02/12/2014 – Levantarse a las apuradas, desayunar corriendo, mirar el reloj constantemente mientras la fila de autos avanza a paso de tortuga en calles repletas y viajar en un colectivo donde no entra un alfiler. Cualquiera de estas acciones tienen que enfrentar día a día los argentinos en la ciudad. En Buenos Aires, el microcentro se vuelve un laberinto de personas, que, enfrascadas en su mundo, afrontan el vértigo de la rutina diaria como pueden. En medio de ese desierto de tanto ruido, hay un oasis de silencio y de oración. Un espacio de paz.
Santa Catalina es una comunidad de la Iglesia de Buenos Aires, integrada por sacerdotes y laicos, que pertenece a la Arquidiócesis de Buenos Aires. Están abiertos y atentos a las necesidades espirituales de las personas que trabajan y transitan en el microcentro, esa ciudad ruidosa y acelerada que pareciera no tener tiempo para pisar el freno. Es un lugar de encuentro, donde se celebra a Jesús presente, que camina junto a nosotros, nos ama, acompaña y llama en la ciudad.
María Stange, integrante de esta comunidad, dialogó con Radio María y contó que “Santa Catalina es un espacio de encuentro, un lugar para parar, reflexionar. Desde el año 2000 Santa Catalina es un centro de espiritualidad en medio de la ciudad. El año pasado sumamos un taller de oración contemplativa. Hoy son 4 grupos que 4 días por semana nos juntamos a hacer oración en silencio. Estamos más llamados que nunca a hablar con el Señor, que nos habla día y noche a nuestro corazón.”
María nos comentó su experiencia profesional, y lo que ella percibe en las personas que se acercan al lugar. “Lo que vemos en la gente que viene es la soledad del hombre de la ciudad, hay una necesidad de encontrarse con un otro, y una necesidad de parar. Yo conocí Santa Catalina en el 2006, y ahí empecé a hacer experiencia de Dios. Después de ese ratito de silencio, tenemos una actitud contemplativa ante la vida. Hoy me siento llamada a invitar a otros.”
Una actividad innovadora que realiza la comunidad son los retiros urbanos, un espacio un poco más profundo, pero sin dejar de estar en la gran ciudad.“Cuando lo organizamos, se anotaron 200 personas, pese a que lo hacemos los sábados, y son un poco más largos, de más de 3 horas. Así que seguimos con esto, evidentemente la gente necesita un espacio para parar.” En Santa Catalina, entre el ruido y el ritmo vertiginoso de la ciudad, hay alguien que te escucha.