09/08/2016 – Después se alejó de ellos, más o menos a la distancia de un tiro de piedra, y puesto de rodillas, oraba: «Padre, si quieres, aleja de mí este cáliz. Pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya».
Lc 22,41-42
La primer gran entrega que hizo Teresa de Calcuta fue cuando hizo la profesión de sus votos perpetuos: “El 24 de mayo de 1937, con un corazón feliz y agradecido, la hermana Teresa se acercó al altar de Dios para pronunciar su ´Sí` final, entregándose a Jesús en amor esponsal para el resto de su vida. La ceremonia tuvo lugar en la capilla del convento de Darjeeling con el arzobispo Ferdinand Périer, s. j., como oficiante. Siguiendo la costumbre de Loreto, ahora se llamaría “Madre Teresa”. Aparte de su obvia alegría por su profesión perpetua, no había nada de extraordinario en ella como para atraer la atención del arzobispo o de cualquier otra persona. Afortunadamente han perdurado algunas de sus disposiciones interiores en la carta escrita al padre Jambrekovic:
“Querido padre en Jesús, se acercan las fiestas de navidad. Cuando le llegue esta carta, estaremos disfrutando de la alegría del Niño Jesús. Por este motivo le envío mis sinceras felicitaciones. Que el querido Dios le conceda hacer mucho por Él y por las almas. Pídale lo mismo para su misionera. Seguramente sabe que hice mis votos perpetuos. También pensé en usted ese día; si supiera lo feliz que fui, por mi propia voluntad, encender mi propio sacrificio. ¡Ahora suya y para toda la eternidad! Seguro que no se puede imaginar a la Gonda, ahora como esposa de Jesús. Pero Él ha sido siempre tan infinitamente bueno conmigo, como si hubiera querido asegurarse la posesión de mi corazón para Sí. De nuevo le agradezco sinceramente todo lo que ha hecho por mí. La hermana Gabriela está aquí. Trabaja maravillosamente por Jesús, lo más importante es que sabe sufrir y al tiempo reír. Eso es lo más importante, sufrir y reír. Me ayuda mucho, de diferentes maneras, si no fuera así yo sola seguramente habría fallado en algo. Está siempre dispuesta a ayudarme y yo soy tan mala que me aprovecho de su bondad. La hermana Bernarda hace sus votos el 23 de enero del 1938. Gracias a Dios ahora todo va bien de nuevo, seguro que Jesús la ha elegido para algo especial, puesto que Él le ha dado tanto sufrimiento. Y ella es una verdadera heroína soportando todo con valor y con una sonrisa. Si queremos que Bengala sea de Cristo, tenemos que pagar con muchos sacrificios. Ahora realmente me alegro cuando algo no va como yo deseo, porque veo que Él quiere nuestra confianza. Por eso, ante la pérdida alabemos a Dios como si lo tuviéramos todo”.
Teresa muestra una actitud gozosa en medio del dolor, del sufrimiento, en medio de las pruebas y entre las oscuridades, porque desde siempre estuvo llamada a ser luz por el Señor. Que bueno que junto a la Beata Madre Teresa de Calcuta, hagamos un acto de reconocimiento de nuestras fragilidades y dolores, de nuestros sacrificios y entregas, de nuestros desafíos, también de nuestros fracasos, de lo que nos cuesta y de lo que no nos sale, de lo que se hace esperar y no llega, de todo aquello que de alguna forma nos hace sufrir y el Señor nos dice que lo entreguemos y lo ofrezcamos. Y es bueno saber que allí donde todo parece que se complica y no tiene salida el Señor aparece y comienza a recrear todo.
“Puesto que Madre Teresa anhelaba la completa unión con Cristo, que sufrió en la Cruz, ella, su pequeña esposa, no podía ser otra cosa que estar unida a Él, en su sufrimiento. Si ella no podía quitarle su dolor, entonces estaría allí, por así decirlo, con Él en la Cruz. Al hacer la elección de compartir la carga de su Amado, acogió las cruces que acompañaban su constante entrega de sí misma. El desafío diario de lucha para superar sus faltas fue también una parte de la cruz de Madre Teresa. Confió a su ex confesor su esfuerzo por vencer el orgullo; sin embargo, casi sin darse cuenta, había salido victoriosa de muchas batallas. Mientras ella se lamentaba de la misma “Gonnxha orgullosa”, otras estaban impresionadas por su humildad. La hermana Gabriela, una de las amigas de la infancia de Skopje y ahora compañera de Loreto, escribió al padre Jambrekovic el mismo día: “Creo que Jesús ama mucho a la hermana Teresa. Estamos en la misma casa. Me doy cuenta de que todos los días intenta agradar a Jesús en todo. Está muy ocupada, pero no escatima esfuerzos. Es muy humilde. Le costó mucho alcanzar esto, pero creo que Dios la ha elegido para grandes cosas. Hay que admitir que sus acciones son totalmente sencillas, pero la perfección con la que se hace, es precisamente lo que Jesús pide de nosotros”. Madre Teresa se esforzaba de verdad por “beber el cáliz hasta la última gota” al vivir su compromiso de ´ser sólo toda para Jesú”. Otra hermana de la comunidad afirmaba: ´Estaba muy, muy enamorada de Dios todopoderoso`”. Ante este poderoso testimonio de Madre Teresa, sería bueno preguntarnos ¿qué situaciones de dolor estamos llamados a entregar a Jesús para unirnos a su sufrimiento y completar lo que falta a su redención?
“Después de sus votos perpetuos, Madre Teresa volvió a sus tareas en la escuela St. Mary, con su entusiasmo característico. Volvió a enseñar y a desempeñar las actividades normales de cada día, para una religiosa en Loreto. Una de sus compañeras destacaba de ella: ´Era muy trabajadora, muy tenaz. Mucho. Siempre lista para esto y para aquello. Nunca quería excusarse de nada, siempre estaba dispuesta`. Los domingos visitaba a los pobres en los barrios marginados. Este apostolado que ella misma eligió le dejó una huella profunda: `Cada domingo visito a los pobres en los barrios más miserables de Calcuta. No le puedo ayudar, porque no tengo nada para darles, pero voy a darles alegría. La última vez unos veinte pequeños estaban esperando ansiosamente a su ´Ma`. Cuando me vieron, corrieron a mi encuentro, incluso brincando sobre un solo pie. Entré. En ese ´para`- así es como se llama allí a un grupo de casas- vivían doce familias. Cada familia tiene sólo una habitación de dos metros de largo y un metro y medio de ancho. La puerta es tan estrecha que apenas podía entrar y el techo es tan bajo que uno no se podía poner de pie. Ahora no me asombro que a mis pobres pequeños les guste tanto su escuela, y de que tantos de ellos tengan tuberculosis. La pobre madre (de la familia visitada) no profería ni una palabra de queja siquiera sobre su pobreza. Fue muy doloroso para mí, pero al mismo tiempo me sentí muy feliz cuando vi que ellos se alegraban con mi visita. Finalmente la madre me dijo: ´¡Oh, Ma, venga otra vez! ¡Su sonrisa ha traído el sol a esta casa!`. A sus amigos de Skopje les reveló la oración que susurraba en su corazón mientras volvía al convento: ´¿Oh Dios, que fácilmente les hago felices! ¡Dame fuerza para ser siempre la luz de sus vidas y así guiarles hacia Ti!`Ésta oración hecha de vuelta en el camino va a ser tan bien recibida por Jesús que ya vamos a ver como Jesús le devuelve, también en palabras, lo que ella misma ha pedido de corazón. No podía imaginar que menos de una década más tarde, su oración sería respondida: dedicaría no solo su tiempo libre, sino toda su vida a los pobres, llegando a ser un faro para ellos mediante su amor y compasión”.
En otro pasaje de sus cartas, dice Madre Teresa: “´Pida a Jesús que no me permita negarle nada por pequeño que sea. Preferiría morir. Esto es lo que oculta todo en mí`. En los años que siguieron a su profesión final, el amor apasionado de Madre Teresa a Jesús continuó empujándola a buscar formas nuevas y escondidas de expresar su amor. La más impresionante de ellas fue un voto privado excepcional que hizo en el mes de abril del año 1942: ´Hice un voto a Dios, obligándome bajo (pena de) pecado mortal, a dar a Dios todo lo que me pidiera, a no negarle nada`. Dios había encendido en ella una intensidad de amor cada vez mayor, que la movía hacer este magnánimo ofrecimiento. Sólo más tarde explicó la razón: ´Quería dar a Dios algo muy hermoso` y ´sin reserva`. Este voto, verdaderamente una locura de amor, expresaba el deseo de Madre Teresa de ´beber el cáliz hasta la última gota` al comprometerse a decir ´Sí` a Dios en toda circunstancia. Este voto privado fue uno de los más grandes secretos de Madre Teresa. Nadie, salvo su confesor cuya guía y permiso pidió, supo de ello. Conociendo bien la profundidad de su vida espiritual, él concluyó que su audaz petición de comprometerse con Dios de este modo, no estaba basada ni en un mero capricho, ni en un ideal peligroso o imposible. Más bien, se construía sobre su notable fidelidad a los compromisos y a los hábitos ya bien establecidos de intentar hacer siempre lo que más agrada a Dios: que su confesor le diera permiso para asumir semejante obligación confirma la confianza que le tenía en su madurez humana y espiritual. Cuando diecisiete años más tarde, finalmente Madre Teresa se refirió a su voto especial, reveló su significado: ´Esto es lo que oculta todo en mí`. El voto ocultaba ciertamente la profundidad de su amor a Dios que motivaba todas sus acciones, especialmente su entrega incondicional a su voluntad. Su encuentro con la intensidad de Su amor, la llamaba a responder, como explicaría ella más tarde: ´¿Por qué nos debemos dar totalmente a Dios? Porque Dios se ha dado a Sí mismo a nosotros. Si Dios, que no nos debe nada, está dispuesto a darnos nada menos que a Sí mismo, ¿responderemos sólo con una fracción de nosotros mismos? Darnos totalmente a Dios es un medio para recibir a Dios mismo. Yo para Dios y Dios para mí. Yo vivo para Dios y renuncio a mi propio yo y de este modo induzco a Dios a vivir para mí. Por lo tanto, para poseer a Dios, debemos dejar que Él posea todo nuestra alma`”.
Esta entrega personal de Teresa a Jesús de todo lo que Él le pida, no es otra cosa que “amor por amor”. “Madre Teresa ansiaba devolverle amor por amor de un modo radical. Una de las paradojas del amor genuino es que el amante libremente desea comprometerse de modo irrevocable con el amado. Fue este misterioso rasgo del amor lo que movió a Madre Teresa a sellar la total ofrenda de sí misma por medio de un voto y mostrar así de manera tangible su gran anhelo de estar plenamente unida con su Amado.
Para el poco iniciado en el camino del amor, esta entrega y esta conformidad total a la voluntad de Dios podría parecerle una completa pérdida de libertad. Pero quien ama verdaderamente trata de realizar el deseo del amado, de cumplir sus expectativas incluso en el detalle más pequeño. Por eso, para Madre Teresa el voto era el medio para reforzar el vínculo con Aquel que amaba y experimentar así la libertad verdadera que solamente el amor puede dar. Lo más probable es que Madre Teresa hubiera leído en la literatura espiritual de su tiempo algo sobre la práctica de hacer votos privados. El jesuita irlandés, padre William Doyle, hizo numerosos votos privados, al comprobar que ésta práctica le ayudaba a respetar sus propósitos. Un voto de este tipo, que hizo en el año 1911, y renovó día a día hasta que pudo obtener permiso de su confesor para hacerlo permanente, fue: ´Hago voto conscientemente y me comprometo bajo pena de pecado mortal, a no negar a Jesús ningún sacrificio que yo vea con claridad que me está pidiendo`.
La Madre Teresa, su corazón, su intencionalidad, el amor del Señor que tiene sed de ella, lo estamos compartiendo en estos días en las catequesis dedicadas a ella.
Padre Javier Soteras
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