Los animales, criaturas compañeras

martes, 30 de abril de 2013
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En la antigüedad, el ser humano vivía en estrecho contacto con los animales domésticos. Eran indispensables para el trabajo (el buey), para trasladarse ( el burro), para procurarse alimento y abrigo (ganado vacuno, caprino y ovino), para la guerra (el caballo), y también como compañía.

Muchos pueblos desarrollaron diversas formas de culto a los animales – zoolatría – . En Egipto la zoolatría estaba muy desarrollada; las bestias debían cuidarse y adorarse porque se las consideraba el receptáculo mismo de las formas buenas o temibles de la potencia divina.

El toro Apis era un animal sagrado que encarnaba las fuerzas de la reproducción, la fertilidad de los campos y la fecundidad de humanos y animales. Los dioses egipcios tenían cabezas de animales.

 

El becerro (ternero) de oro

 

1 Cuando el pueblo vio que Moisés demoraba en bajar de la montaña, se congregó alrededor de Aarón y le dijo: “Fabrícanos un dios que vaya al frente de nosotros, porque no sabemos qué le ha pasado a Moisés, ese hombre que nos hizo salir de Egipto”. 2 Aarón les respondió: “Quiten a sus mujeres, a sus hijos y a sus hijas, las argollas de oro que llevan prendidas a sus orejas, y tráiganlas aquí”. 3 Entonces todos se quitaron sus aros y se los entregaron a Aarón. 4 Él recibió el oro, lo trabajó con el cincel e hizo un ternero de metal fundido. Ellos dijeron entonces: “Este es tu Dios, Israel, el que te hizo salir de Egipto”. 5 Al ver esto, Aarón erigió un altar delante de la estatua y anunció en alta voz: “Mañana habrá fiesta en honor del Señor”. 6 Y a la mañana siguiente, bien temprano, ofrecieron holocaustos y sacrificios de comunión. Luego el pueblo se sentó a comer y a beber, y después se levantó para divertirse. (Ex 32,1-6)

 

Este es el único caso en la Biblia en que se habla claramente de rendir culto a la imagen de un animal. Puede deberse tanto a la influencia de la religión de Egipto, de donde venían, como de Canaán, en cuyo culto también se utilizaban las imágenes de toros sagrados.

 

Los animales, criaturas de Dios

 

El relato del Génesis cap. 1 presenta la creación de los animales marinos y las aves en el quinto día, y la de los  terrestres en el sexto día, el mismo día en que es creada la pareja humana:

 

26Dios dijo: “Hagamos al hombre a nuestra imagen, según nuestra semejanza; y que le estén sometidos los peces del mar y las aves del cielo, el ganado, las fieras de la tierra, y todos los animales que se arrastran por el suelo”.

27Y Dios creó al hombre a su imagen;

27 lo creó a imagen de Dios,

27 los creó varón y mujer.

28Y los bendijo, diciéndoles: “Sean fecundos, multiplíquense, llenen la tierra y sométanla; dominen a los peces del mar, a las aves del cielo y a todos los vivientes que se mueven sobre la tierra”. 29Y continuó diciendo: “Yo les doy todas las plantas que producen semilla sobre la tierra, y todos los árboles que dan frutos co n semilla: ellos les servirán de alimento. 30Y a todas la fieras de la tierra, a todos los pájaros del cielo y a todos los vivientes que se arrastran por el suelo, les doy como alimento el pasto verde”. Y así sucedió. 31Dios miró todo lo que había hecho, y vio que era muy bueno. Así hubo una tarde y una mañana; este fue el sexto día. (Gén 1,26-31)

 

Tan importante son los animales para la vida humana que, en el diluvio, figura de una nueva creación, también están presentes. Existen dos tradiciones sobre el diluvio: la más antigua afirma que Noé hizo entrar al arca una pareja de cada animal para preservar la especie.

 

18 Pero contigo estableceré mi alianza: tú entrarás en el arca con tus hijos, tu mujer y las mujeres de tus hijos. 19 También harás entrar en el arca una pareja de cada especie de seres vivientes, de todo lo que es carne, para que sobrevivan contigo; deberán ser un macho y una hembra. 20 Irá contigo una pareja de cada especie de pájaros, de ganado y de reptiles, para que puedan sobrevivir. 21 Además, recoge víveres de toda clase y almacénalos, para que te sirvan de alimento, a ti y a ellos”. 22 Así lo hizo Noé, cumpliendo exactamente todo lo que Dios le había mandado. (Gén 6,18-22)

 

 En cambio la tradición sacerdotal indica que de los animales puros entraron siete parejas. De este modo, Noé y su familia podrían alimentarse y realizar sacrificios durante los cuarenta días en el arca.

 

1 Entonces el Señor dijo a Noé: “Entra en el arca, junto con toda tu familia, porque he visto que eres el único verdaderamente justo en medio de esta generación. 2 Lleva siete parejas de todas las especies de animales puros y una pareja de los impuros, los machos con sus hembras 3 –también siete parejas de todas las clases de pájaros– para perpetuar sus especies sobre la tierra. 4 Porque dentro de siete días haré llover durante cuarenta días y cuarenta noches, y eliminaré de la superficie de la tierra a todos los seres que hice”. 5 Y Noé cumplió la orden que Dios le dio. (Gén 7,1-5)

 

Animales puros e impuros

 

Para el culto israelita, era muy importante la clasificación de los animales, tanto domésticos como salvajes, según la categoría de puro e impuro. Puro era todo animal considerado apto para el culto a Dios. Estos animales puros eran considerados aptos para el consumo humano, se podían comer.

Esta clasificación incluía las distintas especies, según se puede ver en la lista que aparece en Levítico cap. 11. Por ej, es puro el ganado ovino, caprino y vacuno; son impuros los roedores. A su vez, dentro de una especie pura, los animales destinados al culto debían ser sanos y sin defectos.

 

Ritos de purificación: las mujeres, a causa del contacto con la sangre, debían purificarse al final del período menstrual (Lev. 15,19-30) y al final del puerperio, a los cuarenta días del parto ( Lev. 12). Este es el ritual que cumple María cuando se presenta en el Templo de Jerusalén. Allí, la familia de Jesús, María y José realiza dos ritos: la purificación de ella y la presentación de Jesús como primogénito:

 

Cuando se cumplieron los días de la purificación, según la Ley de Moisés, llevaron a Jesús a Jerusalén para presentarlo al Señor, como está escrito en la Ley del Señor: Todo varón primogénito será consagrado al Señor. Y para ofrecer en sacrificio un par de tórtolas o dos pichones, conforme a la Ley del Señor.  (Lc 2,22-24)

Para la purificación, los pudientes ofrecían un cordero y un pichón; los pobres ofrecían dos pichones de paloma. La paloma es símbolo de un ser que no tiene defensa.

 

Jesús y los animales

 

En seguida el Espíritu lo llevó al desierto, donde estuvo cuarenta días y fue tentado por Satanás. Vivía entre las fieras, y los ángeles lo servían. (Mc 1,12-13)

 

¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise reunir a tus hijos, como la gallina reúne bajo sus alas a los pollitos, y tú no quisiste! (Lc 13,34)

 

1 Cuando se acercaron a Jerusalén y llegaron a Betfagé, al monte de los Olivos, Jesús envió a dos discípulos, 2 diciéndoles: «Vayan al pueblo que está enfrente, e inmediatamente encontrarán un asna atada, junto con su cría. Desátenla y tráiganmelos. 3 Y si alguien les dice algo, respondan: “El Señor los necesita y los va a devolver en seguida”». 4 Esto sucedió para que se cumpliera lo anunciado por el Profeta:

5 Digan a la hija de Sión:

Mira que tu rey viene hacia ti,

humilde y montado sobre un asna,

sobre la cría de un animal de carga. (Mt 21,1-5)

 

 

Jesús es el león de la tribu de Judá

 

El león, por su melena y su color, es símbolo del sol que se alza sobre toda la tierra. Por eso es también figura del rey, que lleva corona, y se lo llama "el rey de los animales".

Jesús es nombrado como "el león de la tribu de Judá". Este título proviene de la bendición de Jacob en Gén 49, 8-12:

 

 

8 A ti, Judá, te alabarán tus hermanos,

tomarás a tus enemigos por la nuca

y los hijos de tu padre se postrarán ante ti.

9 Judá es un cachorro de león.

–¡Has vuelto de la matanza, hijo mío!–

Se recuesta, se tiende como un león, como una leona:

¿quién lo hará levantar?

10 El cetro no se apartará de Judá

ni el bastón de mando de entre sus piernas,

hasta que llegue aquel a quien le pertenece

y a quien los pueblos deben obediencia.

11 Él ata su asno a una vid,

su asno de pura raza a la cepa más escogida;

lava su ropa en el vino

y su manto en la sangre de las uvas.

12 Sus ojos están oscurecidos por el vino,

y sus dientes blanqueados por la leche.

 

1 Después vi en la mano derecha de aquel que estaba sentado en el trono, un libro escrito por dentro y por fuera, y sellado con siete sellos. 2 Y vi a un Ángel poderoso que proclamaba en alta voz: «¿Quién es digno de abrir el libro y de romper sus sellos?». 3 Pero nadie, ni en el cielo ni en la tierra ni debajo de ella, era capaz de abrir el libro ni de leerlo. 4 Y yo me puse a llorar porque nadie era digno de abrir el libro ni de leerlo. 5 Pero uno de los Ancianos me dijo: «No llores: ha triunfado el León de la tribu de Judá, el Retoño de David, y él abrirá el libro y sus siete sellos». (Ap 5,1-5)