La gacela

miércoles, 7 de noviembre de 2012
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Los cérvidos (Cervidae) son una familia de mamíferos rumiantes que incluye los ciervos o venados. Tienen patas delgadas, pezuñas partidas en dos y largos cuellos con cabezas largas y finas, aptas para el ramoneo o el pastoreo, salvo algunas adaptaciones concretas en algunas especies como es el caso de los alces, que pastan vegetales acuáticos, o los renos, de hocicos peludos y anchos aptos para ramonear liquen en las zonas árticas. Son esbeltos herbívoros. Dentro de la familia de los cérvidos encontramos: ciervos, corzos, huemules, tarucas y venados.

 

Las gacelas (Gazella spp.) son antílopes de tamaño medio, ágiles y de patas largas. Pueden alcanzar velocidades de 97 km/h, y mantener una velocidad de 56 km/h por un periodo prolongado. Se las encuentra en las praderas de las sabanas de África, aunque también en el sudoeste de Asia. Viven en grandes rebaños y son animales herbívoros. Se reúnen en rebaños dispersos que pueden contener varios miles de individuos. Para sobrevivir en campo abierto, deben estar atentos todo el tiempo. Aunque a menudo se echan, no duermen más de una hora al día, en cortos períodos de cinco minutos o menos.

 

En la Biblia

Según las prescripciones de la ley judía, tanto los ciervos como las gacelas pertenecen a la categoría de animales puros, es decir, que se podían comer y ser ofrecidos en sacrificios:

No comerán nada que sea abominable. Ustedes podrán comer los siguientes animales: el buey, la oveja, la cabra, el ciervo, la gacela, el venado, la cabra montés, el íbice, el antílope y la gamuza. Podrán comer, asimismo, cualquier animal que tenga la pezuña partida –es decir, dividida en dos mitades– y que sea rumiante. (Dt 14,3-6; ver también Lv 11,1-8; Dt 12,15).

Sin embargo, como los israelitas no se caracterizaron por ser un pueblo cazador, raramente encontramos comidas o sacrificios con ciervos.

 

La fortaleza y la rapidez de las patas de los ciervos son figura de las condiciones que Dios otorga al fiel para mantenerlo firme ante sus enemigos:

 

Sal 18,33-34

Él es el Dios que me ciñe de valor

y hace intachable mi camino;

el que me da la rapidez de un ciervo

y me afianza en las alturas.

 

Hab 3,19

Aunque la higuera no echa yemas
y las viñas no tienen fruto,
aunque el olivo olvida su aceituna
y los campos no dan cosechas,
aunque se acaban las ovejas del redil
y no quedan vacas en el establo,
yo exultaré con el Señor,
me gloriaré en Dios mi salvador.

El Señor soberano es mi fuerza,
él me da piernas de gacela
y me hace caminar por las alturas.

 

La transformación que se dará en el pueblo al llegar el tiempo final se representa con la figura del cojo que saltará como un ciervo:

 

Isaías 35,5-6

Entonces se abrirán los ojos de los ciegos

y se destaparán los oídos de los sordos;

entonces el tullido saltará como un ciervo

y la lengua de los mudos gritará de júbilo.

 

La belleza de la cierva es figura de la esposa amada:

 

Prov 5,15-19

Bebe el agua de tu cisterna y la que fluye de tu propio pozo.

Que tus fuentes no se dispersen hacia afuera ni tus corrientes de agua, por las calles.

Que ellas sean para ti solo y que no haya extraños junto a ti.

¡Bendita sea tu fuente, y encuentra tu alegría en la mujer de tu juventud, cierva amable, graciosa gacela!

Que en todo tiempo te embriaguen sus amores

y estés siempre prendado de su afecto.

 

Bibliografía: Luis Rivas, Diccionario de símbolos y figuras de la Biblia, Ed. Amico

 

 

 

La cierva es también figura de quienes buscan a Dios:

Sal 42,1-3

 Como la cierva sedienta

busca las corrientes de agua,

así mi alma suspira

por ti, mi Dios.

 Mi alma tiene sed de Dios,

del Dios viviente:

¿Cuándo iré a contemplar

el rostro de Dios?

 

 

 

Características de la gacela en los textos del Antiguo Testamento:

Agil, rápida, libre, hermosa. Como todos los animales herbívoros, dado que no es peligrosa para el ser humano, se asocia con los tiempos de paz y es la considera pacífica.

 

2 Sam 2, 17-19:

Aquel día se libró un combate muy encarnizado, y los hombres de Israel cayeron derrotados ante los servidores de David.

Allí se encontraban los tres hijos de Seruiá: Joab, Abisai y Asael. Asael, que corría como una gacela del monte, se lanzó en persecución de Abner, sin desviarse ni a la derecha ni a la izquierda.

 

1 Cro 12,9

También algunos gaditas se pasaron a David en el refugio del desierto; eran hombres valerosos, guerreros preparados para el combate, diestros en el manejo del escudo y la lanza, con rostros de león y rápidos como gacelas de los montes.

 

Prov 6,1-5

Hijo mío, si te has hecho garante de tu prójimo
y has estrechado tu mano en favor de otro,

si te has enredado con tus palabras y te has dejado atrapar por tu propia boca,

entonces, hijo mío, obra así para librarte, ya que has caído en las manos de tu prójimo: ve a echarte a sus pies e importúnalo,

no concedas descanso a tus ojos ni reposo a tus párpados;

líbrate como una gacela de la red y como un pájaro de la mano del cazador.

 

 

Cantar 2,7-9

El Amado

 ¡Júrenme, hijas de Jerusalén,

por las gacelas y las ciervas del campo,

que no despertarán ni desvelarán a mi amor,

hasta que ella quiera!

Visita del Amado al llegar la primavera

La Amada

 ¡La voz de mi amado!

Ahí viene, saltando por las montañas,

brincando por las colinas.

 Mi amado es como una gacela,

como un ciervo joven.

Ahí está: se detiene

detrás de nuestro muro;

mira por la ventana,

espía por el enrejado.

 

Cantar 4,5-7

Tus pechos son como dos ciervos jóvenes,

mellizos de una gacela,

que pastan entre los lirios.

Antes que sople la brisa

y huyan las sombras,

iré a la montaña de la mirra,

a la colina del incienso.

Eres toda hermosa, amada mía,

y no tienes ningún defecto.

 

Eclo 27,16-21

El que revela los secretos hace que le pierdan la confianza y no encontrará jamás un amigo íntimo.

Sé afectuoso y confiado con tu amigo, pero si has revelado sus secretos, no corras tras él,

porque como el asesino destruye a su víctima, así has destruido la amistad de tu prójimo:

como a un pájaro que has dejado escapar de tu mano, así has perdido a tu amigo, y ya no lo recobrarás.

No corras detrás de él, porque está muy lejos, huyó como una gacela de la red.

Porque una herida puede ser vendada, y para la injuria puede haber reconciliación,

pero el que revela los secretos nada puede esperar.

 

Una discípula llamada Gacela

 

AL CALOR DE UNAS MANTAS…                     

 

Había en Joppe una discípula llamada Tabitá, que quiere decir Gacela. Era rica en buenas obras y en limosnas que hacía. Por aquellos días enfermó y murió. La lavaron y la pusieron en la sala superior. Lida está cerca de Joppe, y los discípulos, al enterarse de que Pedro estaba allí, enviaron a dos hombres con este ruego: "No tardes en venir a nosotros."

Pedro partió inmediatamente con ellos. Cuando llegó lo hicieron subir a la sala superior y se le presentaron todas las viudas llorando y mostrando las túnicas y los mantos que Gacela hacía mientras estuvo con ellas.

Pedro hizo salir a todos, se puso de rodillas y oró; después se volvió al cadáver y dijo:

 – "Tabitá, levántate".

 Ella abrió sus ojos y al ver a Pedro se incorporó. Pedro le dio la mano y la levantó. Llamó a los santos y a las viudas y se la presentó viva. Esto se supo por todo Joppe y muchos creyeron en el Señor.

 (Hechos de los Apóstoles 9,36-42)

 

Pienso en Tabitá, rica en buenas obras y limosnas. Y con ese nombre, libre, ágil y pacífica como una gacela. ¡Qué dolor para la comunidad perder una mujer así!

Es la comunidad la que constata que Tabitá está muerta: la lavan y la colocan en una sala aparte. Y al mismo tiempo, no se resignan a su muerte y mandan llamar a Pedro.

La presencia de Pedro es la oportunidad para que la comunidad constate, no ya la muerte, sino la vida de Tabitá. Ahí estan las obras de sus manos: túnicas y mantos. Abrigo para los necesitados, calor en medio del frío. Horas y horas en las cuales las manos de Tabitá no se ocuparon de ella sino de los otros. Mientras avanza el tejido -un hilo sobre otro- se entraman fecundamente el trabajo y la oración con las lanas y los telares. Abrigo y calor que no son sólo refugio contra las malas temperaturas, sino también tibieza necesaria para seguir viviendo. El regocijo que provoca al necesitado no sólo encontrar una manta, sino encontrar las manos y los ojos de quien llega a ofrecer la manta.

Ahí están las mujeres de la comunidad para constatar la vida de Tabitá. Vida que no fue solitaria porque fue abrigo para otros y también con otros y otras. Son las túnicas y los mantos que Tabitá hacía mientras estaba con ellas,  con las otras mujeres de la comunidad. Que me las imagino como a tantas mujeres de hoy, ágiles, libres y pacíficas, compartiendo al Dios que les pone calor en el corazón para que ellas concreten con sus manos el calor para los despojados. ¡Qué alegría para la comunidad tener mujeres así!

Es la comunidad la que abre los ojos y se incorpora con la presencia de Pedro. Es la comunidad la que se levanta, vestida con las túnicas y los mantos que tejió Tabitá. Porque allí Tabitá está viva.

 

 

María Gloria Ladislao

PALABRAS Y PASOS, Ed. Claretiana, Bs.As., 2004