Centrados en Cristo

viernes, 1 de febrero de 2013
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Entonces llegaron su madre y sus hermanos y, quedándose afuera, lo mandaron llamar. La multitud estaba sentada alrededor de Jesús, y le dijeron: "Tu madre y tus hermanos te buscan ahí afuera". El les respondió: "¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?". Y dirigiendo su mirada sobre los que estaban sentados alrededor de él, dijo: "Estos son mi madre y mis hermanos. Porque el que hace la voluntad de Dios, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre". Marcos 3,31-35.

Vamos adentrándonos entonces en el texto que acabamos de compartir, que como te decía la liturgia nos propone para este día martes. El texto que acabamos de escuchar, si vos lo has podido leer, está muy relacionado con lo que compartíamos ayer. De hecho es continuidad, hemos leído los versículos posteriores. Nos encontramos con Jesús y una vez más está rodeado de gente, mucha gente que lo busca a Jesús, que lo sigue, que quiere seguirlo. Y qué lindo que al comenzar la mañana como decíamos recién al introducirnos en este texto, nosotros nos pongamos ahí, que vos te pongas ahí entre esa gente que lo busca a Jesús, entre esa gente que está cautivada por él, entre esa gente que quiere seguirlo. Vos ponte ahí. A lo mejor estás en tu casa, trabajando, comenzando la jornada, como decíamos recién, muchas actividades, pero nos ponemos ahí con Jesús. En donde nosotros estemos nos imaginamos estar ahí con Jesús, en medio de toda esa gente que lo busca, que quiere seguirlo. Jesús nos enseña quienes son su familia y quienes pueden serlo. Por eso el texto va a girar en torno a esta propuesta. Jesús nos va a ir enseñando quienes son la familia de Jesús. Entonces, antes de meternos de lleno vamos a ir a una breve pausita musical.

Es propio del que ama el callarse y mirar. Como seguramente tantas personas que estaban allí en torno a Jesús que lo buscaban, que lo seguían, nosotros te hacemos la invitación para que nos imaginemos estando ahí con Jesús. Ayer veíamos como Jesús estaba en la casa, y los suyos lo trataban a Jesús de estar fuera de sí. Los escribas que habían venido de Jerusalén también decían que sus obras estaban hechas con el poder del príncipe de los demonios. Hoy vemos como en este texto entra en escena su familia. En este episodio que acabamos de compartir, que se está desarrollando en continuidad de lo que compartíamos ayer, el lugar es en Cafarnaún, en la casa, a donde Jesús está rodeado de esa multitud y entonces nos dice San Marcos que llegan “su madre y sus hermanos, y quedándose fuera lo mandan a llamar”. Quedándose fuera de la casa donde estaban lo mandan a llamar y Jesús hace una pregunta que es un poco, a lo mejor, desconcertante si la escuchamos así en una primera instancia: ¿quién es mi madre y quienes son mis hermanos? Qué pregunta que hace Jesús. Nos puede desconcertar ciertamente un poco. Una primera cosa que tenemos que decir es, sin entrar en una profundidad de este aspecto pero vale la pena aclararlo, porque cuando aquí dice hermanos está haciendo referencia a parientes cercanos, próximos, primos hermanos, entonces, en virtud del sentido amplio que tiene esta palabra entre los hebreos, hermanos, entonces está hablando de parientes cercanos, por lo tanto no es correcto valerse de esta expresión y de la traducción al castellano para afirmar cuando se dice aquí hermanos que se está haciendo referencia a otros hijos de la Santísima Virgen María. Nosotros afirmamos con la Iglesia y sabemos que la Santísima Virgen María fue madre solamente de Jesús, el Hijo de Dios hecho hombre. Y

Y continuando con el texto y volviendo a la pregunta que Jesús realiza y mirando a los que estaban a su alrededor entonces señaló y dijo: Quien cumple la voluntad de Dios ese es mi hermano, mi hermana y mi madre. Decíamos recién parece una pregunta dura. Quizás vos que estás en tu casa o que estás trabajando, si, parece una pregunta dura, parece que Jesús está negando a su madre a su familia, pero iremos compartiendo a cerca del sentido de esta expresión y vamos a ver que no es tan así, porque en realidad Jesús está haciendo referencia a lo que él nos quiere transmitir, a su enseñanza. San Agustín tiene un comentario muy lindo, nosotros los sacerdotes, los consagrados, leemos una de sus homilías en el oficio de lecturas en donde hace una alusión a este texto y San Agustín va a ir diciendo: Les pido que tengan atención a lo que Cristo, el Señor, extendiendo la mano sobre sus discípulos dijo: Estos son mis madre y mis hermanos, el que cumple la voluntad de mi padre ese es mi hermano, mi hermana y mi madre. Y san Agustín se pregunta: ¿por ventura no cumplió la voluntad del Padre la Virgen María, ella que dio fe al mensaje divino que concibió por su fe, que fue elegida para que ella naciera entre los hombres al que había de ser nuestra salvación, que fue creada por Cristo antes que Cristo fuera creado en ella? Ciertamente, dice San Agustín, cumplió Santa María con toda perfección la voluntad del Padre y por eso es más importante su condición de discípula de Cristo que la de Madre de Cristo, es más dichosa por ser discípula de Cristo que por ser madre de Cristo. Qué palabras que dice San Agustín. Por eso María fue bienaventurada, porque antes de dar a luz al maestro lo llevó en su seno. Aquí nos ayuda San Agustín a poder entender esto que está diciendo Jesús. Jesús está diciendo que quien no es que está negando a su madre o a sus hermanos, Jesús nos va a ir enseñando, nos va transmitiendo que su madre, sus hermanos, son aquellos que cumplen la voluntad, y María Santísima, su madre, la cumplió, la cumple. Por eso Jesús, entonces, digamos así, está halagando a María, porque ella fue madre pero cumplió la voluntad de Dios. María dio a luz a Jesús pero en su respuesta el Ángel Gabriel, “yo soy la servidora del Señor, que se haga en mí su Palabra”. Entonces, lo que me hace pariente y cercano a Jesús es una realidad que supone un principio más profundo, más hondo, más de raíz. Es importante seguir descubriendo el concepto de casa y de familia que Jesús y el evangelio nos quieren ir enseñando. Sobre eso entonces vamos a seguir compartiendo la reflexión que va girando entorno al evangelio que la liturgia nos propone, y te voy anticipando la consigna que vos podés compartir con nosotros.

Consigna: No se si te pasó en alguna oportunidad que alguna situación, que alguna experiencia que has vivido te cambió la vida. No se si te pasó que comenzaste un camino, por decir así, y llegaste a otro lado donde no habías pensado. Muchas veces Dios nos sorprende y nos lleva a donde uno ni imagina. Uno se pone en las manos de Dios, hacemos la experiencia de caminar muchas veces sin saber para donde nos va llevando el Señor, y nos dice: A donde me llevará. Y poco a poco el Señor nos va mostrando. Hay una linda experiencia que uno puede mirar para atrás y ver el camino recorrido, pero mira para adelante y no ve mucho más quizás que le próximo paso para dar, pero es lindo cuando uno mira para atrás y dice mirá por donde me trajo el Señor. La consigna que te propongo es: ¿Te animas a compartir alguna experiencia en la que te pusiste en manos de Dios, alguna experiencia tuya en la que te pusiste en manos de Dios y él te llevó por caminos que nunca imaginabas recorrer? Andá pensándolo para que quien quiera se anime a compartirlo con nosotros.

A veces uno puede decir “Dios me trajo hasta aquí, no sabemos para donde me seguirá llevando pero hasta aquí me trajo él, nos ponemos en sus manos. Por eso estamos compartiendo el texto de la palabra de la liturgia que nos propone en esta mañana en donde decíamos Jesús hace esta pregunta: ¿Y quién es mi madre, mis hermanos? El que cumple la voluntad de Dios. Nos está enseñando el Señor, nos está proponiendo un nuevo modo de relacionarnos con él, Hay una experiencia que a lo mejor seguramente vos que estás escuchando en alguna oportunidad te puede haber pasado, una experiencia muy sencilla. NO se si te ha pasado que a lo mejor de chiquito hay personas alas que tu mamá o tu papá les dice el tío, o la tía y uno le empieza a decir tío, tía, y a lo mejor no es tu tío de sangre y uno después se hace grande y le dice hola tío, hola tía, y a lo mejor estrictamente no son tíos. O cuando nos saludamos por ahí así: Hola hermano, cómo te va, y a lo mejor no es mi hermano de sangre, pero ¿qué estamos queriendo decir con esta experiencia cotidiana? Y bueno, estamos queriendo expresar que hay personas en nuestra vida a las que consideramos nuestra familia aunque no lleven mi propio apellido, pero hay un lazo que está constituido por el amor, por el afecto, que nos hace más cercanos, que nos hace más queridos y hay personas a las que uno siente como si fuesen su propia familia, y esto es muy lindo, es una cosa muy humana, por eso nos ayuda a ir interpretando por donde va pasando la enseñanza que Jesús nos quiere dejar. Veíamos en el texto como los suyos, es decir sus personas cercanas y los escribas, a todos estos que estando también fuera, lo llaman, muchos que tienen algo para objetarle como veíamos y compartíamos ayer y Jesús opone a aquellos que están dentro de la casa, que están sentados a su alrededor, estos son los suyos según el Espíritu. Por eso como dice el versículo 35: Quien cumple la voluntad de Dios, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre, como también la cumplió la Santísima Virgen María como recién compartíamos. María es Madre porque lo llevó a Jesús en su seno y porque aceptó y cumplió y vivió l a voluntad de Dios.

Aquí entonces el evangelio nos está mostrando a aquellos que están con Jesús, éstos son, aquellos que le pertenecen y aquellos que están fuera aunque sean sus parientes, aquellos que están fuera de la casa. Entonces Jesús se encuentra en la casa que no es tan solo un lugar físico, no es tan solo un lugar, estar dentro o fuera de la casa tiene también aquí otro significado más hondo, por ahí pasa el mensaje que Jesús nos quiere dejar, que la Palabra nos quiere ir transmitiendo hoy. Jesús nos enseña a ser familia de él, hermano, hermana, madre, pasa por un vínculo, estar con él y cumplir la voluntad de Dios. Entonces, el que está dentro y junto a él constituye su verdadera familia nueva. La casa es ese lugar de privilegio donde los discípulos están con Jesús. En esa casa se reúne mucha gente, tanta que ni siquiera podían comer como escuchábamos ayer. Los suyos salen para apoderarse de él porque piensan: Está fuera de sí. Los suyos, muchas veces nosotros somos aquellos que estamos en la casa, en la Iglesia, pero no creemos en su Palabra. Cuando no terminamos de recibir su Palabra, su voluntad, entonces nosotros tenemos que animarnos a dar un paso para poder sentirnos familia, no alcanza con ser de los suyos. Cuando decimos que somos, muchas veces decimos: yo soy re católico, súper creyente, o: mi familia por tradición es… El verdadero criterio de pertenencia a la familia de Jesús, no los suyos que razonan instintivamente, o los escribas que saben, o los que tienen la sabiduría religiosa, en realidad están en su casa y constituyen su Iglesia, su familia, aquellos que saben estar con Jesús y cumplir su voluntad. Aquellos que intentan seguir el camino que siguió Jesús. Todos podemos estar en las cosas de Dios, o muchos podemos estar en las cosas de Dios, podemos intentar tener alguna tarea, alguna actividad, ser agente pastoral, ser catequista, tener alguna misión, formar parte de alguna comunidad, podemos estar en las cosas de Dios, podemos pensar que somos de los suyos, pero la pregunta más honda no es sí estamos en sus cosas, si somos de los suyos, si no es si intentamos cumplir su voluntad, esa es la pregunta.

Pero Jesús es claro en el proyecto del Reino y no vale afinidad consanguínea, la afinidad del Reino de Dios es de orden espiritual, es la adhesión al Reino lo que constituye la nueva familia de Jesús. Los parientes están fuera, pero están invitados a pasar, es decir, a recibir el mensaje de Jesús y a asumir la causa del Reino de Dios. Entonces, el vínculo profundo con Jesús es estar con él, mirarlo a él, esto es lo que nos posibilita escuchar su palabra para hacerla vida. Estar con Jesús nos posibilita la verdadera libertad para cumplir la voluntad de Dios. ¡Qué lindo que es que vayamos pensando estas cosas no! Qué lindo que es que vos en donde te encuentres en este momento podamos ir pensando, ¿yo me pongo en las manos de Dios? ¿voy haciendo su voluntad? Ya vamos a compartir qué quiere decir Jesús con esto de hacer su voluntad, por eso nosotros decimos: yo soy, yo me siento parte de la familia de Jesús. El criterio es si me pongo en sus manos, si hago su voluntad, por ahí pasa, no pasa por una cuestión de tradición, no pasa por una cuestión de estar en las cosas de él. A veces uno dice también por ejemplo: mi abuela ha rezado por mí. No alcanza. Uno es el que tiene que ir poniéndose tras el camino de Jesús por eso somos más hijos, más hermanos, más Iglesia cuando reconocemos a Jesús como el único Señor. Ser Iglesia en el sentido del evangelio supone estar junto a Jesús, entorno a él, escuchar su palabra, supone la confianza, supone la fe, la entrega de dejar muchas veces muchos proyectos personales que a lo mejor responden a la voluntad de dioses, con minúscula, para confiarnos a los designios amorosos de Dios, por eso, la consigna que te estaba proponiendo es compartir si a veces alguna vez te ha pasado que nos hemos puesto en presencia del Señor y el Señor nos ha llevado por caminos que uno ni se imaginaba. Esa es la consigna. Los designios amorosos de Dios siempre nos envuelven, nos superan, pero él nos lleva a un cumplimiento nuevo de la historia personal, de la historia universal. Ponernos en camino de Dios, cumplir su voluntad, esa es la invitación que Jesús nos está haciendo en esta mañana.

Por cuántos caminos me llevó Dios y yo ni me imaginaba. Si tuvieras que haberlo elegido a lo mejor no los elegía, pero el Señor nos va llevando, nos va guiando, por eso el evangelio tan lindo que estamos compartiendo, tan cortito, pero esta expresión de Jesús que se pregunta, que él pregunta: ¿Quién es mi madre, quienes son mis hermanos? Y entonces Jesús, dirigiendo su mirada sobre los que estaban alrededor de él, estos son mi madre y mis hermanos, el que hace la voluntad de Dios, ese es mi hermano, mi hermana, mi madre. Qué lindo en este texto Jesús mira a aquellos que estaban a su alrededor. Qué lindo que es sabernos mirados por Jesús. Qué lindo que es intentar estar alrededor de él, pero como decíamos recién, estar alrededor de él no supone simplemente una cuestión física sino querer ser familia de Jesús, intentar serlo, crecer en la familiaridad con él pasa por la invitación que nos hace Jesús de hacer la voluntad de Dios. Entonces, en la medida en que vayamos intentando vivirla, vamos a poder sentirnos, sabernos más cercanos a Jesús. Podemos también preguntarnos o compartir, reflexionar: Bueno, pero a qué se refiere Jesús con cumplir la voluntad de Dios, cuál es la voluntad de Dios, porque también es cierto a veces uno puede querer cumplir la voluntad y no tenerla muy en claro, no saber o no entender a qué se refiere Jesús con esta expresión. A lo mejor yo tengo el deseo, el anhelo, la búsqueda, y quiero también poder sentirme y descubrirme bien cercano a Jesús, cumpliendo su voluntad. Claro, es un tema que requiere nuestra apertura de corazón. Sobretodo en nuestros días en donde pareciera muchas vedes parece que el que tiene más personalidad, más poder de decisión, más seguridad, más convicción, es quién tiene más posibilidades de dirigir, de triunfar, de imponerse. No te pasa a vos que a lo mejor en donde vives en tu contexto, en tu lugar, hay personas que tienen mucha más fuerza, más personalidad, más seguridad, y a veces pasa que esas personas son a quienes nosotros como sociedad pensamos tienen todas las posibilidades, porque son seguras, porque tienen… y hay que estar atentos, porque cuántas veces escuchamos expresiones como: se hace así porque lo digo yo y listo. Cuántas veces pasa que escuchamos o decimos esto. Se hace así porque lo digo yo. O a lo mejor no decimos estas expresiones porque nos cuesta muchas veces como decirlas pero nos cuesta a lo mejor abrir le juego como padres, como madres, en mi comunidad. A lo mejor no digo se hace así porque lo digo yo pero lo vivo. Pero no comparto. Porque entonces tengo que estar dispuesto a que mis actividades sean las que fueran, actividades pastorales, en mi casa, en mi trabajo, en mi comunidad, alguna cosa no se termina de realizar totalmente y como yo lo había pensado, por eso digo que hablar de la voluntad de Dios supone abrir el corazón porque supone también compartir, supone abrirse a otras posibilidades y en nuestra sociedad a veces nos cuesta, porque el más brillante es el que tiene la mejor idea, y no vaya a ser que yo comparta mi idea y quede opacada por otra idea de otro. Hablar de la voluntad de Dios intentar buscarla, vivirla, supone mucha apertura, supone mucha humildad para poder ir tras el camino de Jesús. Desde el evangelio entonces la autoridad, la concebimos para un mejor servicio en la comunidad y no para beneficio de quién la ejerce a la autoridad en muchos sentidos. Muchas veces pensamos o creemos que la voluntad de Dios es su antojo para mi vida y la voluntad de Dios es buscar lo que Dios quiere para la vida de cada uno. La voluntad de Dios es intentar escudriñar qué es lo que el quiere para cada una de nuestras comunidades, de nuestra Iglesia. ¿Qué quiere Dios para mi vida? Dios siempre quiere nuestro bien, buscar su voluntad es nuestro bien aunque por momento no lo veamos tan claro. Por eso decimos: se trata de confiar como confió Jesús. Confiar en que Dios es providente, en que Dios nos cuida, en que Dios siempre quiere nuestro bien. A veces no coincide con nuestros deseos o con nuestras búsquedas, por eso es importante empezar a discernir para como nos enseña San Ignacio en todo buscar y hallar la voluntad de Dios. Son lindas preguntas que podemos ir haciéndonos en nuestra vida personal, en nuestra vida familiar, en los proyectos, en las búsquedas, en las acciones pastorales. ¿Quiero el querer de Dios? Cuando vos vas a emprender algo, cuando vos estás por comenzar alguna acción, cuando lo que sea, ¿quiero el querer de Dios? Qué pregunta, supone, como decíamos, confiar. Supone caminar a veces sin saber para donde, con la certeza de ponerme en sus manos confiando en su amor. Por eso, las preguntas que estábamos haciendo y te invitábamos a compartir es algún testimonio en donde uno se ha puesto en manos de Dios y Dios te llevó por caminos que a lo mejor nunca imaginaste recorrer, y cuando uno mira para atrás uno dice: qué bárbaro el camino que he recorrido, por donde me ha llevado el Señor, yo no lo hubiera elegido pero sin duda uno puede decir esto es lo mejor. Entonces buscar la voluntad de Dios es querer lo que Dios quiere que siempre va a ser para nosotros nuestro bien. Te invitamos a que compartas la consigna que te acabamos de proponer.

Padre, me pongo en tus manos, has de mi lo que quieras. Claro que es muy difícil, muchas vedes nos cuesta porque en nuestra sociedad, en nuestra vida, en nuestra cultura, muchas veces el más fuerte es el que tiene más poder de decisión, más convicción, y entonces el que se impone más muchas veces… y acá se trata no de imponerse sino de abandonarse. Es muy linda esta melodía. Padre me pongo en tus manos, has de mi lo que quieras, pero hay que pedir la gracia porque realmente no es tan simple, pero sí es posible. Por eso, has de mi lo que quieras dice, nosotros se lo queremos pedir al Señor esta mañana. Te lo agradezco, estoy dispuesto a todo, lo acepto todo con tal que tu voluntad se cumpla en mí. Qué hermosa oración la del padre que recién compartíamos en esta melodía. Una linda oración para poder rezarla, también para poder pedirle a Dios esta gracia de hacer su voluntad. Como mamá, como papá, como consagrado, como sacerdote, como agente pastoral, como persona que integra la sociedad, que tiene alguna función pública, como vecino, en fin, quiero querer lo que Dios quiere, por eso le pedimos a Dios la gracia de poder discernir su voluntad, entonces decíamos: las actitudes fundamentales son ponernos en sus manos, confiar, entregarnos, una gran humildad para saber que a veces lo que yo quiero a lo mejor no es lo que Dios tiene pensado para mí. Está la libertad. Pero supone confiar y dejar que Dios sea el Señor de nuestra historia, por eso en definitiva no se trata tanto de un esfuerzo voluntarista de la voluntad sino de una respuesta de amor al proyecto de Dios que el tiene para mi vida. Es una respuesta de amor de hijo al amor providente de Dios Padre que ve más allá de nuestra mirada finita y limitada. Por ahí va pasando. En ocasiones uno para tomar alguna determinación necesita cierta seguridad comprobable, pero la certeza nos la va dando el Espíritu Santo que nos va guiando. ¿No te ha pasado también que pasado el tiempo, como decíamos recién, uno puede ir leyendo su historia y ver que aquellas cosas que en su momento no las entendía, no las comprendía, hoy puedo ver que fueron posibilidad para algo? En su momento no entendí esto que me pasó, en su momento no tenía claro para donde, en su momento tan solo daba el paso y no tenía, me parecía que se me acababa el camino, lo único que veía era el paso que podía dar, pero cuando uno mira para atrás, ahí puede ver qué lindo como Dios me ha ido guiando, me ha ido llevando, me ha ido ayudando a construir mi familia, un proyecto comunitario, a formar una comunidad. En el momento no lo entendí pero con el tiempo uno mira para atrás y aquello que no entendió hoy lo puede entender gracias a Dios. Quizás me puede estar pasando, hoy a lo mejor no entiendo esto, pero me pongo en sus manos y con el tiempo Dios me va a mostrar que muchas cosas que no entendemos son una hermosa posibilidad para algo. ES lindo descubrir que a Dios no se le escapa nada, a Dios no se le escapa absolutamente nada de nuestra vida. Dios tiene contado hasta nuestros cabellos, por eso también se lo pedimos al Señor cuando rezamos el Padrenuestro. Cuántas veces rezamos el Padrenuestro en el día, en las celebraciones, en la misa, y le pedimos que se haga su voluntad. Nos enseñó Jesús a pedirle al Padre en esta oración, la misma oración que Jesús rezó, que Jesús tuvo en sus labios, en su corazón, nosotros la rezamos, y en esa oración le pedimos que se haga su voluntad en la Tierra como en el Cielo. Qué lindo que este día, cuando recemos el Padrenuestro podamos hacerlo también con esta confianza, con esta súplica, con este deseo, pedirle a Dios que su voluntad se haga en nosotros.

Como papá nuestro, como papaito nuestro, cariñosamente, en Dios Padre providente que nos guía, nos lleva de su mano, nos acompaña amorosamente, por eso a Dios le queremos pedir la gracia de poder hacer su voluntad como Jesús nos decía en el evangelio. Supone su gracia y nuestra libertad. Ese maravilloso don que Dios nos ha regalado, ese don que es una enorme responsabilidad y que debemos cultivar cada día. La verdadera libertad consiste en seguir a Jesús, en optar por él, la voluntad de Dios no es un acertijo, es en primer lugar vivir el evangelio, acoger su palabra como familia, como esposo, como esposa, en nuestras actividades, en el trabajo cotidiano, en tu negocio, en tu quiosco, en tu estudio, en la actividad pastoral, en tu parroquia, en tu comunidad, en tu servicio. La voluntad de Dios en primer lugar es vivir el evangelio, es una linda invitación, estar atentos para seguir ese camino. Entonces esto que hago, esta decisión, esta actitud, ¿la he tomado intentando que se haga lo que Dios quiere para mi vida? ¿es la que Jesús quiere, es la que le agrada a él? Esa es la pregunta que es lindo poder hacernos. A veces la respuesta a esta pregunta es clara, otras veces requiere un discernimiento más profundo, un discernimiento que se hace a la luz de alguna persona que me puede ayudar, guiar, orientar, muchas veces el discernimiento para poder seguir la voluntad de Jesús es un discernimiento personal, pero también es muy importante descubrir que muchas veces ese discernimiento se hace en el seno de la comunidad cristiana con aquellos que están en la casa alrededor de Jesús, entonces disce5rnimos juntos, pesamos juntos, buscamos juntos qué es lo que Dios quiere, qué es lo que Jesús quiere. ES la comunidad cristiana la que muchas veces tendrá que pronunciarse en distintos momentos, situaciones, búsquedas. Las comunidades primitivas de las primeras comunidades se reunían no solo para celebrar la eucaristía o para orar sino también para deliberar juntos, para buscar, y en esas reuniones tomaban conciencia de los hechos o cuestiones que se iban planteando, enfocaban los asuntos a la luz de la palabra de Dios, dialogaban sobre ellos y decidían en un clima de gran confianza esta búsqueda. Por eso también es muy lindo como ejercicio que en nuestras pequeñas comunidades, en nuestros grupos, en los consejos pastorales de nuestras parroquias vayamos creciendo en este ejercicio de discernir conjuntamente, es realmente hermoso. Acompañados de nuestros pastores poder ir haciendo un discernimiento comunitario. ¿Qué quiere el Señor para nuestra comunidad? ¿qué es lo que a él le agrada? ¿para donde nos quiere llevar? Es un desafío, un aprendizaje, por eso el discernimiento comunitario es la oración que pedimos por uno mismo, por el hermano, por los demás, por la comunidad, para poder encontrar la verdad. Entonces, cuando rezamos en este espíritu, no rezamos por el buen resultado del discernimiento simplemente sino es una oración desinteresada para poder hacer lo que Dios quiera, para que Dios nos revele su voluntad. No le pedimos al Señor que salga el camino más inteligente, el más acertado, sino lo que Dios quiera, que sepamos recorrer sus caminos, que podamos escuchar a aquel que habla en nombre del Señor y recoger sus palabras. Entonces es lindo saber que de alguna manera Dios siempre nos confirma el discernimiento. Si hemos tomado la decisión que Dios quiere, él en su bondad nos la va a confirmar y nos va a dejar en paz. Esto también es muy lindo. Entonces tenemos que seguir afirmando la enseñanza, la Iglesia, las comunidades, están constituidas por aquellos que están en torno a Jesús, a su alrededor, por aquellos que cumplen, que intentan buscar su voluntad. Este es el hermoso desafío para esta mañana, es una hermosa invitación para poder hacerle a Jesús cada uno de nosotros como Iglesia en el lugar en donde estemos ahora en torno a Jesús, a la palabra.

Queremos ir cerrando este espacio que hemos compartido, entonces en torno a la Palabra de Jesús le pidamos al Señor, te invito a que le pidas al Señor en este día la gracia de poder buscar lo que Dios quiere, discernir, pedirle a Dios la gracia de buscar lo que Dios quiere que es lo verdadero, lo bello, lo bueno, aquello cuya verdad existe independiente de mí y que le agrada a Dios, ahí está nuestra felicidad. Pidámoselo al Señor con confianza porque Dios siempre quiere lo mejor para nosotros. Gracias a todos. Que tengan todos ustedes un hermoso día. Hasta mañana si Dios quiere. Que tengan linda jornada.


 

Padre Munir Bracco