Experiencia de la Palabra Vivida

viernes, 8 de agosto de 2008
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Trabajo en un Hospital psiquiátrico desde hace 5 años, como psicóloga.

En este lugar me encuentro con pacientes que tienen serios problemas mentales y antecedentes penales. Aunque estén internados o no, son realmente agresivos y hasta peligrosos. El trabajo es duro, porque se atienden casos graves y urgentes.

En estos años tuve que estudiar mucho para actualizarme  en las nuevas corrientes psicológicas para poder trabajar en el área clínica, en terapias de emergencias para  intervenir en situaciones de crisis, estrés postraumático, y patologías graves, porque yo había trabajado anteriormente en otras Instituciones con otras especialidades.

Aquí me propuse -apenas entré- que si  yo intentaba ver a Jesús en cada paciente recordandome de sus palabras "cualquier cosa hayan hecho al minimo a Mi lo han hecho"; de ese modo yo iba a atender a las personas y no a las enfermedades mentales.

Me acuerdo cuando atendimos a las víctimas de Cromañón, en Enero y Febrero de 2005. ¡Cómo me sirvió vivir en ese mes, lo que decía esa Palabra de Vida:  "Yo soy nada, y El es todo". Solo podía amar y escuchar, porque El estaba allí todo el tiempo, Abandonado, desolado e impotente, en los rostros de esas personas. Y así de a poco  aprendí a superar cada momento tratando de fijar la mirada en Jesús.

Trabajo en un Servicio a través del cual tenemos contacto con todo el Hospital.

Desde que empecé a trabajar allí he tratado de amar a cada uno individualmente, pero también mi idea era poder llegar a todos y abarcar a toda la Institución, ver cuáles eran las dificultades y ocuparme también de las condiciones físicas del lugar de  trabajo  haciendo los reclamos correspondientes ya que existe todo tipo de necesidades urgentes tanto edilicias como de mobiliario, calefacción, baños, goteras, etc.

“Vos te preocupás porque sos nueva, pero ya te vas a cansar”  -me decían– cuando yo  comencé tratando de involucrar a mis compañeros para  mejorar el lugar  y para hacerlo más decoroso y adecuado, pero a pesar de las resistencias,  juntos  hemos logrado ya varias cosas.

Pero realmente donde trato de poner más empeño  es en la tarea de construir  relaciones nuevas con mis colegas los profesionales y con mis superiores, con quienes a veces me cuesta porque no es la relación  ideal, porque existen distintas formas de interactuar, y también distintos intereses personales y a veces me confunden sus actitudes y órdenes contradictorias.

Siempre le pido a Jesús la fuerza para ser fiel a sus palabras  que exigen atenerme a la verdad y ser al mismo tiempo instrumento de su amor, como decía la Palabra de Vida que hemos tratado de vivir en  Diciembre 2007 :  “El amor es la plenitud de la Ley”

Gracias a que pude ganarme la confianza y el respeto de mis superiores,  pude decir que no, cuando en ocasiones me han solicitado que realice informes falsos  para beneficiar a alguien.

Cuando estuve en Budapest en el 2006 con motivo de los 50 años del nacimiento de los Voluntarios del Movimiento de los Focolares,  volví con una fe renovada en que la fraternidad universal será posible porque –como nos dijo Chiara Lubich, la fundadora, en esa oportunidad- “todos los dolores de los hombres  ya han sido pagados, para que podamos decir individualmente y todos juntos: Mi noche no tiene oscuridad sino que todas las cosas resplandecen en la luz".

Hace poquito estuve en un Congreso de Psicología organizado por el mismo movimiento en Roma, y pude renovar esta vocación cristiana de trabajar para clarificar el mundo, con el fin de que nazca un nuevo paradigma cultural, para que yo también pueda contribuir a realizar ese sueño de Jesus y nuestro, el de “ llevar el mundo en sus manos hacia Dios”  e impregnar la humanidad de su Paraíso.—
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                                                                                                                                       Mariela Cáceres