06/04/2016 – “Pero el padre dijo a sus servidores: “Traigan enseguida la mejor ropa y vístanlo, pónganle un anillo en el dedo y sandalias en los pies. Traigan el ternero engordado y mátenlo. Comamos y festejemos, porque mi hijo estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y fue encontrado”. Y comenzó la fiesta.
El hijo mayor estaba en el campo. Al volver, ya cerca de la casa, oyó la música y los coros que acompañaban la danza. Y llamando a uno de los sirvientes, le preguntó que significaba eso. El le respondió: “Tu hermano ha regresado, y tu padre hizo matar el ternero y engordado, porque lo ha recobrado sano y salvo”.
El se enojó y no quiso entrar. Su padre salió para rogarle que entrara, pero él le respondió: “Hace tantos años que te sirvo sin haber desobedecido jamás ni una sola de tus órdenes, y nunca me diste un cabrito para hacer una fiesta con mis amigos.
¡Y ahora que ese hijo tuyo ha vuelto, después de haber gastado tus bienes con mujeres, haces matar para él el ternero engordado!”. Pero el padre le dijo: “Hijo mío, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo. Es justo que haya fiesta y alegría, porque tu hermano estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido encontrado”».
Lc 15, 22-32
Uno puede decir que mal habré hecho para que me sucedan éstas desgracias, hay que portarse bien para no ser castigado. Tal vez se lo anuncie así o no pero en el fondo así es como lo vivimos a veces. Dentro de ésta tónica cuando se comete una falta más que arrepentimiento para salir se siente miedo. Porque Dios no es un padre, es un padrazo pero un padrazo mal entendido. El pecador se arrepiente como un niño y le pide perdón a Dios mientras se siente cumpliendo los mandamientos vive tranquilo, burguesmente esperando un premio, el de la eternidad o que le sigan yendo bien las cosas, que no cambie su buena suerte.
La relación con Dios es la relación con un entre comillas e ironizando, un gran papá que premia o castiga según sea como nos portamos. Esta es una imagen deformada que tenemos de un Dios que está por fuera, no está por dentro y que desde fuera determina a quien le corresponde el caramelo de premio y a quien no porque no se portó bien. Como a veces hacemos nosotros: manipular los afectos. Es una presencia desde afuera de Dios que provoca una relación que es inmadura que no es personalizante.
A veces nos hemos quedados como fijados en una niñez religiosa de un catecismo poco vivencial, poco existencialmente invitando a la comprensión, más fundamentado sobre el dogma que la vida, más por fuera que por dentro. Esta imagen ha sido más frecuente en la educación del pasado.
Otra deformación de la imagen de Dios es la que se representaba a veces mal como un triángulo con un ojo que te está mirando. Dios te mira. Mirá que Dios te está mirando. Como si fuera una forma de ponerle límite a la vida más que encontrarle cauce a la vida, más que darle razón a la vida. Porque si ni a Dios le tienen miedo. Dios no es uno al que hay que temerle.
Este Dios verdugo vigila, amenaza, obliga, asfixia. Hay que ir a misa! Hay que cumplir los mandamientos! Y uno dice hay, hay, hay… y al final te duele. Tantos hay que duele Dios. Como decía por ahí una chiquita risueñamente: papá ¿comulgar duele? Porqué? Porque todos vienen con la cara como que les duele. Todos como muy serios, como con demasiado dolor. En esas expresiones está como escondido ésta caricatura de Dios que invita al hay!! Hay que!! Hay que ofrecerle como a un ídolo sacrificios o cosas buenas para parar la bronca con Dios.
Bienvenidos a la mañana de la radio.Cada uno de nosotros tiene una imagen de Dios diferente. A veces es un Dios… Posted by Radio María Argentina on miércoles, 6 de abril de 2016
Bienvenidos a la mañana de la radio.Cada uno de nosotros tiene una imagen de Dios diferente. A veces es un Dios…
Posted by Radio María Argentina on miércoles, 6 de abril de 2016
A Dios hay que pararle la bronca. Como si Dios estuviera viendo todo lo malo que hacemos nosotros y entonces el Apocalipsis se viene. Este mundo por algún lado va a parar. Dios lo mira con compasión al mundo, con dolor. Le duelen nuestros desvaríos, nuestros desencuentros, lo mal que tratamos, lo único que nos dio para que lo cuidáramos y lo que nos autodestruye, pero no está viendo por donde nos va a castigar.
En todo caso estará viendo cómo hacer para parar e intervenir allí donde nosotros no hemos sabido cuidar de lo que nos dio. En la imagen de Dios verdugo hay una deformación de la conciencia, cuando no a veces un problema psicológico de alteración de la actitud religiosa vinculado a Dios por el temor al verdugo y no por amor al Padre.
Hay un Dios que también convive con nosotros que es tremendamente fatalista. Es el Dios relojero, es el Dios que le puso cuerda al mundo y allá va y se desentiende de El.
Las cosas son así y no pueden ser de otra forma. Es voluntad de Dios. Esa expresión es la voluntad de Dios que hace que las cosas sean intransformables. Invariablemente vamos al fracaso, invariablemente vamos hacia donde vamos y la cosa no va a ser distinta, fue así y nada va a cambiar. No es el Dios judeo cristiano éste.
El Dios judeo cristiano no es un círculo del eterno retorno de la historia. Para el Dios judeo cristiano siempre hay algo nuevo bajo el sol. Es creador y recreador. El Dios fatalista es el Dios que impide que las cosas sean distintas en el fondo. Es el Dios que le puso cuerda al mundo y que se mueve con la mecánica con la que El lo creó y entonces al hombre no le queda más que aceptar que hay alguien que está por arriba de El y que determinó que las cosas fueran como son. ¿Cómo se resuelve desde dentro de la libertad humana ésta realidad de un Dios tan tremendamente determinado para con el hombre? Diciendo es voluntad de Dios. Y si es voluntad de Dios yo ya resolví el problema. El problema es ahora de Él. Es su voluntad. Que se haga cargo de lo que se tiene que hacer cargo.
No es tan fácil decir cuál es la voluntad de Dios, no es tan fácil identificar cual es el querer de Dios y no es tan simple decir que todo lo que ocurre es voluntad de Dios. Las catástrofes en el mundo no son voluntad de Dios. Y sabemos muy bien que ciertas catástrofes climáticas la generamos nosotros con nuestros descuidos ecológicos: las guerras, el hambre no es voluntad de Dios.
Muchas veces decimos ¡Y que Dios haga algo! Sí, hizo al hombre, para que en su libertad administre de los recursos que tiene de manera responsable. No le pasemos la factura de lo que nos toca a nosotros como compromiso de transformación de la realidad a Dios. En todo caso lo sumemos, en todo caso nos sumemos a su proyecto.
También convivimos a veces con un Dios que miente o hacemos mentiroso a Dios. La imagen del Dios que yo me hago. De un Dios individualmente mío que no me incomoda para nada que en el fondo manejo y uso. Es un Dios de bolsillo y de papel que no me exige ningún compromiso, que se adapta a mis caprichos humanos, a mi modo de ver las cosas o de vivir la vida. Es un Dios juguete. Muy honesto siempre fui y a ninguno hice mal. Un Dios quieto yo elegí. Que me dejase vivir. En el fondo así a veces nos vinculamos con Dios cuando no tenemos claro quién es porque todas éstas caricaturas van de la mano. Porque si Dios es un verdugo no creo en nada, no quiero tener que ver con el. Si Dios es fatalista tampoco. No me interesa ese Dios. Si Dios viene a sobreprotegerme o si Dios viene a cubrir mis necesidades prefiero ir al shoping, de hecho vamos más al shoping que a la iglesia porque es más fácil consumir y da más gusto a veces consumir determinadas cosas que nos ofrecen en ese templo que las que me ofrecen en el templo en la iglesia a la cual yo pertenezco.
Si Dios es un amuleto con el que me hago la señal de la cruz para que me vaya bien y lo utilizo como una cábala. Para que vincularnos a esto que nos complica la vida. Mientras tanto me hago un Dios a mi medida. Estas imágenes de Dios nos molestan porque no son el rostro de Dios verdadero.
Si nos hemos vinculado al Dios verdadero ninguna de éstas tiene lugar en nosotros y lejos de escapar de su presencia lo buscaríamos con más fuerza, con más ganas. A veces buscamos su presencia pero buscamos la presencia del Dios que está caricaturizado en éstas imágenes que hemos compartido.
Estamos destruyendo imágenes falsas de Dios y es necesario para vincularnos al Dios verdadero. Con cada uno de nosotros hay algunas de éstas caricaturas que conviven. A veces más de una. Con ellas hay que trabajar para devolverles el rostro real, para salir de la caricatura en la foto que represente mejor la imagen del Dios verdadero.
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