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Destellos Cotidianos
El barco: lugar y vehículo para la misión
lunes, 3 de diciembre de 2012
La historia de Jonás
La palabra de Yavé fue dirigida a Jonás, hijo de Amitay, en estos términos:
– “Levántate, vete a Nínive, la gran ciudad, y proclama contra ella que su maldad ha subido hasta mí”.
Jonás se levantó para huir a Tarsis, lejos de Yavé, y bajó a Joppe, donde encontró un barco que salía para Tarsis; pagó su pasaje y se embarcó para ir con ellos a Tarsis, lejos de Yavé.
Jonás 1,1-3
Buscando huir de Dios, Jonás cae cada vez más abajo: al fondo del barco, al fondo del sueño, al fondo del mar, al fondo del pez.
Sin embargo, ya desde su profesión de fe en el barco (1,9), comienza a realizar la misión, porque los marineros adoran a Yavé.
“Los episodios realistas que se describen son símbolos de las experiencias internas del protagonista. Hay una serie de símbolos que se van sucediendo uno tras otro: la entrada en el barco, el descenso al interior del buque, el acto de acostarse a dormir, la permanencia en el mar, la estadía en el vientre del pez. Todos estos símbolos representan la misma experiencia interna: el estado de protección y aislamiento, de resguardado retiro de todo contacto con otros seres humanos. Diferentes como son en la realidad el interior del navío, el sueño profundo, el océano y el vientre de un pez, expresan la misma experiencia interna, la mezcla de protección y aislamiento.
El escritor no se propuso narrarnos una historia de incidentes externos sino la historia de la experiencia interna de un hombre que fluctúa entre su conciencia y su deseo de escapar de su voz interior. Sus distintos actos, producidos uno a continuación del otro, expresan todos ellos una misma disposición de ánimo en su actor. La sucesión en el tiempo expresa la creciente intensidad del mismo sentimiento. En su tentativa de huir de sus obligaciones para con sus prójimos, Jonás se aisla cada vez más hasta que, dentro del vientre del pez, el elemento protector ha sido reemplazado de tal modo por el elemento aprisionador que Jonás no lo aguanta más y se ve obligado a rogar a Dios que lo saque de donde él mismo lo había puesto.” (Erich Fromm, El Lenguaje Olvidado)
VIAJES EN BARCO Y MISIONES DE LA PRIMERA IGLESIA
La navegación era por entonces muy intensa en todo el Mediterráneo, unas veces de cabotaje a lo largo de las costas, otras navegación de alta mar en barcos que podían llevar hasta varios centenares de pasajeros. Basta visitar la plaza de las corporaciones de Ostia antica para hacerse una idea de la importancia del tráfico marítimo: hay 70 oficinas de representantes comerciales del mundo entero que tienen como símbolos mosaicos que representan naves de carga venidas de todas partes: Alejandría, Sabratha, Cartago, Narbona, Cagliari… con los productos específicos de cada una de estas regiones.
Resulta difícil calcular el tiempo medio de las travesías, pues dependían sobre todo de los caprichos del viento.
Había que contar sobre todo con los peligros del mar. Durante el invierno, se evitaban las largas travesías. Se decía que el mar estaba cerrado (mare clausum). Cuando llegaba la primavera, se celebraba una gran fiesta en honor de Isis, patrona de la navegación (navigatio Isidis): en Alejandría se lanzaba al mar un barco totalmente nuevo, cargado de regalos en honor de la diosa.
En opinión de todos los especialistas, el cap. 27 del libro de los Hechos, que nos refiere la tempestad sufrida por el barco de Pablo entre Creta y Malta, ofrece una descripción muy concreta de los peligros de entonces.
El primer viaje parte desde la comunidad de Antioquía (Hech 13).
Cruce de Asia a Europa, Pablo ve en sueños a un macedonio: Hech 16,9-11
Ultimo viaje, Pablo viaja prisionero a Roma para ser sometido a juicio ante el César. En el barco, hace su confesión de fe en medio de los peligros de una tormenta que dura varios días:
“Os recomiendo que tengáis buen ánimo, ninguna de vuestra vidas se perderá, solamente la nave. Pues esta noche se me ha presentado un ángel del Dios a quien pertenezco y a quien doy culto y me ha dicho: “No temas Pablo, tienes que comparecer ante el César, y mira, Dios te ha concedido la vida de todos los que navegan contigo. Por tanto amigos, ¡ánimo! Yo tengo fe en Dios de que sucederá tal como se me ha dicho. Iremos a dar en alguna isla.”
(Hech 27,23-26)
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