Sólo quien ama puede comprender la voz del Amor

viernes, 31 de julio de 2009
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Mientras todavía hablaba a la gente, le dijeron: “Aquí está tu madre y tus hermanos fuera, buscándote para hablar”.  Y Jesús les contestó: “¿Quién es mi madre?. ¿Quiénes son mis hermanos?”.  Entonces extendió sus manos hacia sus discípulos y dijo: “Aquí está mi madre, aquí están mis hermanos.  Porque cualquiera que hace la voluntad de mi Padre, que está en los cielos, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre.”

Mateo. 12, 46-50

Convertirnos a la escucha interior de la voz de Dios:

Hay un ritmo muy ajetreado, frenético diría yo, lleno de preocupaciones que mete ruido en nuestro peregrinar cotidiano. Y se hace realmente difícil escuchar en profundidad. Escucharnos entre nosotros y escuchar la voz de Dios que nos habla. Y no captamos entonces, el sentido profundo del andar.

Y el que no tiene un buen oído cuando no ve bien no sabe mucho por donde dirigirse. En este sentido, los que están privados de la luz de sus ojos. Nuestros hermanos no videntes, que son muchos los que escuchan la radio, van a entender lo que digo. Como entendemos nosotros cuando, a veces, cuando nos falta visión necesitamos el oído para agudizar el sentido de la orientación.

Como de hecho, hace el murciélago para moverse también. No tienen vista, pero tienen las antenas bien desplegadas y es ese radar el que les permite orientarse en su vuelo. Así también nosotros.

Cuando la visión no es clara el oído tiene que desarrollarse, para poder orientarse bien. Y la verdad sea dicha, que por este tiempo las cosas que se ven no nos dan mucha claridad de cómo, por dónde, encarar nuestra vida y la de nuestros hermanos. En la búsqueda de los mejores caminos, para ir allí donde Dios quiere plenificarnos.

Por eso es tan saludable desarrollar un oído sensible, un saber escuchar por dónde. Un saber mirar escuchando, diría yo. O contemplar desde la escucha. Que es justamente el ejercicio al que yo te invito ahora. A desarrollar, cerrando nuestros ojos, (si podés), estando más bien atento a los sonidos que hay alrededor tuyo y hasta llegar a aquellos sonidos que suenan dentro tuyo. De esto se trata de una escucha interior. Que no es encerrarse en