Después que Juan fue arrestado, Jesús se dirigió a Galilea. Allí proclamaba la Buena Noticia de Dios, diciendo:”El tiempo se ha cumplido: el Reino de Dios está cerca. Conviértanse y crean en la Buena Noticia”.
Mientras iba por la orilla del mar de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés, que echaban las redes en el agua, porque eran pescadores. Jesús les dijo: “Síganme, y yo los haré pescadores de hombres”. Inmediatamente, ellos dejaron sus redes y lo siguieron.
Y avanzando un poco, vio a Santiago, hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban también en su barca arreglando las redes. En seguida los llamó,y ellos, dejando en la barca a su padre Zebedeo con los jornaleros, lo siguieron.
San Marcos 1, 14-20
Despues de haber celebrado ayer la fiesta del bautismo del Señor con la posibilidad de haber renovado nuestro propio bautismo, comenzamos el tiempo ordinario hasta que en febrero comencemos la cuaresma. Este tiempo ordinario nos meterá en el corazón del evangelio de San Marcos que leeremos durante todo el año.
San Marcos inicia el evangelio con el relato del incio de la vida pública de Jesús donde invita a la conversión. San Marcos recoge los tres puntos principales de la predicación de Jesús: creer en la buena noticia, la conversión y la llamada personal que Cristo nos hace a vivir con Él y como Él.
– Creer en la Buena Noticia, que es Jesús mismo porque Él es la presencia palpable del amor y del poder de Dios. En Cristo nosotros tenemos el rostro de Dios. En la exortación apostólica de Juan Pablo II en Cristo el hombre tiene el rostro glorioso de Dios, y en Cristo Dios tiene la realidad del rostro doloroso del hombre.
– El segundo punto es la llamada a la conversión que significa literalmente volvernos hacia Dios con toda nuestra persona, como el hijo pródigo que volvió a la casa paterna. “Nuestros corazones y nuestros pensamiento no son el corazón ni el pensamiento de Dios” dirá el Salmo, por eso necesitamos una constante conversión. No podemos cansarnos de volver, porque para seguidores de Cristo necesitamos hacer retornar nuestro corazón y pensamiento permanentemente a Él para ser hombres y mujeres nuevas.
– El tercer punto es la llamada personal que Cristo nos hace a todos a vivir con Él y como Él.
Simón, su hermano Andrés, Santiago y Juan serán los primeros del grupo de los 12. Luego, el evangelio nos dirá que llegarán a ser 72. Son números simbólicos. Todos somos llamados por Cristo para seguirlo. Nos conoce y nos ama como somos y así como estamos nos llama. Conversión y seguimiento de Jesús van de la mano. Dejar todo y dejar todo de sí mismo significa esta adhesión a Jesús y a la causa del reino. La palabra de Cristo grita la cercanía de la llegada del reino: Conviértanse y crean en la buena noticia.
Cuando se siente esta llamada tambén se siente la invitación personal a seguirlo. “Vengan conmigo, yo los haré pescadores de hombres”. Estos primeros 4 apóstoles, impactados y seducidos por Jesús, por sus gestos y por lo que habían escuchado de Él, lo dejaron todo y lo siguieron. ¿Qué les habrá llegado de Cristo que los impulsó a no tener miedo de dejar todo por ir detrás de Él? ¿Qué de sus obras, de sus palabras, de sus formas los sedujo?. Sobretodo este encuentro personal con Él, esta realidad de impacto de un encuentro con este Cristo vivo que no solo conmueve el corazón sino que plenifica al hombre. Por eso no dudaron en dejarlo todo por seguirlo.
La Iglesia necesita, como nosotros, desprenderse de sí misma para ir detrás del Señor. Cuando decimos Iglesia hablo de vos, de mí y de cada uno de los bautizados. Este anuncio y esta llamada exigen una respuesta sincera. ¿Trabajás por tu conversión? ¿Qué tendrías que dejar para seguir a Jesús?
La Palabra de Dios no nos da respiro porque al comenzar la primer semana del tiempo durante el año, el evangelio nos presenta el programa de vida que Jesús hizo con sus discípulos. Cada uno de nosotros somos llamados por nuestro nombre, amados por Él como somos, y como Él mismo nos conoce sabe lo que podemos dar y ofrecer.
El motivo por el que Cristo urge a la conversión a la fe en Él hay dos razones: primero porque “el tiempo se ha cumplído”, estamos en el kairós el tiempo de la gracia y del favor de Dios, donde se nos da la oportunidad de Salvación. Cor II “Ahora es el tiempo de la gracia, ahora es el día de la salvación porque está cerca el reino de Dios”. Esta es la primera realidad que la Palabra de Dios nos presenta como una urgencia por la conversión. El kairós es hoy, aquí, en este momento. Tan concreta es estas realidad por la que Jesús pasa en nuestras vidas que hoy, aquí, en esto que te toca vivir, en este tiempo de tu vida, hay una gracia para vos: este es el tiempo de gracia, el Kairós de tu vida, porque Jesús irrumpe en tu vida, porque te conoce y quiere invitarte a seguirlo.
El discipulado, recordará más tarde Jesús, implica una renuncia y romper con aquello de nuestra vida que no es de Dios. El kairós de los discípulos era mientras estaban con sus redes. Tu tiempo es hoy con lo que estás viviendo, con lo que sos, allí se produce el kairós.
En el conjunto de la primera y de la segunda parte del reino queda la aventura del reino que es la motivación para el seguimiento. La condición única para acceder al reino es la fe, es creer en la buena nueva que es Cristo y convertirnos al reino es convertirnos a Jesús porque ñEl inaugura el reino entre nosotros. Conversión de fe y renovación de la vida es lo que venían proclamando los profetas, y Jesús, como el Mesías, el Hijo de Dios, lo lleva a su plenitud. Convertirse y creer son realidades inseparables: si sos un hombre o mujer de fe vivís la conversión; y si te querés convertir es porque vivís la fe.
Como creyentes, como discípulos de Jesús, necesitamos vivir en un perenne estado de conversión; porque ésta es una tarea siempre inacabada, de todo tiempo y para todos. Nunca estaremos suficientemente convertidos a los valores del Reino. Son demasiados los intereses que nos tientan constantemente a desvirtuar e incluso invalidar nuestra respuesta a la consigna del Señor. “Convertíos y creed la Buena Noticia”. Este imperativo es Buena Nueva de liberación, esperanza luminosa y transformante, empeño gozoso, don y tarea que hemos de asumir responsable y alegremente con un estilo nuevo de comportamiento personal y comunitario con Dios y los demás.
La radicalidad de la conversión continúa al reino de Dios, nos pide sensibilidad y una clara opción por los valores del Evangelio y los criterios de las bienaventuranzas. Estos se oponen necesariamente a las prioridades del “hombre viejo” que llevamos dentro, en lucha con el “hombre nuevo”, liberado por Cristo. Así optaremos por el amor en vez del egoísmo, la pobreza compartida en vez de la riqueza acaparadora, la solidaridad en vez de la explotación, el perdón en vez del odio, el compromiso y la colaboración en vez de la despreocupación social.
Esto se opone a las prioridades del hombre viejo, y genera una lucha. Así buscamos optar por el amor en lugar del egoímo, la pobreza compartida en lugar d ela riqueza acaparadora, la colaboración en vez de la despreocupación… La opción por el reino rompe el hombre viejo y hace surgir y crecer un hombre nuevo. Es el hombre de la Pascua, el hombre del bautismo, el hombre y la mujer que tenemos como modelo a Jesús resucitado. Él nos ayuda a realizar esta opción por él. Son pasos de conversión y nosotros los vamos dando con la fuerza del Espíritu Santo.
Padre Daniel Cavallo
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