¿Qué tienen que ver los santos con nosotros?

viernes, 1 de noviembre de 2013
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1/11/2013 – En la Catequesis de hoy, el P. Daniel Cavallo reflexionó sobre el día de todos los santos. Lo celebramos con alegría al experimentar la obra de Dios en sus vidas y su intercesión por nosotros. Todos los santos, los reconocidos y los que no lo están, representan una de las aristas de la diversidad de Dios.

La Iglesia es una comunión de santos. Nosotros estamos en camino de conversión, pero también reconocemos los innumerables dones que Dios derrama en nosotros y que queremos ser buenos administradores.

Celebramos la memoria de todos aquellos conocidos y reconocidos redimidos por Cristo. Esta fiesta en Occidente está unificada en una fiesta para tener la memoria, el reconocimiento y el pedido de intercesión de aquellos que siendo files en la camino de la fe gozan de la presencia de Dios. ¿Cuál es el camino para gozar de su vida eterna?  Jesús nos dice en el evangelio de hoy, que el camino es el de las bienaventuranzas. Allí Jesús nos deja el rumbo y la forma en la que nosotros, aún siendo pecadores, vamos gestando la vida nueva que Cristo nos trae.

La comunión de los santos, según el Catecismo

Este artículo es, en cierto modo, una explicitación del anterior: "¿Qué es la Iglesia, sino la asamblea de todos los santos?". La comunión de los santos es precisamente la Iglesia.


"Como todos los creyentes forman un solo cuerpo, el bien de los unos se comunica a los otros […] Es, pues, necesario creer […] que existe una comunión de bienes en la Iglesia. Pero el miembro más importante es Cristo, ya que Él es la cabeza […] Así, el bien de Cristo es comunicado […] a todos los miembros, y esta comunicación se hace por los sacramentos de la Iglesia" (…) "Como esta Iglesia está gobernada por un solo y mismo Espíritu, todos los bienes que ella ha recibido forman necesariamente un fondo común" (Catecismo Romano, 1, 10, 24).


La expresión "comunión de los santos" tiene, pues, dos significados estrechamente relacionados: "comunión en las cosas santas [sancta]" y "comunión entre las personas santas [sancti]".  Sancta sanctis [lo que es santo para los que son santos] es lo que se proclama por el celebrante en la mayoría de las liturgias orientales en el momento de la elevación de los santos dones antes de la distribución de la comunión. Los fieles (sancti) se alimentan con el cuerpo y la sangre de Cristo (sancta) para crecer en la comunión con el Espíritu Santo (Koinônia) y comunicarla al mundo.


I. La comunión de los bienes espirituales
En la comunidad primitiva de Jerusalén, los discípulos "acudían […] asiduamente a la enseñanza de los Apóstoles, a la comunión, a la fracción del pan y a las oraciones" (Hch 2, 42):
La comunión en la fe: La fe de los fieles es la fe de la Iglesia recibida de los Apóstoles, tesoro de vida que se enriquece cuando se comparte.
La comunión de los sacramentos: “El fruto de todos los Sacramentos pertenece a todos. Porque los Sacramentos, y sobre todo el Bautismo que es como la puerta por la que los hombres entran en la Iglesia, son otros tantos vínculos sagrados que unen a todos y los ligan a Jesucristo. Los Padres indican en el Símbolo que debe entenderse que la comunión de los santos es la comunión de los sacramentos […]. El nombre de comunión puede aplicarse a todos los sacramentos puesto que todos ellos nos unen a Dios […]. Pero este nombre es más propio de la Eucaristía que de cualquier otro, porque ella es la que lleva esta comunión a su culminación” (Catecismo Romano, 1, 10, 24).
La comunión de los carismas: En la comunión de la Iglesia, el Espíritu Santo "reparte gracias especiales entre los fieles" para la edificación de la Iglesia (LG 12). Pues bien, "a cada cual se le otorga la manifestación del Espíritu para provecho común" (1 Co 12, 7).
“Todo lo tenían en común” (Hch 4, 32): "Todo lo que posee el verdadero cristiano debe considerarlo como un bien en común con los demás y debe estar dispuesto y ser diligente para socorrer al necesitado y la miseria del prójimo" (Catecismo Romano, 1, 10, 27). El cristiano es un administrador de los bienes del Señor (cf. Lc 16, 1, 3).
La comunión de la caridad: En la comunión de los santos, "ninguno de nosotros vive para sí mismo; como tampoco muere nadie para sí mismo" (Rm 14, 7). "Si sufre un miembro, todos los demás sufren con él. Si un miembro es honrado, todos los demás toman parte en su gozo. Ahora bien, vosotros sois el cuerpo de Cristo, y sus miembros cada uno por su parte" (1 Co 12, 26-27). "La caridad no busca su interés" (1 Co 13, 5; cf. 1 Co 10, 24). El menor de nuestros actos hecho con caridad repercute en beneficio de todos, en esta solidaridad entre todos los hombres, vivos o muertos, que se funda en la comunión de los santos. Todo pecado daña a esta comunión”.

¿Qué es lo que nos une a los santos?  Haber vivído la misma fe, la comunión de los sacramentos, la comunión de los carismas porque cada uno de ellos fue fiel a un carisma que Dios le dio (están los patronos de los estudiantes, los patronos del trabajo, de religiosos, etc etc etc) y la comunión de la caridad, porque todos los santos viven por y para los demás.
La experiencia de comunión con los santos nos ayuda a descubrir y renovar la grandeza y la riqueza de ésta gracia que Dios nos regala. En la Iglesia cuando un miembro se daña repercute en todo el cuerpo, y lo mismo pasa con las virtudes.

 

II. La comunión entre la Iglesia del cielo y la de la tierra


954  «Hasta que el Señor venga en su esplendor con todos sus ángeles y, destruida la muerte, tenga sometido todo, sus discípulos, unos peregrinan en la tierra; otros, ya difuntos, se purifican; mientras otros están glorificados, contemplando "claramente a Dios mismo, uno y trino, tal cual es"»
(…)  "La unión de los miembros de la Iglesia peregrina con los hermanos que durmieron en la paz de Cristo de ninguna manera se interrumpe. Más aún, según la constante fe de la Iglesia, se refuerza con la comunicación de los bienes espirituales" .

La intercesión de los santos: "Por el hecho de que los del cielo están más íntimamente unidos con Cristo, consolidan más firmemente a toda la Iglesia en la santidad […] No dejan de interceder por nosotros ante el Padre. Presentan por medio del único mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús, los méritos que adquirieron en la tierra […] Su solicitud fraterna ayuda, pues, mucho a nuestra debilidad". Pasaré mi cielo haciendo el bien sobre la tierra (Santa Teresa del Niño Jesús, verba).
La comunión con los santos. "No veneramos el recuerdo de los del cielo tan sólo como modelos nuestros, sino, sobre todo, para que la unión de toda la Iglesia en el Espíritu se vea reforzada por la práctica del amor fraterno. En efecto, así como la unión entre los cristianos todavía en camino nos lleva más cerca de Cristo, así la comunión con los santos nos une a Cristo, del que mana, como de fuente y cabeza, toda la gracia y la vida del Pueblo de Dios".

Ésta experiencia es lo que hermosamente manifestamos cuando como Iglesia realizamos una procesión, fiesta patronal o visitamos algún santuario.  Porque estamos haciendo visble esto que nosotros creemos. No "endiosamos" a nadie, sino que reconocemos que hermanos nuestros que caminaron en la tierra y que vivieron en un tiempo y en un lugar concreto con sus dificultades, fueron fieles a la fe y por eso la Iglesia nos los presenta como modelo. Así, los asumimos como nuestros intercesores.

Por ejemplo, los chicos de la secundaria llevan en andas a alguien porque es el mejor compañero, o cuando algún compañero se recibe lo suben a los hombros, o en la fiesta los amigos de los esposos celebran subiéndolos por el techo…. los destacan, por eso se los pone en andas. Eso mismo hacemos con los santos. Sabemos que el único tres veces santo es Jesús, pero en los santos descubrimos que ellos pudieron ser fieles al mensaje suyo. En ellos tenemos comunión de fe, de esperanza y de caridad. Adoramos a Dios porque sólo Él es el dador de estos bienes.

"Nuestra fe necesita del apoyo de los demás"

En la audiencia del miércoles de esta semana, el Papa Francisco reflexionó sobre la comunión de los santos. Compartimos algunos párrafos:

"Si existe este enraizarnos en la fuente del Amor, que es Dios, entonces se verifica también el movimiento recíproco: de los hermanos a Dios; la experiencia de la comunión fraterna me conduce a la comunión con Dios. Este es el segundo aspecto de la comunión de los santos que quisiera destacar: nuestra fe necesita del apoyo de los demás, especialmente en los momentos difíciles. ¡Qué bello es sostenernos los unos a los otros en la aventura maravillosa de la fe! Digo esto, porque la tendencia de encerrarnos en lo privado ha influido también el ámbito religioso, así que muchas veces nos cuesta pedir ayuda espiritual de los que comparten con nosotros la experiencia cristiana.

¿Quién de nosotros -¡todos, todos!- quién de nosotros no ha experimentado inseguridades, desorientaciones e incluso dudas en el camino de la fe? Todos, todos hemos experimentado esto: yo también. Todos. Es parte del camino de la fe, es parte de nuestra vida. Todo esto no debe sorprendernos, porque somos seres humanos, marcados por la fragilidad y las limitaciones. Todos somos frágiles, todos tenemos limitaciones: no se asusten. ¡Todos las tenemos!

Sin embargo, en estos momentos difíciles hay que confiar en la ayuda de Dios, a través de la oración filial, y al mismo tiempo, es importante encontrar el coraje y la humildad para estar abiertos a los demás, para pedir ayuda, para que nos den una mano: “dame una mano, tengo este problema”. ¡Cuántas veces lo hemos hecho! Y luego, hemos conseguido superar el problema y encontrar a Dios, otra vez. En esta comunión -comunión quiere decir ‘común unión’, todos unidos, unión común- en esta comunión somos una gran familia, todos nosotros, donde todos los miembros se ayudan y se apoyan mutuamente"
 

Padre Daniel Cavallo