07/04/2014 – El Señor y su camino en medio de nosotros, invitándonos al seguimiento. Los ejercicios son para una elección de vida. Es un llamado que Dios nos hace invitándonos al discipulado para reformar nuestra vida. Eso supone una gran determinación para seguirlo.
Estamos caminando con Jesús a quien queremos conocerlo de cerca, y pedimos luz para conocerlo internamente, escuchándonos desde adentro y las resonancias que aparecen en el corazón. Probablemente Dios nos va a ir mostrando un camino de transformación, de ir cambiando algunos aspectos de nuestra vida, prestar más atención y más vida en cierta dimensión de la vida, etc. Es importante ir tomando registro y anotando lo que Dios nos va pidiendo.
San Ignacio nos dice que mientras seguimos a Jesús vamos a tener que ir tomando opciones, elegir una forma y estilo, caminos alternativos, posibilidades y también aparecerán mis trabas y resistencias.
Él considera 3 actitudes:
– Una primer opción es querer, pero a la vez no. Deseo lo que Dios quiere pero estoy parado en otro lugar. Lo veo como de lejos y yo sigo con mi vida como habitualmente vengo. Como si estuviera de turista, veo de lejos pero no me involucro.
– La segunda opción es “quiero seguir a Jesús, quiero hacer su voluntad, pero tengo otras cosas que me tiran con igual intensidad. Me encuentro en el medio. Quizás ambos son buenos, pero no se cuál seguir”. El Señor pasa, me invita pero hay algo que me tironea.
– La tercer posibilidad o tentación es “quiero seguir la voluntad de Dios, hacer de mi vida algo importante, y a la vez tengo otas cosas que también me atraen y no necesariamente van en esa dirección. Pero yo estoy dispuesto a hacer lo que Dios me pida, y hasta estoy dispuesto a abandonar aquello otro, porque lo que quiero es hacer su voluntad. Estoy disponible. Eso no se logra con fuerza propia, sino siguiendo donde me va ganando Jesús el corazón, despejando el camino. Descubro que el Señor me llama, y estoy dispuesto a dejarlo todo para ir detrás de Él.
Estos tres estados se trabajan, se piden y se contagian sólo desde Jesús. Por eso buscamos y contemplamos. Es una gracia que vamos a recibir de Dios. Es importante lograr identificar en cuál de las tres opciones estoy. El objetivo es amar el tercer estado, pero para eso necesitamos pedirlo y antes descubrir en cuál verdaderamente estoy. Pedimos gracia de “santa indiferencia” para poder elegirlo.
La multiplicación de los panes (jn 6, 1-15)
Jesús nos pone a prueba para ver a dónde rumbeamos y cómo usamos la sabiduria del corazón. Andrés dice que hay un muchacho con unos pocos panes. Y es lo que nos preguntamos ¿de qué sirve tan poca cosa? ¿para qué estudie mi carrera, de qué sirve mi profesión, qué pasó despues de tanto esfuerzo en todo lo que hice?. A veces por parecer poco, no llegamos a ver que ahí está Jesús. ¿Puede Dios recibir tan poca cosa de mi?. Frente a tantas necesidades, y mis aspiraciones grandes, ¿puede servir esto?.
Jesús no pregunta si es poco o mucho sino si lo ponés a su dispocisión. Es como la parábola de los talentos: aunque sea uno, si lo ponés, se multiplica. No esconder nada, porque el que mezquina no va a encontrar el camino del reino. Poner el pan, el talento, pero ponelo… Para lo grande Dios necesita de tu pequeñez. No te vuelvas mezquino. Eso que yo puedo es todo lo que Dios necesita. De lo más modesto de mi, pero valioso, sale la plenitud de Dios.
Curiosamente, después del milagro, aparecerá lo contrario. La gente se entusiasma de Jesús, y lo buscan por sus milagros pero no por su gloria. A veces la “gloria” me hace perder el foco, y no valoro el espacio. El Papa Francisco lo dice, es más importante el todo que las partes. Es bueno tener en cuenta las cuatro nociones que el Papa Francisco incluye en la exhortación apostólica Evangelii Gaudium (del 222 al 234): El tiempo es superior al espacio; La unidad prevalece sobre el conflicto; La realidad es más importante que la idea; El todo es superior a la parte.
Jugate por lo pequeño que podés dar si tiene que ver con lo que Dios te hace sentir.
Las dos monedas de la viuda (Lc 21, 1-4)
Es el texto en donde vemos a la viuda en el templo que se acercó a dar la moneda. Jesús que la miraba, se dio cuenta que “dio todo lo que tenía para vivir”. No dio lo que le sobra, dio todo, y ese todo es mucho más grande que las sobras abundantes que a veces damos por descarte, de lástima, para tranquilizar nuestra conciencia. Los pobres cuando te reciben dan todo lo que tienen para agasajarte.
Hay actos de santidad heróica, quizás todos los días, entre la gente sencilla. Es la que habla de la grandeza del corazón, dar mis moneditas y mis panes, dar lo mejor de mí sin mezquindades. Ese es el tercer binario que dice Ignacio tan importante para recibir la voluntad de Dios. Él no pide cosas inmensas, sino el pan que vos tenés. No importante si es más grande o más chicos que el de los otros, es el que vos sabés dar y hacer, y ese es el que Dios quiere.
Las condiciones para seguir al Maestro (Mt 8, 18-22)
Jesús habla de la condiciones para seguirlo. Lo podemos haber escuchado muchas veces. “Maestro, te seguiré a donde vayas” dice un discípulo que se le acerca a Jesús, a lo que Él responde: "Los zorros tienen cuevas y las aves tienen nidos, pero el Hijo del Hombre ni siquiera tiene dónde recostar la cabeza". Es como si dijera "Vos me querés seguir pero mirá que yo no tengo nada. Si vamos a curzar el río juntos yo no estoy para llenarte la panza ni tus bolsillos". No hace falta llenarse, sino saber disfrutar donde uno camina y hacia donde, eso es lo que nos trae la paz. Sentirse llenos sigue siendo primitivo y parcial.
Ahí, otro discípulo le quiere seguir pero primero pide que deje enterrar a su padre. Es una figura central en el judaísmo. El Padre símbolo de la tradición, de la ley, y con su muerte es como si se fuera un respaldo. Cuando tenemos la palabra, palmadita, ejemplo del padre, algo nos falta. Dejar partir a ese apollo en la vida, el evangelista lo pone como algo importnate. Jesús le contesta: Vos seguime y dejá que los muertes entierren a los uertes. Sería un dejá que la vida se haga cargo, que Dios se ocupe, no te afirmes en eso, construí tu propio camino. Quizás la trampa sea que nos quedemos en ese sentimiento nostálgico, en esa ….. Se que las cosas con el Señor van a andar, tarde o temprano. Quizás no pueda ser padre si antes no aprendo a ser hermano.
Pedirle al Señor que nos deje ver cuáles son las trampas que nos traban, y qué nos permitiría alcanzar el 3º binario y darlo todo. Dame la fuerza y la luz para seguir en la pobreza, en la humillación, poder dar mis panes y no mirar atrás. Poder seguirte y no poner como trabas eso que me ata y me impide seguirte. Que podamos abrir el corazón sin temor a lo poco que podemos dar.
Padre Fernando Cervera sj
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