados hoy.

Esta es un época de máximos riesgos y también de máximas posibilidades.

 

Gabriela Lasanta: Hola Sebastián, ¿cómo estás?

 

Sebastián Bertucelli: Buen día, un gusto estar contigo, con ustedes, con los oyentes.

 

GL: Buen día. Vos que trabajás en base, ¿qué te parecieron estos comentarios de este narcotraficante?

 

SB: En una conferencia que yo dí viniendo de Colombia en el año 1991, en el teatro de Luz y Fuerza de Córdoba, está grabada la conferencia, yo digo esto de las sociedades alternas que se arman por fuera de todo sistema institucional.

Lo dije, lo grité, en un teatro inmenso con mucha gente, profesionales y dije que lo que venía para Córdoba como para toda Latinoamérica era lo que vi en Colombia. Que era que se arman sociedades por fuera de la sociedad civil y que estas sociedades ya tenían economía propia y que una de las fuentes económicas de sustento de estas sociedades, que son para los sociólogos sociedades alternas, alternas significa que van por otros lados, tienen otras reglas, otras leyes, otro tipo de valores, otro código, otra lengua, sus propios ejércitos, su propia economía.

Esto lo dije en el año 1991, después de los dos viajes que estuve en Colombia como consultor de la Organización Mundial de la Salud.

A partir de ahí fui viendo, lamentablemente, como vengo viendo a partir del proceso militar del 76´ hasta ahora, la caída que se va dando y profundizando y que las clases dirigentes, y demás.

Yo creo que lo que este señor dice está equivocado porque toda persona que está excluida y que se incluye, el poderío es económico, entonces el pone todas las soluciones en el plano económico.

A la hora de plantear alguna alternativa de salida, si bien habla de educación, dice que primero hay que tener millones de dólares, lo cual no es cierto.

Lo que tiene que cambiar es el hombre, porque la mucha plata en manos del hombre incorrecto se vuelve incorrecta.

Vos podés poner millones de dólares en los sistemas educativos actuales, en el sistema de salud que colapsó, en el sistema de minoridad y en este sentido no vas a solucionar nada porque lo que es incorrecto es el diseño de esto, el hombre que sustenta y los valores que sustentan estos programas.

El señor hace, como buena persona que salió de abajo, pone énfasis y glorifica al dinero, como el medio del poder y es lo que ha logrado el narcotráfico.

Yo te comenté en otro programa que Pablo Escobar se había ofrecido a pagar la deuda externa de Colombia.

 

GL: ¿Lo ofreció realmente o fue un acto de ostentación?

 

SB: Lo ofreció porque a él lo están persiguiendo. Se hizo construir una cárcel con grifos de oro, se encerró a si mismo para que no lo extraditen a Estados Unidos y después él mismo salió de la cárcel cuando quiso. Esto fue Pablo Escobar.

 

GL: Le cuento a la gente que Pablo Escobar es un traficante del Cartel de Medellín.

 

SB: Por ejemplo, a mí de la Organización Mundial de la Salud no me dejaban ir sólo a Medellín por los secuestros y me acuerdo que una vez que logro ir, subo a Medellín y me ve extranjero el chofer del taxi y creyéndose que yo era alguien de la droga, me dice “si don Pablo me escuchara, yo necesito una vivienda, él ha ayudado a tanta gente” porque Pablo Escobar hizo planes de viviendas.

Hizo un ministerio de acción social paralelo, el taxista me hablaba a mí pensando que era de ellos.

 

GL: ¡Qué dimensiones cobra esto!

 

SB: Yo lo grité en 1991 en el teatro Luz y Fuerza, ante 400 profesionales.

 

GL: ¿Por qué lo gritaste?

 

SB: Porque yo veía el desastre que se nos venía y que se venía esto y que se estaba sustentando la política con esta plata y que todo en negro y todo por abajo se iba sustentando una serie de todo. Y con la debilidad institucional que tenemos en estos países, nosotros, era un coctel Molotov. Pero hay otro punto, este es un diagnóstico pero es una parte del diagnóstico. Este es un aspecto pero hay otro diagnóstico que nosotros tenemos unas fuerzas y capacidades comunitarias impresionantes a la vez que tenemos semejantes problemas.

De eso vamos a hablar hoy.

 

GL: Esta idea surge de un libro de Paul Hawken, un libro donde describe un movimiento sin nombre, sin líderes, sin manifiestos, conformado por miles y miles de individuos y organizaciones que están presentes en cada ciudad y país del mundo, que están luchando por los derechos sociales básicos y por la defensa del medio ambiente.

Tienen algunas características muy notables, quizá por eso no nos damos cuenta de esta masa revolucionaria porque entre sus características se unen para un solo objetivo, termina ese objetivo y vuelve cada cual a su madriguera.

¿Cómo se explica este fenómeno? ¿Qué características tiene?

 

SB: Es una relación de tipo estructural. A medida que van fallando las dirigencias, a medida que hay abandono o hay impunidad por parte de las dirigencias, esto obliga necesariamente a un cambio estructural a que desde abajo para arriba se repare.

Se repare todo lo que se rompe desde arriba, se vuelva a armar desde abajo.

Esto es una situación de tipo estructural, no causal. Cuando se fallan las cabezas, tienen necesariamente de abajo hacia arriba reconstituir la sociedad.

Y estos movimientos, miles, apuntan a dos puntos clave que yo quisiera ver en esto de la revolución sin nombre.

Un tema es el tema de turno de la comunidad, la inundación, el tema que estoy viendo ahora, el suicidio adolescente, temas como problemas de violencia. Hay temas que son puntuales que las comunidades necesitan abordar.

Pero hay un tema central para todos estos temas que la revolución verdadera hoy está en que uno se coloca en el lado del unir o del lado del dividir.

Hoy día, la revolución está en coordinarse, en las redes, en unirse. Aunque sea para tareas como las “mingas” que escribimos en el proyecto del Cura Brochero en el año 1986, que la minga como forma opaca de organización es la reunión de amigos, parientes y vecinos para sacar una tarea, rematando en la fiesta consabida y volver a sus casas y mandarse a guardar.

Eso es una minga. Es una estructura que es andina y está en todos los barrios de Córdoba.

Ahora le podemos poner otro nombre.

 

GL: El objetivo es unirse para una tarea.

 

SB: Para una tarea y ésta tarea es el despertador y el cancelador de la unión.

Una vez terminada la tarea, con la fiesta que es le ritual de terminación de los trabajos, volver a sus casas.

Esta estructura la pusimos en el proyecto de Brochero de 1986, está publicada.

 

GL: No sé si en este momento se lleva a cabo en las altas cumbres, pero hasta hace unos años se daba esto.

 

SB: Esto se da como cultura implícita, no explícita, porque hoy minga te dicen que significa al revés, minga es nada, “nada te voy a dar”.

La forma de organización opaca como estas que son sin nombre, son movimientos que se despiertan con una tarea convocante de mini tareas a máximas tareas comunitarias y una vez que están terminadas, se hace la fiesta y ahí cada cual a sus casas.

Hay un punto de la revolución clave, en esto de la revolución sin nombre que hay dos cosas que hacer cuando uno va o está en las casas, en las relaciones humanas: unir a la gente o dividirla, romperla.

La violencia como la droga rompe, son unidades que se van destruyendo, hasta destruye al que ejerce el poderío de la droga.

Un chico que entra en el campo de la droga hoy, tiene botas texanas a la semana de trabajar, gana un dinero que no gana alguien que trabaja en un supermercado, pero está hipotecada su vida, él ya sabe que su vida no le pertenece y que su vida está en riesgo permanentemente y que la muerte está cerca.

Mientras que en el campo comunitario no es así. En el campo comunitario es esto de unirnos en progresión, empezando con comienzos humildes, con comienzos de menor a mayor y que ir uniendo, ir haciendo amigos, esto nos va dando satisfacciones plenas y nos va haciendo cada vez más fuertes.

 

GL: ¿Las redes se constituyen por proximidad en las viviendas? Y la otra pregunta que te quiero hacer es que si cuando vas a una comunidad siempre pensás geográficamente también ¿no? Porque también habría la posibilidad que estas comunidades sean virtuales o a la distancia. ¿Qué diferencia hay entre esta revolución que este autor y nosotros estamos viendo que repara y revoluciona las bases de la convivencia humana y aquellas otras revoluciones de la década del 70´ que decían que iban a incendiar el Planeta con sus ideales? ¿Hay diferencias estructurales, de objetivos, metodológicas, ideológicas, cuales son esas diferencias?

 

SB: y de supervivencia, porque se sabe que nadie va a poder sostenerse mucho tiempo si se expone todo el tiempo. Por eso las organizaciones son opacas, porque se aprendió.

 

GL: Se aprendió de la revolución sin tregua.

 

SB: Exacto, era como los grupos que creen que hay que estar todo el tiempo reuniéndose, permanentemente. Esto no existe, porque si hay una minga como las que hablamos ¿por qué crear otra forma de organización? Si existen formas que son centenarias en América Latina y que se despiertan sólo ante un tema convocante. ¿Por qué no nos acoplamos a esto en vez de generar otros superpuestos?

Esto es, en mi caso, un aprendizaje permanente.

Las revoluciones de fuegos artificiales no tienen sustento, no se sostienen en el tiempo.

 

GL: Fracasaron todas en América Latina.

 

SB: Estas que decimos si se sustentan y la base fundamental es socio afectiva y es la familia.

Uno de los frentes de las bases que todos aprendimos a ver, es que esto se sostiene porque tiene base de confianza, base socio afectiva, mientras que las otras son meramente políticas, ideológicas y no se sostienen porque el vínculo es instrumental, son alianzas para el poder y eso no se sustenta en el tiempo y no sirven para cambiar problemas estructurales.

 

GL: ¿Dónde estuvo el problema? Yo pienso en una revolución tan convocante como la nicaragüense, que fue una revolución hecha por todo el mundo con piedras, palos y garrotes, así expulsaron al dictador. Uno hubiera pensado que con semejante dimensión popular como al que intentó llevar el Che y se dio cuenta de que si no hay un trabajo comunitario de base, no hay cambios posibles y sin embargo la revolución terminó traicionando a la gente, a sus principios.

Ahora Daniel Ortega, este personaje, siempre traicionó.

 

SB: Siempre traicionó porque no se cuestiona la concepción de poder que tenemos. Por ejemplo, María Soledad Morales, si hubieran dejado las marchas, había dirigentes que querían y otros no, y los dos estaban equivocados porque si es una minga esto tiene sus leyes, lo hubieran dejado a que todo esto espontáneo que ocurrió siga su curso, cuando lo querés manejar hacés que la gente se vaya.

Porque no cuestiona la concepción del poder.

Y Ortega, yo he estado en Cuba, y no cuestionan esencialmente la concepción de poder, vuelven a centrar con otro discurso pero iguales ideas.

Esta estructura está en un narcotraficante, en un político, está en cualquier lado que puedas ver.

Gente que no confía en las capacidades de los ciudadanos, las capacidades de los demás.

 

GL: Lo interesante de todo esto es que daría la impresión de que esta revolución sin nombre entiende porque no aspira al poder.

 

SB: Aprendimos las dinámicas, son figuras – fondo. No arriba – abajo como las jerarquías.

Por ejemplo, si el problema está en que los bancos de la escuela se rompieron, el que es figura es el carpintero del barrio y de fondo, en logística, pueden apoyan las maestras, detrás de él.

Una vez que se termina la tarea de los bancos, el carpintero para al fondo.

La tarea va planteando cuales son las profesiones, cuales son las habilidades y los movimientos que se tienen que despertar.

Esto es adelante – atrás, no es arriba – abajo.

Es otra concepción y esto está circulando en el barrio mientras hablamos.

No son captadas ni vistas por el poder, el poder cree que las comunidades hay que organizarlas, hay que hacer lo que se quiere con ellas y no entienden para nada que estas dinámicas están existiendo.

 

GL: Nos vamos a comunicar con Sandro Galazzi, ha estado entre nosotros en diferentes oportunidades, está en Brasil, es referente de la pastoral de la tierra de la Confederación Episcopal Brasilera, ha trabajado muy de cerca con el movimiento de los sin tierras.

Sandro, bienvenido. Es un gusto volver a conversar contigo, ¿cómo estás?

 

Sandro Galazzi: Mucha alegría de mi parte también poder volver a hablar con ustedes.

 

GL: Sandro, estamos tratando de rastrear, a la luz de un libro que se llama “La revolución sin nombre” si es cierto que se está dando un fenómeno latinoamericano e internacional de redes solidarias que se unen para determinados objetivos generalmente embanderados detrás de los derechos humanos y detrás del cuidado de la tierra y del Planeta y van haciendo como una suerte de revolución silenciosa, no del todo estructurada.

Un movimiento que va cobrando cada vez más fuerza y que absorbe millones de seres humanos con tareas voluntarias y con grandes dedicaciones de tiempo y dinero.

Como vos estás también trabajando en algo realmente revolucionario. Me gustaría preguntarte si vos también advertís el surgimiento de algo que se está gestando desde los individuos, pasando por comunidades hacia toda la humanidad.

 

SG: Nosotros estamos asistiendo a este fenómeno interesantísimo. De cierta manera, los grandes movimientos sociales antiguos tipo los movimientos sindicales están en un momento de debilidad y en contraposición tenemos una muchedumbre de actuaciones de organizaciones de pequeños grupos articulados más o menos y que se va imponiendo en toda América Latina.

Un fenómeno muy interesante hoy es el de las comunidades negras. Hay una búsqueda de su territorio, no sólo como tener las tierras, sino de territorio de vida, el derecho de tener sus formas culturales, su organización, la manera de celebrar su vida.

 

GL: ¿Estas comunidades aspiran al poder?

 

SG: Esta es la novedad muy fuerte. No buscan la conquista del poder mañana, pero buscan sí la conquista de sus derechos hoy. Estas es la novedad total en relación a los movimientos clásicos que ponían como horizonte la conquista del poder popular.

La búsqueda del derecho hoy, permite a mucha gente agregarse al movimiento porque la búsqueda por el poder divide en el proyecto político diferente.

Otra característica que yo distingo es la propia estructura organizativa del movimiento. En cuanto a los movimientos clásicos había una dirección con presidente, secretario, tesorero, etc, acá la cosa es diferente, no hay un presidente, hay una coordinación. Una manera más participativa de la coordinación de los movimientos, son 10 ó 12 personas según el proyecto.

 

GL: Sandro, el hombre ha buscado desde tiempos muy remotos este tipo de estructura dinámica, participativa, alternativa y una y otra vez, según sociólogos, terminan institucionalizándose, de alguna manera vertical de poder. ¿Usted cree que estos movimientos van a terminar o cristalizándose en una institución de este tipo o aspirando al poder o desapareciendo o pueden tener vida propia y atravesar el tiempo con este tipo de dinámica tan flexible, tan abierta, tan participativa?

 

SG: bueno, acá yo puedo decirles cual es mi sueño, pero no soy futurólogo.

Para decirles un ejemplo, uno de los movimientos más comunitario fue el movimiento cristiano que también acabó siendo personalizado de una forma muy grave. Por eso no sé a futuro como van a seguir estos movimientos.

La tentación de institucionalizarse es fuerte. Sí creo que hay un peligro concreto en Brasil, por ejemplo, por parte del poder público que ve en estos movimientos nuevos e intenta dialogar ofreciendo dinero, convenios para realizar algunas iniciativas populares y para que eso suceda, el movimiento necesita de una persona fiscal, un domicilio fiscal y esto puede ser que lleve a institucionalizar los movimientos.

Lo que yo veo es que ahora hay una mayor articulación de los movimientos, por internet se difunden mucho, la base tiene más fuerza que antes.

Por eso yo sueño que los movimientos mantengan esa dimensión de base. El peligro de la institucionalización es clara, evidente y está en la esquina.

 

GL: Si este movimiento que en Brasil, como las comunidades negras y a nivel nacional es descomunal la fuerza que va desarrollando esta revolución sin nombre. Si no alcanza el poder, si no lo aspira, si no lo pretende, ¿va a ser realmente una revolución o siempre corre el riesgo de ser aplastada por el poder?

¿No debería tener vocación de poder para que definitivamente la humanidad circule hacia un futuro más próspero?

 

SG: Ellos no pretenden en sus horizontes la conquista del poder político pero ellos están alcanzado el poder. Están generando problemas para el poder.

Me refiero por ejemplo a frases de nuestros gobernantes, por ejemplo Lula que dijo una vez que los problemas para el desarrollo de Brasil son las populaciones tradicionales, los movimientos sociales, es decir, los grupos que tienen el poder hoy se sienten incómodos con estos movimientos.

Y acá me parece fundamental pensar esto, lo que significa “búsqueda de poder”. Es conquistar un voto político o la mayoría política que me permite gobernar u ocupar el espacio público para ser los interlocutores de sea quien fuera.

En Brasil tenemos espacio para eso. Yo, por ejemplo, soy víctima de una campaña impresionante de los grupos poderosos para sacar mi nombre del consejo estatal del ambiente, porque es un espacio de poder objetivo, ejecutivo y no quieren la presencia de la pastoral de la tierra porque no quieren una oposición crítica, documentada, capaz de agregar fuerzas contra los proyectos del agro negocio, desmonte, minería.

Yo creo que pensar al poder como solamente conquistar la mayoría representativa es muy poco, queremos una democracia participativa.

Ese es el punto, conquistar el derecho hoy significa luchas por el derecho hoy e imponer con los medios que tenemos nuestra presencia, imponer nuestras propuestas.

 

GL: Gracias Sandro, Dios te bendiga, bendiga a toda tu comunidad, te guarde y te cuide en el rol que te ha encomendado.

 

SG: Gracias a ustedes, sintámonos unidos porque todos somos esta fuerza, todos tenemos esta fuerza de cambio. No esperemos que otros hagan por nosotros.

 

GL: Un abrazo.

 

SG: Hasta pronto.

 

Gabriela Lasanta: Hace muchos años leí el diario de una guerrillera que peleaba en Chiapas, totalmente militarizada, masculinizada su vida, su vida exigía el sacrificio de la maternidad, exigía lo inhumano y cuando uno comienza a leer y a ver la vida de la guerrillera, uno piensa que diferencias hay entre esto y un ejército.

De los dos lados estaban iguales. Una revolución sin espacio para la vida. Inhumano. Aún cuando los valores en su momento hayan sido justos.

Ahora se está dando otra cosa. La gente vive, va a trabajar, construye su hogar, sueña, tiene sus problemas, educa a sus hijos y destina tiempo de la semana, del mes o del año para entrar en contacto con otros en pos de un objetivo.

Y este pequeño trabajo de hormiga ha ido sumando un descomunal trabajo revolucionario porque va cambiando desde la base el daño que el poder desde arriba hace y todos están siendo testigos de esto.

¿Qué te pareció lo que escuchaste de Sandro?

 

Sebastián Bertucelli: Primero celebrar la militancia de Sandro, después creo que ellos no han visto los movimientos que tienen que ver con otra concepción del liderazgo.

Hay un liderazgo para solucionar problemas y hay un liderazgo para tomar el poder.

En los barrios está pautada la pasantía del poder. El que resuelve el problema es el líder, si es el que arregla bancos en la escuela, no voy a ir yo que soy psicólogo, yo no tengo poder.

El poder entendido como “ser capaz de afrontar y solucionar el problema”.

El líder es este hombre por más que no sea lucido en las reuniones, que no hable fuerte en las reuniones, ni haya leído el último tratado de Marx, ni se haya leído las comunidades eclesiales de base.

El que resuelve el problema es la persona que es líder momentáneo hasta que la tarea cancela.

Esta circulación del poder es para resolver problemas, cuando nos metemos en el poder concebido como “tomar el poder”, es tomar el estado, los resortes del poder, estamos en otra problemática muy grave si se mezclan estas dos cuestiones.

Porque para esto hay que tener gente entrenada especialmente.

Por ejemplo, se intentó en el sindicato, pero no era posible cooptar. Un movimiento es cooptable cuando se vuelve a cristalizar el poder y se centraliza en un rostro, por eso se dice “opaco”.

La brillantez es opuesto a la opacidad. La opacidad significa comunitaria.

Acá no importa quien lo haga sino que se haga el trabajo, mientras que en los lugares de poder político no importa tanto que se haga algo sino quien se lleva este proyecto.

En este campo es muy importante estar entrenado.

Una de las ingenuidades en que fuimos formados en el cristianismo de base es que con la verdad íbamos a cualquier lado. Cuando te metiste en estos lugares, están en otras reglas de juego. Tenés que poder trabajar con reglas de juego totalmente opuestas a los valores que sustentás.

Por ejemplo, todos quieren concentrar poder, el cristiano no, un cristiano quiere servir.

Cuando vos te metiste en el berenjenal, la salida te la da el propio sistema, si es que vos tenés capacidades y estás entrenado para lo que es capacidad política.

Una persona de los barrios que sabe resolver problemas, puesto en estos sitios y tiene que lidiar con estos “nenes”, es mandarlo al muere, es un tema que hemos discutido durante años.

Tiene que haber gente capacitada para otro tipo de situaciones.

Los barrios, para solucionar problemas, estos movimientos del poder circula ya, no hay líder fijo.

Las personas que resuelven problemas que son “capaces de” son las personas de poder resolutivo, ellos son figura y el fondo, la logística, son todas las redes.

Esto es para resolver problemas comunitarios.

 

GL: Eso es tan así que cada vez que se genera un liderazgo para resolver problemas, pongamos el caso de Blumberg, cada vez que un liderazgo de ese tipo pasa el ámbito de lo político, desaparece. Desprestigio, no era ingeniero.

 

SB: Porque hay gente más preparada. Yo conozco gente cristiana comprometida que después se lo pasan diciendo “acá hay que darle de comer a todos”, en el año 1989 en el hambre en Villa Libertador, había curas que les daba para que repartan bolsones de comida a los políticos para que tengan pluralismo.

No están entrenados, no saben con quienes tratan.

 

GL: Es lo mismo que pasa con la violencia. Si yo no tengo incorporados esos códigos de la ambición, el poder, la violencia, el egoísmo voy a estar en desventaja, me van a pisar una y otra vez.

 

SB: Es que vos estás para otra cosa, no es que seas débil.

Vos sos fuerte comunitariamente, en lo esencial, pero vas a ser débil en el campo de la disputa.

Me tocó estar en varios lugares y para salir tuve que suavemente permitir que el sistema me saque.

 

GL: Haciéndote prescindible.

 

SB: Haciéndome más opaco. Yo, por ejemplo, en una tarea de acción social los hacía sentar a todos en mi escritorio, no había audiencias, que todos circulen por el poder porque yo estaba trabajando lo que sería ausencia – presencia, presencia – ausencia.

Si das presencia – presencia te matan, si das ausencia – ausencia te matan porque te borrás.

Hoy que trabajo en otro plano, que hay que estar entrenado para eso.

Poner gente simple, buena, militante, excelente es quemarla.

 

GL: Eso es lo que explica que tal era un incendiario y ahora es un bombero ¿qué pasó con este hombre?

 

SB: Después dicen “se dio vuelta”

 

GL: Lo traicionaron.

 

SB: No, la estructura del sistema está preparada para tomarte, en cuanto vos te metés en esa regla de juego a no ser que esté debidamente esclarecido respecto de para qué te metés, con que fin, porque hay que entrar y salir rápido.

 

GL: Juan Carr siempre la tuvo clarita. Su revolución iba a ser solidaria, tengo entendido que ha rechazado diferentes posibilidades de ser cooptado de alguna manera.

El tema sigue con ciertas ambigüedades.

He leído de muchas personas que han decidido dar el paso hacia delante, hacia el poder y llevar lo propio, llevar la experiencia comunitaria, llevar la experiencia de la base, llevar la experiencia de los valores pero es un misterio lo que ocurre.

Nos vamos al encuentro de Juan Carr.

Una alegría saludarte Juan otra vez, ¿cómo estás?

 

Juan Carr: Buen día, ¿cómo van? ¿qué tal?

 

GL: Hace mucho tiempo que no conversábamos. Acá andamos, tratando de seguirle las huellas a esta especie de revolución sin nombre, otros le llaman revolución opaca, tiene características sumamente interesantes, no aspira al poder, se organiza como un movimiento dinámico, abierto, participativo.

Andamos viendo las características que tienen sus líderes, en realidad yo me acordaba de vos porque intentan captarlos desde el poder.

¿Te ofrecieron cargos a vos Juan?

 

JC: Si, siempre con buena voluntad, de vicepresidente para abajo, diputado, senador, ministro, siempre te ofrecen.

Son ofrecimientos hechos siempre con toda claridad, lo que pasa es que admiro a la gente que se dedica a la política, pero a mi me pasa, a título personal, que no tengo esa vocación.

Es una cuestión estrictamente vocacional, hago política todo el tiempo. Ahora para conseguir la medicación para la señora aquí en Gran Buenos Aires, estar preocupados por la gente de Tabasco, en el sur de México que sufre inundación, estamos esperando el trasplante de una chiquita sanjuanina que espera un corazón.

Nosotros en realidad, sólo con las declaraciones que hacemos, hacemos política todo el tiempo.

Una política, si se quiere, vista de otro modo, siempre te hacen ofertas con mucha honestidad.

Nosotros hablamos de revolución solidaria, revolución por el prójimo, revolución por la comunidad. Nos gustaría que surgiera una camada de gente que haga política clásica, sobre todo los más jóvenes.

Me parece que hay un poco de todo esto.

A mi la palabra movimiento, como decís vos, me encanta porque es una mezcla de hecho político, cultural, social, humano que es eso, un movimiento.

 

GL: Hay realidades terribles, hablamos de los que vos ves todos los días tratando de convocar a la solidaridad de la gente.

 

JC: Primero yo quería decir que hay una segunda mirada.

Un día como hoy impactan historias como la entrevista del narcotraficante, en nuestro país hoy 10.500.000 chicos, hijos nuestros, sobrinos, nietos, fueron al colegio a educarse, fueron a buscar el valor de la educación, una multitud de chicos.

Por otro lado, un día como hoy, 14.000.000 de argentinos fueron a trabajar, a buscar dignamente su sustento, otra multitud.

Y por otra parte, un día como hoy, en Argentina, 7.000.000 de pobres, otra cantidad muy grande, no son violentos y esperan una oportunidad que les de la vida.

¿Qué quiero decir con esto? A mi me impactan mucho porque tengo números terribles y duros, pero también no quiero dejar de mirar que todos los días, esta Argentina silenciosa, honesta, se sostiene con estas columnas de una manera admirable.

Creen en estos valores que todos soñamos y lo llevan adelante.

Nosotros estamos tapados de generosidad. Cada vez que convocamos a la comunidad porque hay una necesidad, recibimos una catarata solidaria que a veces no sabemos que hacer con tanta generosidad.

Es cierto que hay cosas que a todos nos impactan pero también quiero rescatar a estos millones de argentinos que trabajan día a día y por otro lado soy testigo de esta generosidad que por suerte sigue, inclusive sigue creciendo.

 

GL: Vos también hablás de revolución. ¿Por qué usar el término revolución si esto parece más es statu quo, el día a día, la rutina, el trabajo, el estudio? ¿Por qué se utiliza el término revolución? ¿Qué es lo que habría que cambiar en este caso?

 

JC: A título personal creo que eso es una ironía, lo hacemos definitivamente como una ironía.

Tengo 45 años y escuché hablar de revolución productiva, revolución de izquierda, revolución de derecha, revolución comercial, revolución no comercial, revolución social. Yo tomo este término escuchando, escuchando y escuchando, tantas y tantas revoluciones que uno respeta muchísimo.

Lo nuestro, las cosas son muy simples. Hay 80.000 ancianos que están sólos en Argentina, 5.700 personas que esperan un trasplante, 20.000 que duermen en las calles, que tienen frío y calor, 4.000 escuelas rurales que no tienen la capacidad de generar la educación que soñamos.

Nosotros ironizamos con el término revolución, sí tomamos medidas de cambio, por supuesto.

El statu quo es para mí que tengo diez kilos de más, soy burgués, que tengo familia, tengo trabajo. El statu quo a mi me conviene, en un punto en que puedo tener una actitud individualista, porque yo a título personal estoy como en un lugar de privilegio. Pero no. Hace falta un sentido de cambio, una revolución.

Lo que pasa, yo no creo en ninguna revolución donde se pierda una gota de sangre, no creo en ninguna forma de violencia, en nombre de ningún dios o profeta, terrestre o espiritual cuando se pierde una vida.

Eso es un problema, porque sino participaría de otras revoluciones. Ese es el problema, para mí, del término revolución. Es bueno en función del cambio pero muy complejo porque arrastra la violencia y la muerte y yo no estoy dispuesto a tolerar en la vida con lo que sueño.

 

GL: Juan ¿están dadas las condiciones para que esta revolución, en tu caso solidaria, se lleve a cabo? Concretamente, ¿hay herramientas, armas espirituales, morales, de la voluntad humana? ¿Hacen falta par que el cambio sea más grande?

 

JC: Yo se que a Argentina y América Latina le esperan 10 ó 15 años duros, no es novedad. En un país donde tenemos 7.000.000 de pobres, en un continente donde hay 225.000.000 de pobres, la situación va a ser compleja.

Hoy un montón de procesos a nivel local, regional y en todo el país y un montón de gente que está pensando en el prójimo.

Yo soy médico veterinario y hace poco, la Universidad de Buenos Aires, me puso a cargo de un centro de lucha contra el hambre y nosotros creemos que el tema hambre puede bajar en serio esta epidemia que tenemos en los próximos 5 ó 10 años, si bajara la tercera parte o la mitad.

Esto es a puro encuentro. La Argentina está fragmentada, dividida, la izquierda – la derecha, Talleres – Belgrano, River – Boca, lo rural – lo urbano. Si se encontraran estos millones de argentinos que construyen, ¡ese es un país solidario! La red solidaria, de hecho, lo que hace todo el tiempo es juntar, unir, de eso se trata.

Pero si hubiera un encuentro general…

Es increíble como trabajan los corruptos, noche y día, es admirable el compromiso que tienen con su trabajo. Es más, son muy pocos pero se ponen de acuerdo y se juntan y nos roban el titular y la tapa de los diarios.

Nos falta, entonces como otra ironía, el contubernio de los buenos. Los millones de argentinos que trabajan por la comunidad, cuesta mucho sentarlos a una mesa, cuesta mucho reunirlos y este me parece que es un tema central.

 

GL: Muchísimas gracias Juan, ha sido un gusto conversar contigo, hasta siempre. Que Dios te bendiga.

 

JC: Un abrazo enorme, gracias por esta oportunidad.